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De pronto no sabía como salir de aquel pasillo que lo engullía hasta el punto de sentirse encerrado, era como si aquel edificio se hubiera convertido en un laberinto por donde era muy difícil andar y escapar.

Como pudo llegó al vestíbulo y sintió la necesidad de correr lejos para que nadie pudiera presenciar lo derrotado que se veía. En sus recuerdos tenía que ir muy abajo para saber cuándo calló tanto.

Por su nuca caían unas gotas de sudor que le estaban produciendo unos agonizantes escalofríos, su estómago quería vaciarse e impactar en el frío mármol que tenía bajo sus pies, y le dolía tanto la cabeza que creía que un martillo le daba golpes mortales en sus sienes.

Su corbata estaba ladeada por lo que había tirado de ella hacia abajo cuando sintió que el aire no pasaba por su garganta, ese nudo se hizo asfixiante y por un momento pensó que tal vez si lo hubiera apretado más a su cuello ahora ya no estaría sufriendo ni le dolería tanto el pecho.

La vida estaba sobrevalorada, pensó así porque la suya en este momento pintaba tan mal que así sería como mejor calificarla. Nada de lo que atesoraba tenía sentido ni iba a ningún lugar. Solo había algo que ansiaba tener y se le estaba escapando de las manos como un pez escurridizo fuera del agua.

Salió fuera a la calle con dificultad y los rayos del sol le dieron en la cara, con una repugnancia digna de un ser malvado sintió odio hacia él. No tenía derecho a ser feliz porque él mismo ya no lo era, tendría que estar escondido por las nubes negras y que amenazaran con esa lluvia que lo tuvieran entre las penumbras y escondido de los ojos del que lo quisiera ver. Si él no era feliz, nadie más se lo merecía.

Cerró los puños y gritó. Necesitó soltarle al mundo lo enfadado que estaba porque este rodara tan despacio sobre su órbita. Tenía toda la culpa porque no cuidó de su preciosa mujer, ni la protegió de todo el mal que la azotaba, ni tampoco supo como salvarla de lo que le esperaba.

Todo lo que observaba tenía la culpa de lo que le ocurría a Youngsoo. El aire, el sol, el mundo y los insectos por volar libres sin darse cuenta del dolor que sentía porque iba a morir su ser especial.

—¡Ahhhhh! ¡Ahhhhh!

Corrió por la calle con los zapatos importados y el traje de Gucci sin importarle todas las personas que paraban lo que estaban haciendo para mirarlo.

Pasado

Las sabanas eran su refugio y su escondite para que nadie pudiera ver que estaba llorando.

Había conseguido montar una tienda de campaña ayudado por las sillas que tenía en su habitación, las sábanas quedaban extendidas sobre su cabeza. Escuchaba a su madre llorar y él hacía lo mismo en su guarida lejos de todos los sirvientes que quedaron en la casa, después de que su padre los abandonara solo había tres de ellos para cuidar de su madre.

Escuchó la puerta abrirse y se tapó los ojos. No quería verlo, no después que le dijo que se iría con otra familia.

—Jungkook voy a pasar, soy yo cielo.

Era la señora Jung. Hana sería siempre su mejor recuerdo de aquellos años, por eso seguía a su lado y era la única a la que dejó acercarse cuando ya fue todo un hombre.

—Te he traído un caldo que resucita hasta a los muertos como decía mi madre.

La mujer movió una de las sábanas y vio como el niño tenía la luz de una linterna sobre su cara mientras se la veía mojada por las lágrimas.

—Por el amor de Dios, quita eso de tus ojos te vas a quedar ciego.

Se metió en el interior del lugar secreto a gatas y dejó el cuenco con sopa en el suelo, después le arrebató la linterna a Jungkook.

—¿Por qué mi padre quiere a ese niño más que a mí? ¿Es que soy tan horrible?

—Oh cielo, eres hermoso y siempre lo serás.

Ese fue el primer momento que Jungkook supo a lo que sabía la lástima. Aquellos ojos que lo miraban tenían mucho de eso y se prometió que en el futuro jamás dejaría que nadie lo mirase de esa forma. Hasta Hana lo comprendió años después.

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Corría por la avenida principal donde la zona era una de las más concurridas de la ciudad. No le importaba que pensaran que estaba loco porque en realidad sí lo estaba.

Iba al apartamento de Jisoo.

Youngsoo no le contestaba al teléfono y necesitaba saber si se había ido con ella, porque tal vez no quería saber el resultado de los exámenes.

Llegó hasta el edificio donde su amiga vivía y subió hasta donde se encontraba su vivienda.

Tocó con fuerza y jadeando intentando respirar para no ahogarse. El pelo lo tenía mojado y su aspecto era horrible para un hombre de negocios.

—Señor Jeon —dijo Jisoo cuando lo vio allí con la respiración agitada y la cara demacrada

—¿Donde está?

—¿Quién? ¿Y qué le ha ocurrido?

Algo estaba mal, no era normal ver a alguien que su apariencia siempre había sido impecable, hecho un desastre.

—You, ¿está aquí contigo?

—No, llevamos dias sin vernos, desde que se fueron de viaje no la he visto.

—¿Qué ocurre Jisoo? —era InYeop que salía un poco despeinado y metía su camisa en el interior de sus pantalones con sus manos.

Los golpes tan fuertes que dió Jungkook en la puerta los puso en expectación. Salieron rápidamente de la cama que es donde estaban juntos.

Cuando Jungkook se dió cuenta de lo que allí ocurría , habían pasado unos pocos minutos.

—¿Le ha pasado algo? —se preocupó por ella InYeop y se lo preguntó cogiendo de la cintura a Jisoo.

Él miró la mano protectora de ese hombre que seguro se había enamorado, cerró los ojos y peinó su pelo con tanto cansancio que Jisoo se preocupó.

Bajó después el rostro al suelo porque el dolor se incrustó de nuevo en su pecho.

—Solo quiero un poco más de tiempo, pido perdón por mis errores y por lo que le hice.

—Señor Jeon por favor —Jisoo le tocó el brazo por primera vez en su vida— no me asuste. Sé que algo ocurre, ¿puede por favor decirme que es?...estoy muy preocupada.

Jungkook la miró y le dió una sonrisa.

—Se muere Jisoo eso es lo que pasa.

—No...no puede ser verdad.

InYeop la cogió y la atrajo a su pecho.

—Tranquila, tranquila que yo estoy aquí contigo.

Los tres intentaban poner en orden sus sentimientos. Algo difícil para un dolor tan grande. No es fácil despedir de este mundo a un ser querido.

Hay quien enfrenta el problema, pero los hay que se encuentran con que la vida vuelve a ser cruel y despiadada sin dejarlos pensar con coherencia...

Hay quien enfrenta el problema, pero los hay que se encuentran con que la vida vuelve a ser cruel y despiadada sin dejarlos pensar con coherencia

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