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—Cuanto tiempo...creí que al final no vendrías —le dijo su exmujer a InYeop con una sonrisa incómoda.

Jisoo pudo ver lo elegante y guapa que era esa mujer que estaba ante ella, se sintió fuera de lugar una vez más desde que había salido de la mansión.

—Lo hago por nuestra hija, ella se merece que esté aquí hoy —su voz sonaba tranquila aunque Jisoo notó que apretó su mano mientras la tenía entrelazada a la suya.

—¿Y ella es? —la otra la miró de una forma seria y altiva.

—Es alguien que tú no tienes que conocer, solo estoy aquí para que puedan conseguir el máximo dinero para los niños enfermos y honrar la memoria de Naya —se tensó InYeop y ésta vez no pudo esconder la incomodidad de tenerla cerca.

—Dijiste que aquí no íbamos a traer nunca a ningún amante ni nada parecido, ¿Y resulta que eres tú el primero que te atreves a traer a alguien?

Jisoo abrió los ojos y se mordió el labio. Su genio se le acumuló en la boca del estómago.

—¿Quién es amante de quién? Mire señora yo no soy lo que usted cree —se estiró un poco Jisoo para dejarle claro que la estaba insultando.

—No le contestes, solo vámonos —tiró InYeop de ella para que lo siguiera.

—Nunca creí... —la otra se puso ante él para que no se fuera, no podía dejar pasar aquello que la hacía una perdedora ante otra mujer. Pero él no iba a dejar tampoco que le hablara como en el pasado, sin respeto ninguno.

—Mira Naya, déjalo. Sabes muy bien que fuiste tú la que me abandonaste por ese...—paró de hablar por un segundo—. Estoy cansado de ver cómo haces todo lo posible para no dejarme  vivir en paz. Tus mensajes son agotadores, deja de una vez de mandarlos y no te rebajes más como si fueses una cualquiera.

El ambiente se volvió tan frío que Jisoo creyó que aquella iba a abofetear a InYeop. Pero no lo hizo, solo lo miró con una rabia inmensa.

—Vamos, nos esperan —tiró él de su mano y la llevó por medio del salón.

Las miradas estaban puestas en ellos. Jisoo miraba a su alrededor de reojo y se sintió realmente pequeñita.

Se sentaron en una mesa donde había otros empresarios con sus mujeres.

La velada le pareció muy aburrida porque ella no sabía de lo que allí se hablaba, los negocios y los millones de wons no eran lo suyo, y tampoco es que le dieran paso para entablar conversación. Comió en silencio.

De pronto sintió la necesidad de ir a tomar un poco de aire. Aquello la ahogaba. Con lo bien que se estaba en un caraoke cantando y bebiendo unos tragos de tequila.

—¿Me disculpan? —se levantó e InYeop hizo lo mismo. La miró para que le dijera dónde iba.

—¿Dónde vas? —le susurró.

—Solo voy a que me dé el aire, tú sigue y no te preocupes por mí —le contestó bajito.

Se fue caminando deprisa y sintiendo de nuevo las miradas de todos en su cuerpo, seguro que creían que era una que no se merecía estar allí junto a un hombre con tanto dinero. Había visto a su mujer de antes y ella sí que estaba en su lugar.

Al salir al exterior vio un pequeño jardín y se adentró en su interior. Paseó intentando descifrar lo que le estaba ocurriendo. ¿Porqué se sentía tan nerviosa?

—Hola —sintió hablar a alguien.

Miró donde venía la voz y había un hombre vestido con un traje de fiesta y que estaba fumando, tenía su cuerpo echado en el tronco de un árbol y la miraba descaradamente.

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