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Jungkook estaba dentro de su coche esperando que su medio hermano saliera de la empresa que perteneció al padre de ambos y que se quedó como heredero universal. Necesitaba saber ciertas cosas que se preguntó por años. ¿Porqué lo quiso más, y porqué lo consideró su progenitor el mejor entre los dos?

Nunca tuvo el valor de hacer frente a lo que le hizo tanto daño y que aún a día de hoy no entendía, eso lo sumió en la peor de las pesadillas durante demasiados años. Pero como Youngsoo le ayudó en eso de los sentimientos necesitaba explicaciones, y que el otro supiera que no era un eslabón perdido dentro de una historia que seguro no le habían contado.

Llevaba dos semanas sin ir a su compañía para trabajar, no tenía cabeza para informes, proyectos ni nada que tuviera que ver con el trabajo que había desempeñado por años.

No sabía donde estaba Youngsoo, había pagado una fortuna a unos detectives privados que aún no habían dado con su paradero. Eso lo tenía todavía peor que lo que iba hacer ahora.

Había comprado un arma, una pequeña y la tenía escondida en el cajón del escritorio que había en el despacho de la mansión Jeon. La miraba y la palpaba todas las noches mientras bebía whisky y fumaba unos cigarrillos en el sofá que había en aquella estancia que era su nuevo escondite, ya no era un niño para esconderse en aquel refugio que ideó cuando se quedó solo y abandonado por el que tenía que haber velado por su infancia. Pero se parecía mucho y por eso se quedaba allí pensando si lo mejor era pegarse un tiro en la sien como habia ideado hace tiempo si a ella le ocurría esa aterradora desgracia. Quería acabar con ese maldito sufrimiento que lo tenía destruido y se había vuelto su peor enemigo.

La compra de ese arma fue un impulso que tuvo una mañana al despertar de un sueño que tuvo junto a Youngsoo, los dos morían y eran al fin felices

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La compra de ese arma fue un impulso que tuvo una mañana al despertar de un sueño que tuvo junto a Youngsoo, los dos morían y eran al fin felices.

Cuando despertó creyó que esa solución no estaba nada mal, que lo mejor era irse de este mundo por lo cabron que había sido con él y encontrar después el camino de la felicidad junto a la que ya no iba a sufrir más.

Se emborrachaba hasta quedarse dormido en el sofá, sabía que el día de su final estaba cerca pero antes quería saber lo que siempre quiso entender.

Un hombre más o menos de su edad salió a la calle mirando su reloj preocupado, algo que él mismo entendía a la perfección. Vivían por y para el trabajo sin comprender que la vida no daba tregua ni oportunidades, y que la muerte no entendía de horarios ni dinero.

Iba vestido de forma impecable y su pelo castaño claro no tenía que ver nada con el suyo, ni tampoco sus facciones se parecían en nada, sin embargo él mismo era un calco de su padre. Solo con eso se sintió victorioso ante aquel que le ganó en muchos otros aspectos.

Salió del coche para llegar donde el otro estaba.

Salió del coche para llegar donde el otro estaba

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—Hola, soy Jeon Jungkook.

El desconcierto en el rostro del otro era palpable, el nombre lo descolocó y el parecido con su padre era tan asombroso que se quedó sin poder contestar.

—Hola —le contestó al fin.

—¿Podemos hablar un momento?

—Es asombroso lo que te pareces a él, desde cerca eres igualito —su medio hermano lo observaba detenidamente casi sin pestañear.

—¿Sabes quién soy? —eso no se lo esperaba Jungkook, creyó que sus padres no se lo habían contado.

—Nuestro padre me habló de que tenía un hijo con otra familia y nada más verte de lejos en las fiestas de sociedad supe que eras tú. Es innegable tu parecido —le extendió la mano—. Soy Jeon Yeol, encantado de conocerte.

Jungkook dudó en estrechar esa mano por unos segundos, pero luego la agarró y sintió como los cimientos de su vida se tambaleaban peligrosamente. Debía odiarlo y no sentir un calor extraño en el pecho.

Cuando terminaron de examinarse se soltaron.

—Tenía una reunión importante, pero creo que esto lo es mucho más. Así que vamos a tomar un café y hablemos —le dijo Yeol con amabilidad.

Todo lo que tenía pensado decirle Jungkook se desvaneció de una forma increíble. Se veía un hombre justo y amable. Lo había odiado por años y ahora tenía dudas sobre esos sentimientos.

Youngsoo estaría orgulloso en este momento de lo que había cambiado desde que supo de su enfermedad. Si se fuera de este mundo, como tenía pensado hacer, iría tal vez con mejor actitud hacia ella, podría mostrarle que sabía ser un hombre justo y menos frío en el trato.

—¿Tienes pensado algún lugar en particular para tomar ese café? —le preguntó él cuando estaban andando ya por la acera.

—Aquí mismo hay uno al que vengo a menudo —le señaló un local moderno que estaba a unos metros.

Se adentraron al interior y se sentaron en una mesa junto al ventanal. Pidieron sus cafés y ninguno sabía como empezar esa charla que se había demorado demasiado.

—Debes odiarme —Yeol fue el que cortó el ambiente frío.

—Creo que más de pequeño que ahora —se sinceró Jungkook.

—Te entiendo, fue una putada enorme por parte de nuestro padre haberos hecho eso a tu madre y a tí.

—Pues en realidad nos hizo trizas y mi madre sufrió mucho por su irresponsabilidad hacia nosotros —tomó su taza y le dió un sorbo porque recordar aquellos momentos se le hacía difícil aunque fuera ya todo un hombre.

—Para que no me veas como un enemigo tengo que decirte que mi infancia tampoco fue de cuento de hadas. El muy cabron engañaba a mi madre con otras mujeres. Empleadas, secretarias y mujeres de servicio fueron su distracción hasta el día que murió —notó la tristeza en sus ojos claros—. Ver a una madre sufrir día tras día es lo peor que puede pasarle a un niño, te doy totalmente la razón y por eso a veces deseé que se fuera y que nos dejase vivir en paz.

La intención de Yeol era que viera que tal vez lo mejor que le ocurrió es que los abandonara, ¿para qué vivir esa pesadilla día tras día con alguien que fue un puto desalmado con su madre?

—No sé para que quiso tener hijos —dijo Jungkook con la mandíbula tensa y odiando a su padre más que nunca.

—Yo pienso lo mismo, pero ahora no me arrepiento de haberte conocido. Lo había deseado tanto que ahora no me creo que al fin hayas decidido acercarte a mí —la sonrisa de ese que llevaba su sangre lo hizo sentirse bien después de los días de agonía que había tenido.

—Yo tampoco me arrepiento, creo que me diste parte de la paz que necesito para poder descansar —soltó el aire y bebió de nuevo de su taza.

—¿Puedo preguntarte algo sin que te ofendas? —le dijo Yeol.

—Claro, adelante.

—¿Estás actuando o de verdad eres así? No te estoy atacando de verdad, es una pregunta seria.

—¿Actuando? No entiendo lo que quieres decir.

—Es que me dijeron que eras muy visceral, vamos para que me entiendas un hijo de perra enorme —se divirtió Yeol cuando se lo dijo y Jungkook también sonrió.

Jamás creyó que no le importaría y tampoco se enfadaría al escuchar a alguien decirle la verdad.

—Y lo fui, pero conocí el amor verdadero, ese que me hizo recapacitar y por el que merece la pena morir...

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