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Baekhyun había aprendido a tocar el gayageum con maestría después de poco tiempo, la señora Kwon no había dejado de presumir que el instrumento había sido demasiado costoso y ahora era un gran atractivo para los hombres que visitaban la casa de té Piang, sumado a eso, Baekhyun había aprendido toda clase de artes, además de la danza y el suave canto que acompañaba al gayageum, hacía que la casa estuviera llena por las noches, ni siquiera les importaba volver a acostarse con las dama de la casa, solo querían apreciar a Baekhyun en un pequeño taburete mientras sus hermosos y largos dedos tiraban de las cuerdas, inundando la casa Piang de la más hermosa de las melodías, sumado a su voz que relata cuentos, como en una fantasía mágica de la que nadie quería salir.

Sus bailes, eran hipnotizante, todo el mundo se perdía en su hermosa figura que giraba alrededor con los pies descalzos, con un hermoso hanbok envolviéndolo, con mangas largas de colores que se iban desvaneciendo hasta volverse blancas, parecía un ave en su elemento, un pez cursando todo un lago, era precioso, querían verlo hasta que el espectáculo terminara, y verlo la noche siguiente y la siguiente, hasta el final de los tiempos, Baekhyun era un espectáculo que incluso fue admirado por mujeres que solo iban a la casa de té para mirar porque tanto alboroto, la casa de Té Piang dejo de ser algo de mal gusto, solo porque Baekhyun era algo que todo el mundo quería ver y Baekhyun se estaba esforzando por ganar lo suficiente para poder ganar dinero y ayudar a LuHan, sus razones esperaba que fueran lo suficientemente claras.

Había aprendido toda clase de maneras de seducir hombres, que solo podían soñar con el hecho de verlo lejos de sus manos, nunca en ellas y Baekhyun sonreía cada que se daban cuenta, que ni pagando todo el dinero que poseían en el mundo, podrían poner sus manos en su cuerpo, todo por alguna cosa personal que tenía la señora Kwon, que en realidad, no eran más que ordenes de Park Chanyeol, aunque no lo supiera.

Como siempre, Baekhyun era noticia en el pueblo, todo el mundo hablaba de lo hermoso que era, lo talentoso y seductor, aunque sumado a eso, venían un montón de insultos que iban hacía él, preguntando porque nadie podía poseerlo, como si fuera la gran cosa, lo insultaban de la manera más ruin, y los rumores al respecto eran demasiados, como que su hijo tenía por padre a un noble muy poderoso que trabajaba en el castillo, que su hijo era del ex esposo de la señora Kwon, quién le había dado la casa de Té Piang solo para quedar a mano con el divorcio, pero no tenían idea, Baekhyun prefería dejar que todos hablarán, le daba lo mismo lo que se levantará a sus espaldas, solo suspiraba mientras acariciaba a su bonito bebé cuando lo bañaba, dormía o le daba de comer.

-Dada, dada, dada...- decía DongYul mientras golpeaba el agua y salpicaba el rostro de Baekhyun, cerrando sus ojos y sonriendo mientras su bebé se reía todavía más porque estaba haciendo travesuras. -¡Dada!- gritaba mientras mantenía su grito de manera tan aguda y larga, hasta que se cansaba y Baek solo lo miraba con las cejas fruncidas.

-A mí no me hacían tan felices los baños cuando tenía tu edad.- le dijo, pero su bebé parecía amar mucho el agua, de hecho, estaba volviendo a golpear para salpicarlo. –Eres un bebé feliz, ¿quién es mi bebé feliz?- preguntó Baekhyun, mientras lavaba bien el cabello de DongYul, que al ser tan rizado, necesitaba de mucho más cuidado.

-Dada, dada...- murmuraba mientras jugaba con un pequeño vaso que había llevado consigo a su tina, con el que estaba echándose encima el agua tibia en su pecho, jugando y salpicando más a Baekhyun. DongYul era un niño hermoso, su lindo bebé y Baekhyun había querido que su padre lo hubiera ido a ver, pero a ese punto de su vida, muchas cosas no estaban bien, había pasado un montón de tiempo desde que la habita visto, así que pensó que podría escribirle una carta, una carta más, como tantas de las que le había enviado y de las que había recibido respuesta de casi todas, pero cada vez parecía más imposible el poder volver a verse, aun así, no perdía la esperanza.

Crisantemo RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora