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—¿Pero por qué mierda no le dije que estaba preciosa? ¿Pero por qué mierda no pude sonreír y hacerle el momento especial como se mereció en ese instante tan especial para una mujer? Soy un auténtico cretino, no tengo perdón de Dios.

—¿Qué le ocurre señor? —le preguntó Rufus cuando llevaba a Jungkook a una reunión en la mañana.

—Nada, solo conduce —le soltó molesto.

—Ok, eso haré señor —su asistente sonrió aunque le hubiera hablado mal, sabía que estaba su jefe experimentando el desprecio de su esposa y en verdad ya se merecía algo como eso.

Y es que cuando llegó a su oficina ella salía por la puerta. Hablaron levemente porque iba con lágrimas en los ojos. Pero lo suficiente para saber que lo había despreciado.

Llegaron al lugar donde sería la reunión a los veinte minutos y salió del coche, se adentró con su abrigo largo de color negro y con sus andares seductores, en su mano estaba su maletín de piel donde llevaba la documentación que necesitaba.

Cuando iba a subir en el ascensor que lo llevaría a la planta donde estaba la sala de reuniones, se dió cuenta de quién venía de frente.

—¿Hiunsu?

—¿Kook...oh... perdón Junkook? ¿Tú por aquí? —no se atrevió a llamarlo Kookie, su mirada recelosa se lo dejó claro.

—He venido a una reunión —dijo él y se quedó un momento allí parado, perdió el ascensor que cerró sus puertas y subió vacío.

—Ah...pues me alegro de verte, yo vine a recoger unos informes de un paciente. Llevamos mucho sin vernos, a veces creo que no quieres encontrarte conmigo —le dijo triste y lo miró con lástima.

—Nuestros encuentros eran solo por trabajo y lo sabes, aunque tengo que decirte que es la peor decisión que he tomado en mi vida Hiunsu, es algo que no me perdonaré nunca —le dijo enfadado y dolido por todo lo que ello representaba para la salud de su mujer.

—¿La peor? ¿Es que el señor Rice no ha cumplido con su parte del trato? —le dijo ella sin saber lo que sabía Jungkook de todo aquello.

—Nunca me puse en contacto con él, no quiero nada que venga de ese contrato que he firmado en el peor momento de mi vida —con ese asunto estaba tan mal que se odiaba así mismo todos los días.

—Es mucho lo que puedes conseguir.

—He dicho que no quiero saber nada de eso Hiunsu —le dijo con un carácter del demonio—. Solo me gustaría poder atrasar el tiempo y volver a aquel día, tuve la vida de alguien demasiado importante para mí en mis manos y se la di a otra persona —su voz se quebró un poco y la otra se estremeció.

—¿Sabes algo que yo no sé? —se asustó.

—¿Quién derivó a mi esposa al hospital? ¿Quién le otorgó la oportunidad de poder ser la paciente que obtuviera la medicación igual a la que tuvimos en nuestro poder Hiunsu? Dime...¿Sabías algo de eso? ¿Cómo es que no supiste que era mi mujer?

Verlo allí con ese carácter autoritario y tan dominante la asustó. Ella no podía contarle por nada del mundo todo lo que había urdido para que Youngsoo desapareciera de éste mundo y dejara de una vez a Jungkook libre.

—No sé, tal vez vino directa por el otro CEO, es que no sé Jungkook yo no llevaba todo ese papeleo, era mi padre y el señor Choi —se sintió violenta y casi pillada en su maldad.

—¿No sabes nada de eso? ¿De verdad Hiunsu? —le clavó los ojos.

Ella se encontró de pronto pensando y maquinando que hacer, qué decir, tenía que hacerlo rápido si no quería que él pensara mal de ella.

—Yo no sabía que la otra persona era tu mujer hasta que la vi con el doctor Juwoon, y déjame decirte que me dijo cosas horribles el último día que estuve en su tratamiento —bajó su rostro y suspiró dolida.

—¿Cosas horribles You? Ella no es así, jamás te diría nada hiriente sin que tú le hayas hecho algo primero —la defendió Jungkook porque sabía su carácter tierno y comedido.

—¿Quieres que te diga que no ocurrió para que la sigas poniendo en un pedestal y a mí puedas tirarme al lodo? —se enfadó Hiunsu y se puso a la defensiva.

Buscó en el bolsillo de su abrigo y sacó una bolsita dorada y rosa, la abrió y le enseñó el anillo de bodas, ese que era de Jungkook y Youngsoo y le arrancó aquel día de malas maneras del dedo, mientras ella sufría y estaba medio sedada.

—¿Cómo demonios tienes tú eso? —le sentó tan mal a Jungkook que no escondió su malestar—. Dámelo —se lo arrebató con fuerza y la miró mal.

—Ella me lo tiró a la cara, con tanto desprecio que aún recuerdo sus ojos de maldad —le dijo sin vacilar ni un ápice.

—No lo creo..

—Lo siento por tí si no lo crees, pero me dijo que eras todo mio, que no te quería y que no te aguantaba más en su vida —su veneno hacía daño a Jungkook que no entendía que era todo aquello—. Estoy cansada de que pienses en ella como una santa, todo el mundo habla que te abandonó por irse con el CEO Hwhang InYeop, ¿De eso tampoco te crees nada?

Jungkook no sabía qué contestar, todo se había puesto difícil, siempre consiguió controlar las situaciones que se le habían presentado a lo largo de estos años, pero ahora, nada le salía bien.

Cuando Youngsoo le recriminó que sintió asco por su inferior condición y por verle puesto en su cuerpo insignificante aquel costoso vestido de novia, no era cierto.

Si le dijo aquello es porque no quería que todos los de la celebración de su boda vieran lo hermosa que era. Si todos los hombres se interesaban por su esposa tendría que salir en su defensa más adelante, tendría que dejarles claro quién tenía la exclusividad de esa mujer y que era suya, ¿Pero como se hacía eso? ¿Cómo dejaba un hombre claro su poder en el ámbito amoroso y sentimental si nunca había servido para que vieran sus sentimientos?

Agarró con fuerza el anillo y lo metió en el bolsillo de su abrigo.

—¿Jungkook? —le preguntó Hiunsu al ver que le dió con su puño al botón del ascensor con tanta fuerza que se había hecho daño.

Su mandíbula marcada volvió de nuevo a su rostro.

—Que tengas un buen día —le dijo él seco y se metió en el ascensor.

—No hemos terminado de hablar...

—Yo sí —le dió de nuevo un golpe al número seis porque el número cinco se había roto, y las puertas se cerraron.

Hiunsu se quedó mirando allí inmóvil.

—Maldita Youngsoo, la guerra aún no la has ganado...

—Maldita Youngsoo, la guerra aún no la has ganado

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