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—No sé porqué estoy aquí sentada, nunca hice nada tan tonto en mi vida —dijo Jisoo sin mirar a InYeop cuando estaba sentada junto a él en su lujoso coche.

Llevaba un vestido plateado largo que se ceñía a su cuerpo, él mismo se lo había comprado ya que quería que fuera vestida a la fiesta acorde a la situación.

—Gracias Jisoo, ésto nunca lo olvidaré —su voz calmada la hizo suspirar.

Estaba tan nerviosa que no lo miraba, solo estaba absorta en sus manos, debía haberse hecho la manicura. Se mordía las uñas últimamente por los nervios a los que estaba expuesta siempre. ¿Se habría fijado él lo horrorosas que se veían sus uñas?

—¿En qué piensas que tienes hasta la nariz arrugada?

—¿Yo?...en nada, en nada —dejó las manos caer en el asiento.

—No te pongas nerviosa, hoy estás preciosa y ninguna mujer de esa fiesta te hará sombra, si eso es lo que te preocupa.

Creo que se me han caído las bragas.

Pensó Jisoo mirando al que estaba a su lado con un traje que mejor no le podía quedar a un mortal con aires de Dios del Olimpo.

Suspiró y pensó en su amiga.

—He dejado a Youngsoo allí sola y no me siento bien, sé que está mucho mejor, pero no puedo dejar de sentirme culpable por salir y ella no.

—No te preocupes, he dado instrucciones para que estén pendientes de ella en todo momento.

Buscó InYeop la mano de Jisoo sin mirar y moviendo la suya por el cuero del asiento, cuando la encontró se la tocó despacio.

Los ojos de ella por poco no salen volando.

El coche avanzaba y ellos quedaron en silencio, después de una media hora llegaron a un gran edificio antiguo.

—Espera —dijo él y ella se quedó quieta con su mano puesta en la manilla de la puerta.

InYeop salió al exterior y le abrió la puerta , luego le extendió la mano.

—Vamos, nos esperan.

Nerviosa se la agarró y salieron andando entre el murmullo de algunos que nunca lo vieron con una mujer desde que su esposa lo dejó.

Jisoo iba con una sonrisa de oreja a oreja, se sintió como esas protagonistas de una película de princesas o algo así, ningún hombre la había tratado de esa forma tan correcta nunca.

Aunque sabía que aquello era solo una burda farsa, pero aún así le gustó.

—Estoy nerviosa, ¿lo sabes? —le siseó para que nadie la escuchara.

—No te preocupes, estaré a tu lado en todo momento, tú solo no te separes de mí.

Ni aunque vinieran los espíritus a por mi alma me separo yo de tí guapetón.

Se mordió el labio levemente mientras pensaba toda aquella fantasía.

Se dirigieron al lugar, todo era precioso, eso hizo que abriera la boca por un momento. La luz, las flores, las mesas adornadas y aquellas cortinas largas recogidas con grandes borlones dorados, la hicieron sentirse muy pequeñita y descaradamente pobre.

Cogió la chaqueta de InYeop por el bajo y la estrujó entre sus dedos para poder tirar de ella. Necesitaba su atención y no sabía si podía hablar, no quería meter la pata.

Él se dió cuenta y la miró.

—Tienes razón, solo soy una insignificante chica que no tiene nada, cuando veo todo esto sé que has tenido razón desde el principio —le dijo ensimismada por lo que estaba viendo.

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