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Jisoo abrió las puertas de su apartamento a Youngsoo, eran amigas  para lo bueno y para lo malo. Verla llegar con aquella pequeña maleta la puso triste.

—No tengo que decirte que estás en tu casa, aquí puedes hacer lo que quieras —la abrazó Jisoo y después la acompañó al interior.

—Gracias amiga —se agarró a ella para que le diera la energía que le faltaba, necesitaba sentirse querida y amada.

Se separaron y se sentaron en el sofá, que estaba cerca del televisor.

—No puedo creer que no te diera el dinero, vaya con el señor "gran CEO de pacotilla" —se indignó Jisoo cuando le contó todo lo que había ocurrido.

—No lo culpo —ella tampoco quería maldecirlo— no sabe para lo que es, tampoco tiene porqué darme nada, es todo suyo —dijo triste.

—¿Lo vas a defender?, no lo hagas porque para él ese dinero es solo calderilla —dijo la otra enfadada.

—Pero es suyo, y nunca me ha querido Jisoo, nuestro matrimonio fue un escape, solo algo que necesitaba para que lo tomaran en serio dentro del círculo empresarial en el que se mueve —decirlo abiertamente dolía demasiado, pero era la verdad y ya estaba bien de ocultarlo.

De pronto una punzada sintió en su costado. Se echó hacia atrás y respiró con dificultad.

—!Joder Youngsoo! —Jisoo le tocó la frente y le acarició la mano.

—No te preocupes, no es nada, pronto pasará el dolor —dijo ella entre dientes, tenía que ser fuerte y aguantar.

Se tranquilizó a los pocos minutos cuando el dolor fue disminuyendo, después de tomar un baño relajante se fueron las dos a dormir. Se acostaron juntas en la misma cama.

Al día siguiente en otro lado de la ciudad estaba Jungkook todavía en su oficina, era ya de noche pero es que la jornada fue bastante dura, el trabajo se le atragantó durante todo el día. Y encima todo se agravó porque no dejaba de pensar en Youngsoo, así no había quien pudiera trabajar con lucidez.

 Y encima todo se agravó porque no dejaba de pensar en Youngsoo, así no había quien pudiera trabajar con lucidez

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Su teléfono sonó de pronto. Lo agarró sin mirar quién era.

—Kookie...

Se le removieron las entrañas.

—Hiunsu ya te dije que no vuelvas a llamarme de ese modo —le espetó enfadado.

—¿Te ocurre algo? Te oigo mal, si estás enfermo puedo....

—Dime lo que quieres, estoy a punto de irme para casa —se levantó de su asiento.

—Tengo un problema —reía un poco nerviosa.

—¿De qué se trata?

—Mira, es que fui a un hotel de la ciudad con mis amigas y resulta que mi tarjeta no funciona...no me dejan salir de aquí hasta que no cubra los gastos.

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