—Kunikida ha estado extraño últimamente —decidió confesar Dazai. Miró a la ventana, sólo para evitar la mirada de Yosano—. Desde que atrapamos al Rey Celeste, lejos de mejorar todo ha empeorado. Pareciera que siempre está cansado, no quiere comer y no duerme, y además...
Incluso le dolía decirlo. Yosano le preguntó que más había. Dazai, aún con la herida abierta, no pudo decírselo de inmediato.
—Me voy a mudar, Dazai —había dicho Kunikida con la mirada fija en el computador, de la nada, en medio de un desayuno unilateral.
—Pero, ¿por qué? —inquirió Dazai cuando salió de su estupor—. ¿No estás bien aquí?
—Sí, pero... No quiero molestarte, Dazai.
—¿Y desde cuando eres una molestia para mí?
Kunikida se quedó callado por unos instantes, largos y absolutos.
—No quiero ser una carga para ti, así que quiero irme antes de que lo sea.
—Pero no eres una carga.
—Y no lo quiero ser.
—Si te vas, lo vas a ser.
—No seas dramático, Dazai. Sólo me voy a mudar a unas cuadras de la agencia. Podrás ir y quedarte cuando quieras. No me voy a morir.
Por esa ocasión, levantó la mirada, y a través de sus lentes diáfanos no pudo ver emoción alguna en su rostro. Dazai no pudo hallar las emociones que golpeaban su pecho en los ojos ajenos.
—No soy dramático, soy realista —explicó Dazai, y dejó de lado el insípido desayuno—. Estás aquí y no duermes, no hablas, no haces más que andar de aquí a allá sin decirme nada. Si te vas, todo va a empeorar, y llegará el momento en el que yo mismo sea una molestia y me vas a dejar de lado.
—Nada de eso va a pasar...
—Entonces quédate —interrumpió Osamu.
—No puedo.
Dazai se creó una máscara de neutralidad, como si aquello no le molestara, pero por debajo de su piel su sangre bullía en indignación.
—¿Por qué? —lo que intentó pronunciar como una advertencia, sonó más bien como un susurro desesperado en medio de la tormenta.
—Por esto —dijo Kunikida, y con las manos los señaló a ellos dos—. No quiero discutir contigo. No quiero ser la razón de tu infelicidad.
—Lo estas siendo ahora.
Kunikida suspiró, y con ello se fueron sus últimos ánimos de explicar nada.
—Es por esto que creo que es necesario mudarme, Dazai. Sólo entiende, no quiero molestarte con mis problemas.
—Me molesta más que creas que no me importan tus problemas.
—Es que no es eso...
—¿Entonces qué es?
Kunikida lo miró, sorprendido. Abrió la boca, como si fuera a refutarlo, y entonces la cerró, tomó su computador, y salió de la habitación sin decir nada más. Tres días después de eso, se mudó a un departamento cerca de la agencia —pero lejos de él—, y ahora, una semana después, apenas y había tenido contacto con él. Le hacía sentir a Dazai que se había ido sólo para alejarlo de su vida.
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El rey celeste [KunikiDazai]
Fiksi PenggemarUn fanfic del fandom de Bungo Stray Dogs. Yokohama es el escenario del mundo, y también de los actos criminales. Entre sus últimas obras, destacan los asesinatos de un hombre que se hace llamar el Rey Celeste, un supuesto elegido cuya misión terrena...