Capítulo 3

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-¿Me escuchaste?- la escuchaba pero mi cabeza daba vueltas.

-No quiero, por favor, envíe a alguien más- esta me pedía que preparara el baño de ese ser.

No quiero hacerlo, no quiero que me toque. Que me mire

Hacían tres días me habían sacado de los calabozos y se me pedía limpiar, barrer, despolvar, lo que sea lo hacía, pero no quería preparar el baño de quien me había tocado de esa manera.

Recuerdo que luego de haberme enterado de lo que se haría conmigo si continuaba con mi virtud, me acerqué a él para agradecerle cuando lo vi pasar por el pasillo el cual aseaba.

-Señor Min- llamé, estaba nerviosa porque en efecto aunque suponía me había ayudado aún le temía, me intimidaba, más bien le tenía pavor.

Iba vestido de manera impecable como de costumbre, el negro resaltaba aún más ese pálido y macabeo rostro.

Me miró de arriba a abajo y lo vi sonreír ladino. -¿Vienes por un poco de atención?- lo escuché mofarse y negué

-N..no señor

-Amo- corrigió con prepotencia

-No amo- mis manos sudaban -De echo quería

-Ya no quieres

-Quiero agradecerle- lo ví alzar una ceja de manera burlona. -Si no hubiese hecho tal cosa yo..- un nudo se instaló en mi garganta impidiéndome continuar.

Su estruendosa risa se escuchó poco después, era macabra. -Hermosa, ingenua y confiada. Pronto serás comida para lobos y disfrutaré viéndolo- dijo por último antes de perderse por el pasillo

Tuve pesadillas esa noche.

Ahora se me pedía no solo calentar y llevar el agua hasta el dormitorio de este sino también pasarle las especies de baño y sostener su toalla.

¡Lo vería desnudo por toda la magia!

Una fría gota de sudor se instaló desde mi nuca hasta mi espalda, mi bello corporal se erizó y estaba segura que mis ojos brillaron en esmeralda porque vi las runas de mis brazos brillar.

-No puedo Madai, en verdad no. Eres la única que puede hacerlo en estos momentos y no le gusta esperar- dijo paciente y me guío con la mano para que tomara camino.

Comencé a subir las escaleras con los frascos que contenían las especies de baño, olían a cerezos y siempre me gustó ese olor, ahora ya no tanto. Me recordaban a ese ser.

Antes de lo que deseaba ya estaba tras la puerta roja que daba a la habitación que temía, toqué la puerta y cuando escuché el UM en respuesta me tensé completa.

Su voz era ronca y rasposa, y como todo el intimidaba.

Tomé varias respiraciones que en lugar de darme calor para entrar me hicieron flaquear y dudar aún más.

Tomé la perilla entre mis manos y me adentré al lugar. -Cada vez las envían más lentas- lo escuché quejarse y bajé la mirada cuando lo noté acercarse a mi campo de visión.

Iba completamente desnudo, todo el sin nada que lo vista.

Su pecho, y su... ¡por todo lo que es mágico! Vi su cosa.

-Ahh florecita, pareces una virgen, pero ya no lo eres, ¿recuerdas?- mis runas volvieron a brillar por la vergüenza.

Lo sentí moverse y escuché el agua removerse. -Acércate, no tengo todo el día.- espetó severo.

-Si señor

-Amo, ¿acaso necesitas una lección para aprender cómo llamarme?- negué mientras caminaba hasta que mis pies dieron con la bañera. -Levanta la mirada- temía.

Aún así cuando lo escuché ordenarlo nuevamente lo hice. Sus ojos a pesar de no estar en el rojo de mis pesadillas me causaba mucho miedo. Tendió su mano y entendí que deseaba un poco de jabón.

Lo coloqué entre sus frías manos y lo vi mojarlo dentro del agua para luego dirigirlo a sus partes, mi mirada volvió al suelo con rapidez.

-LEVANTA LA VISTA- mi cuerpo entero de estremeció con su grito -Estás aquí para servir, hazlo bien de una puñetera vez.

Luego de eso me obligué a mantener mi mirada en la bañera, me obligué a que mis manos no temblaran por el miedo que sentía y me obligué  a respirar con la normalidad que me era posible.

Se levantó luego de asearse y esperó por la toalla, más bien esperó a que la envolviera en su cadera sin aún salir de la tina, por la altura de esta y la suya por sobre la mía quedaba aún más alto haciéndome acercar a su..

Me alejé con rapidez.

-Como veo que te encanta, tu asistirás mi baño, tu guiarás a mi alimento aquí y tu lo sacarás fuera cuando ya no quede nada de él y si no te comportas como debes me alimentaré de él o ella en tu presencia- dijo cerca de mi cara mientras me retaba -¡DEJA DE TEMBLAR MALDICIÓN!- me tomó del cuello y empujó contra la puerta con rudeza -LARGO DE AQUÍ

No espere a que lo repitiera y salí corriendo del lugar, al último escalón prácticamente tropecé y caí al suelo pero alguien me sostuvo.

Intenté agradecer pero su mirada sobre mí me causó desconcierto, miedo y desnudez aún llevando prendas.

Me miraba con lujuria y temí por mi.

Volví a avanzar y no me sentí verdaderamente segura hasta no llegar a la cocina en la que suele estar Naria.

¿Como haría eso todos los días?

¿Que será de mi?





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