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—Estoy tan nerviosa.

—Descansa, serán muchas horas de viaje pero te prometo que lo pasaremos bien, cariño.

Youngsoo se echó en el hombro de su marido sintiéndose la mujer más dichosa del mundo.

—Estoy soñando, ¿verdad?

Entonces Jungkook le dió un beso en la frente.

—No es un sueño, solo es lo que te mereces nena —la atrajo más a su cuerpo y ella se quedó dormida y feliz.

Iban en un avión camino de Paris. Jungkook quería que viera lo bonita que era la ciudad en este tiempo. El clima era más cálido que el de Seul y podrían dar paseos y visitar ciertos espectáculos que sabía que le iban a encantar.

—¿Necesita algo señor? —le preguntó la azafata a Jungkook mientras la otra estaba roncando. Y así era, daba pequeños ronquidos porque se sentía agusto durmiendo.

—¿Tienen dulces de limón? A mi mujer le encantan los de limón, por favor.

—Creo que sí hay, ¿cuantos traigo? —la azafata le sonreía y lo miraba embobada, estaba guapísimo el pasajero.

—Pues no sé —miró de cerca a su mujer porque tenía echada la cabeza en su hombro y vio como la baba caía por su comisura, entonces sonrió—. Traiga una docena, es lo mismo —y mientras hablaba le limpió con el dedo la saliva.

La azafata quiso tener a ese hombre a su lado.

Que suerte tienen algunas, pensó y se fue a contarle a todas lo amoroso que se veía Jungkook al lado de su esposa y como la miraba y mimaba.

Fueron 18 horas las que estuvieron subidos en primera clase de un avión que los llevó a la ciudad del amor. PARIS. Cuando ella se desesperaba, Jungkook le hacía masajes en los pies o le contaba su vida de pequeño, y ahí, lloró Youngsoo. Y él para callarla le dió otro dulce de limón.

Cuando vio la ciudad ante ella tan enorme y bonita lloró. Jungkook tuvo que abrazarla por un rato para que no siguiera haciéndolo por más tiempo.

Pasearon por lugares emblemáticos y subieron a la torre Eiffel.

—¿De verdad no te dan miedo las alturas? —decía ella con los ojos cerrados cuando ya estaban arriba.

Jungkook la abrazó por detrás y la abarcó toda con los brazos.

—No seas niña y abre los ojos, vas a perderte algo único que no se ve todos los días —le besó el cuello y notó como se estremecía entre sus brazos.

Youngsoo abrió los ojos y quedó maravillada con tanta luz y tantos edificios, las estrellas brillantes en el cielo, la luna llena estaban sobre sus cabezas para hacer todo más mágico. El ambiente que se vivía en esa ciudad del amor era espectacular.

—Ya no puedo comer más de verdad —decía ella cuando ya estaban abajo y se estaba terminando un helado de crema y limón.

—Pero si es tu preferido —le dijo él y abrió la boca porque ella le ofreció comer también.

Hizo Jungkook un puchero al notar el limón llegar a su paladar.

—¡Oh! perdón —empezó a reír ella mientras él se limpiaba con una servilleta de papel los labios— siempre se me olvida que odias el limón.

—No sé cómo puede gustarte con lo ácido que está You —se relamió los labios Jungkook a continuación y ella se mordió los suyos al notar lo sexi que estaba haciéndolo su marido.

Cerca de ellos había tres camareras como bobas mirándolo también.

Estaban en una terraza al lado de la Torre Eiffel, todo estaba precioso en esta época de primavera y ellos más enamorados que nunca tomaban un helado como cualquier pareja. Habían cenado en un restaurante cercano y ella le apeteció un helado cuando lo vio al pasar.

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