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YOUNGSOO

Me llevaba subida a su espalda cuando entramos en el hotel que seguro que era conocido por él porque habría tenido reuniones con bastantes clientes durante toda su vida de empresario.

Lo supe con certeza en cuanto la recepcionista le sonrió, lo paseó con la mirada y mordió su labio. Sabía a ciencia cierta que tampoco lo había visto nunca vestido como estaba ahora. Eso potenciaba todo.

Después frunció el ceño al verme detrás suya y en una postura un poco delicada en un lugar que era bastante lujoso.

—Bajame por favor —le susurré entre dientes mientras le sonreía yo a la que me ponía cara de póker.

—Es mi esposa —le dijo todo descarado—. ¿A que es preciosa? —no podía ver su sonrisa al decirlo, pero sé que la estaba poniendo por como derritió a la otra que suspiró y no pudo dejar de sonreír también.

Después tosió y se puso erguida. Tenía que ser profesional y se dió cuenta a tiempo de no dejar su posición atrás.

—¿Qué desea, señor Jeon?

—Quiero la suite presidencial.

—Déjeme ver si está disponible.

Tecleó su ordenador.

—Bájame por dios, estamos dando un espectáculo Jungkook —le hablé en su oído bajito.

Rodeó su cara y se lamió los labios.

—Sigue hablando en mi oído así y te beso aquí mismo —era una amenaza.

Me eché en su espalda cerrando los ojos, creo que si hago eso no veo como nos miran todos los que están llegando.

—Aquí tiene —le habrá dado la tarjeta que abre la puerta.

—Gracias.

Nos movemos otra vez y yo no quiero abrir los ojos y encontrar a alguien que crea que estamos locos.

—¿No hablas? ¿Te has dormido? —me dice divertido porque escucha mis suspiros contra su gran espalda—. Fuiste tú quién has pedido que vengamos aquí.

—Pero no así Jungkook —abro los ojos y hay una pareja a nuestro lado un poco mayor cuando hemos entrado en el ascensor. Les sonrío pero ellos me están sonriendo con más ímpetu.

—Es que le duelen los pies, es mi esposa y estamos celebrando que no nos hemos visto en mucho tiempo.

¿Cuando se había vuelto tan social?

La mujer se tapa la boca para no reír cuando me ve tan avergonzada.

Se abre el ascensor y salimos. ¡Gracias señor!

—¿Por qué le has contado eso a unos desconocidos? —le preguntó cuando seguimos andando por el largo y lujoso pasillo.

—Porque no le iba a decir que te había secuestrado para hacerte mía de todas las formas posibles que hay en el mundo.

—¿Pero tú donde estuviste si se puede saber? ¿En una secta o algo así? —le hablo ya divertida.

—Pues donde a Yoongi y a tí os pareció bien que debía cumplir mi condena, ahora no te quejes —mete la tarjeta y se abrió la puerta.

Con una maestría que nunca creí que tendría, me volteó y quedé entre sus brazos y su pecho. Literalmente reboté entre sus pectorales.

—El día de nuestra boda no te entré como es debido cariño, pero ahora estoy enmendando mi error —me dió un beso en los labios.

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