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Los días de vacaciones en Paris llegaron a su fin. Volvían mañana a Seul después de pasar los mejores días de su vida matrimonial.

Jungkook no quería irse porque allí se sentía como si fuese otra persona diferente, dió todo de sí mismo para que Youngsoo disfrutara como nunca lo había hecho antes. Era cariñoso, atento, iba de compras con ella por las tiendas más exclusivas, paseaban de la mano por la ciudad, comían en los mejores restaurantes y en las noches se amaban como nunca lo hicieron antes, disfrutaban el uno del otro sin censura ni vergüenza alguna. Las noches en la cama eran de ellos dos solamente, se amaron de todas las formas posibles.

Jungkook entregaría, sin dudar, toda su fortuna para que su mujer riera siempre del mismo modo que lo hizo en estos días, y que sus fuerzas fueran las mismas que tenía ahora. Se dió cuenta que la necesitaba más que el aire para respirar.

Pero la oscuridad aún rondaba en la vida de Jungkook, siempre había algo que lo hacía interiorizarse y guardarse los sentimientos para no salir herido. De pequeño fue su padre el que destruyó su infancia y eso lo marcó tanto que fue horrible en las relaciones personales y amorosas. Y ahora que había conseguido amar, la oscuridad se cernía de nuevo para destruirlo con sus garras afiladas.

Debían volver a Seul porque Youngsoo tenía que hacerse los exámenes finales, el doctor Juwoon necesitaba saber si los contadores tumorales estaban a cero. Juwoon y Jungkook ya habían hablado sobre la poca efectividad del fármaco en la primera paciente que tuvo el mismo tratamiento que su mujer, la señora Rice estaba cada vez peor y ya no había solución para ella. Le quedaba muy poco tiempo de vida.

Eso tenía a Jungkook tan preocupado, que ella lo notó esa mañana que sería la última que estarían en Paris.

Se despertó y lo vio sentado en la terraza con los hombros gachos y con la mirada perdida en la ciudad. Lo notaba demasiado apagado, no era como cuando lo conoció y después durante su matrimonio, ese ser frío e inescrutable. No era como si hubiese vuelto al pasado sino algo distinto, como si su luz tuviera menos fuerza y se estuviera apagando.

Caminó despacio hasta que llegó a tocarle el pelo, se lo acarició y le dió un beso en la cabeza, luego se echó en su musculosa espalda y le pasó los brazos por el cuello para tocar su pecho que lo tenía desnudo.

—Tienes un pelo precioso cariño, me encanta porque es muy sedoso y brillante. Estaría horas aquí oliendo tu aroma.

Él le cogió la mano y tiró de ella para sentarla en su regazo. Allí quedó Youngsoo encima de su esposo y sonriéndole.

—Pronto crecerá el tuyo no te preocupes por eso —le dió un beso en los labios.

Se quedaron absortos el uno en el otro.

—No estoy preocupada por eso, tú has hecho que eso pase a un segundo lugar, señor "compra lo que quieras, come lo que quieras y haz lo que te dé la gana con el dinero de mi tarjeta de crédito" —le dijo sonriendo como una boba porque había sido un marido espectacular en estos días.

—Mi dinero es tuyo ya lo sabes, puedes hacer con él lo que quieras —la atrajo hacia su pecho para abrazarla con fuerza.

—¿Tienes problemas con el negocio? ¿O hay alguien que te está molestando?—lo notaba triste por mucho que hablara tan cariñoso con ella y no pudo callarlo por más tiempo.

—No, todo va bien. No te preocupes por nada que siempre estaré a tu lado y nunca te dejaré sola si eso es lo que te preocupa.

La besó despacio, todo lo despacio que podía para sentirla y saborearla. Necesitaba recordar su boca cuando no la tuviera delante, su sabor y su olor se habían vuelto una droga silenciosa que ya no podría dejar atrás. Porque sabía que sin ella no merecía la pena existir.

Después de que la saboreó por un rato la acunó en su pecho para hablarle.

—¿Sabes lo que he leído hace un momento en un post? —le dijo cuando se separó de ella.

Youngsoo negó con la cabeza mientras la tenía echada en su hombro.

—Que no es más fuerte el amor del que se enamora primero sino del que lo hace después. ¿Y sabes porqué?

Ella volvió a negar y se echó en su pecho para escuchar como latía su corazón.

—Porque el segundo dejó ver su fragilidad, se despojó de sus miedos y de su forma de vivir para estar con la persona que lo salvó de su pasado, así que si el primero deja al segundo ya no sabrá como sobrevivir en un mundo que creó para que los dos fuesen felices.

—Eso te lo has inventado tú no lo leíste en ningún lado —le dijo ella riendo y divertida levantando su cabeza para mirarlo.

—Soy un poeta, ¿a que sí? —le sonrió melancólico, después la cogió en brazos y se la llevó al interior.

—¿Donde vamos señor poeta?

—A la cama señora Jeon —la echó despacio en el colchón y se quitó la parte de abajo del pijama para meterse desnudo entre las sábanas—. Hoy la pasaremos todo el día metidos aquí y desnudos, ¿no crees que es un buen plan para despedirnos de la ciudad del amor?, este poeta escribirá sobre tí con su enorme pluma de oro.

Youngsoo se reía a carcajadas, no podía creer lo gracioso que se había vuelto su marido en sus conversaciones.

Ella era tan feliz que abrió sus piernas y se subió en sus caderas, después lo besó con todas sus ganas. Haber descubierto al verdadero Jeon Jungkook la hacía sentirse más viva que nunca.

Hicieron el amor tantas veces ese día que quedaron exhaustos.

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El vuelo a Seul estuvo tranquilo, no hubo incidencias importantes.

La llegada a la mansión fue un repliegue de gente de servicio que les dió la mejor de las bienvenidas. Todos se sentían bien al verlos tan felices.

Jungkook fue a la oficina para ponerse al día y ella se quedó acomodando todo lo que había traído.

Hana le ayudaba.

—Compraste muchas cosas por lo que veo —le dijo la mujer mayor mientras guardaba unos abrigos que había comprado Youngsoo para cuando hiciera frío en Seul.

—Yo no quería tanto Hana pero Jungkook se volvió loco en las tiendas de la ciudad —se sinceró ella mientras miraba unos pendientes de diamantes con su anillo compañero que compró en Tiffany, una de las más prestigiosas joyerías a la que la llevó uno de esos días.

—No sabes lo feliz que soy mi niña, veros así no tiene precio para mí.

Alguien entró en la habitación, era una de las muchachas de servicio. Traía un sobre blanco grande.

—Señora, ayer trajeron esto para usted —se lo extendió.

Ella lo cogió sin saber de qué se trataba.

—Gracias —le dijo y fue a sentarse al escritorio que tenía su marido alejado de la cama.

—Te dejaré un momento a solas para no interrumpir —Hana salía por la puerta.

—Gracias Hana por todo —ella le sonrió.

Cogió el abrecartas y abrió el sobre.

Era una especie de documentación, no entendía nada. Miró de nuevo el sobre pero no había remitente, no sabía quién lo mandó.

Puso atención en los nombres. Se trataba de un contrato médico.

Doctor Choi, Doctor Sung y Jeon Jungkook...

Doctor Choi, Doctor Sung y Jeon Jungkook

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