XXIV. Castillos en el aire.

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—¿Ya fuiste a la agencia? —preguntó Poe, preocupado.

—Ya iré más tarde. A lo que me dijo Yosano, todo se resolvió ya. Sólo falta que un genio como yo vaya y les ilumine un poco el camino. Usaré mi habilidad, y ¡pum! Sólo hará falta un par de policías competentes y unas buenas esposas para atrapar al criminal.

—De acuerdo...

—No te preocupes, iremos a la dulcería, y entonces iremos para allá, ¿bien?

Edgar asintió, y ya no añadió nada más. Ranpo tampoco dijo nada más. Estaba un poco hastiado de eso. Desde ayer por la mañana, había recibido un sinfín de llamadas, todas aludidas hacia este doblemente falso Rey Celeste. Sólo contestó a la llamada del jefe, y le aseguró que todas las bombas eran falsas. Aquello lo tranquilizó de alguna forma, o eso creía. No volvió a recibir llamadas suyas.

Hacia un día especialmente brillante. No era caluroso, sino más bien fresco a pesar del sol y el mar celeste en el que flotaba. Los cielos despejados a veces son preludios de vastas tormentas. O al menos eso había escuchado Ranpo.

Al llegar a la dulcería, una pequeña tienda tradicional que hacía sus dulces a mano, Edgar le abrió la puerta, y Ranpo pudo oler el aroma del caramelo. ¡Estaba tan feliz!

Estuvo a punto de entrar, cuando su celular —que, por cierto, portaba Edgar—, sonó.

—¿Quién es? —preguntó Ranpo con fastidio, y no llegó a entrar.

—E-Es un número desconocido...

—A ver, dámelo —Edgar obedeció, y tan pronto como lo tuvo en sus manos contestó—: ¿Quién habla?

—Soy Ango Sakaguchi. ¿Con quién estoy hablando?

—Ah, ustedes y sus cosas de espionaje. Tú ya sabes quién soy.

—Necesito la confirmación, por favor.

—Soy Ranpo, Edogawa Ranpo —confirmó Ranpo con fastidio—. ¿Ahora sí puedes hablar conmigo?

—Una disculpa, cosas del oficio —dijo Ango, sin darle mucha importancia—. Ya están los documentos que me pediste. ¿Quieres venir por ellos o los envio a la agencia?

El rostro de Ranpo se iluminó.

—¡Yo voy por ellos! ¡Edgar, detén un taxi! —exclamó Ranpo, emocionado—. Ahora mismo vamos para allá.

En ese mismo instante, y como pocas ocasiones, se olvidó de sus dulces y junto a Poe tomó un taxi en dirección a las oficinas de la División especial. Tardaron más de lo esperado en llegar. Cuando lo hicieron, Ango ya estaba en la entrada, esperándolos.

Se saludaron, algunos con más cortesía que otros, y luego, con presteza, Ango los redirigió a su oficina, un pequeño cubículo que Ranpo dedujo no era su verdadera oficina, sino sólo un cuarto para recibir a los ajenos a la organización.

—Tomen asiento —les invitó Ango, y ambos se voltearon a ver. Aún así, aceptaron—. Al principio tardé un poco en encontrar los archivos porque eran viejos, y hasta algo dispersos. Había muchas personas involucradas. Pero al cabo de un poco de investigación conseguí reunir todo. Aquí está.

Ranpo tomó una carpeta café de las manos de Sakaguchi. La abrió, y se encontró con más de una centena de hojas. A pesar de esto, la mayoría, sino es que todas, sólo incluían un perfil breve, apenas unos párrafos.

Ango tomó asiento, y los miró con aburrimiento, o con sueño. Tal vez ambos. Siempre había pensado que aquel hombre necesitaba unas vacaciones.

—Este grupo —comenzó a explicar Ango— era una vieja organización, si es que podía llamarse así, de drogadictos y alcohólicos que planificaban peleas callejeras. Más que nada, se trataba de delincuentes con delitos menores, aunque también había una minoría que había sido responsable de algún asesinato.

—La mayoría están muertos —dedujo Ranpo.

—Casi todos. Y los pocos que quedaban han sido asesinados en estos últimos meses.

—Ya veo... ¡Muchas gracias! Te pediría una buena taza de té, pero creo que tengo más trabajo del que pensé.

—¿Ya averiguaste algo?

—Pronto lo sabrás en las noticias —comentó Ranpo, sonriente.

Ango sonrió, acostumbrado a su arrogancia. Sin embargo, su sonrisa se difuminó de un segundo a otro.

—Está bien. No me opongo. Sólo que en ese caso no sé porqué gastaron su tiempo en venir aquí.

—¿Mmm? ¿A qué te refieres? —preguntó Ranpo, levantando la vista de los documentos.

La sorpresa en el rostro de Ango Sakaguchi no le trajo nada bueno a Ranpo.

—Es que la agencia ya tenía la información. Kunikida pidió estos mismos documentos desde hace un par de semanas. ¿No les dijo nada?



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Un capítulo bastante corto por necesidades del guion. 

Entre otras cosas, ¡Feliz año nuevo!

Les deseo suerte cumpliendo sus propósitos de este año;)


El rey celeste  [KunikiDazai]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora