Capítulo 6

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Sentí su miembro entrar en mí desde atrás con un fuerte empuje, sumándole a la sensibilidad que tenía por la pasada sesión estaba al borde del desmayo.

Me ardía pero el doloroso ardor que sentía en el exterior, más el ardor delicioso de la fricción entre su pene y mi vagina era una combinación que me tenía gritando por más.

Mis músculos se contrajeron, mis pies se entumecieron para esperar el orgasmo pero no sentí más que su pene saliendo de mi. El vacío que dejó en mi me hizo lloriquear por el, reía.

Lo escuchaba carcajearse tras mi espalda.

-Uno- dijo con diversión

Mi respiración se calmó en un momento cual sentí nuevamente su intromisión. Su empuje volvió igual de intenso y mi escozor fue aún mas insoportable. Me picaba el interior por un orgasmo que nuevamente no conseguí pues salió de mi para verterse en la piel desnuda de mi trasero.

-Dos- contó y entendí que ahora serían 20 veces de negarme el placer.

Lloraba, gritaba para que no parara pero lo hacía. Se detenía justo cuando sentía mis entrañas arañar por el. Justo cuando mi intimidad acercaba a su liberación me dejaba sin nada, sin el.

Mis lágrimas por el placer negado no se hacían esperar. Mis chillidos aumentaron y mis sollozos fueron parte del ambiente.

Cuando el número veinte llegó estaba literalmente sobre la cama. Desparramada y sin obtener nada más que risas y burlas de su parte.

Sentí como mi cuerpo trataba al fin de liberarse pero no pasaría. No lo haría como las veces anteriores. Salió de mi vertiéndose entre mis pliegues y la cálida sensación. Más la sobre estimulación a la que fui sometida me hizo correrme con nada tocándome, con nada en mi interior y con nada haciendo fricción en mi.

-¿Que clase de zorra se corre sin nada dentro? ¿Tan acostumbra estas a mi polla que con solo imaginarla la disfrutas? ¿Es eso?- haló mi cabello haciéndome luchar contra mi reciente orgasmo y mi respiración, pues no sentía siquiera mi cuerpo.

No sentía nada más que temblores en mi entrepierna, a mis pulmones no llegaba aire y a mi cuerpo los mandatos para moverse o hacer algo más aparte de ocupar un espacio.

-Lección dos: Tus orgasmos son míos

Sentí sus manos en mis tobillos mientras me recuperaba, los soltó y volvió mi cuerpo hacia arriba nueva vez. Su duro cuerpo se metió entre mis piernas y se arrodilló para tomar su camiseta y rasgarla hasta dejarme completamente desnuda.

Tomó mis labios y los chupó con fuerza mientras entraba en mi tragándose así mis sollozos.

-Te encanta- dijo contra mi boca y asentí a pesar de que no fue pregunta. -¿No te basta conmigo? No necesitas a nadie más.

-No lo hago- pronuncié con convicción.

-Te encanta como te toco- empujaba frenéticamente en mi y me sentí al borde. Su boca fue hacia mis pechos y los chupó y mordió. Exploté a su alrededor sin poder evitarlo. -Uno- dijo volviendo su boca a la mía y entonces ahí lo entendí.

Moriría esa noche, moriría de placer.

Su empuje en ningún momento se detuvo. No descansaba, no paraba. Sujetaba mis mano aún estando sujetas por cadenas y apretaba mis muslos.

En algún número entre el 15 y el 18 salió de mi y me tomó con su boca al fin.

Sus labios me succionaron y su lengua me comía con deliciosa fuerza. Una mordida vino poco después cual me sacó un extenso gemido que acabó con migo levitando en el aire aún sobre la cama. Pues con este tener mis piernas sujetas me había separado de la superficie.

Tuve algún momento de inconsciencia en la que cuando desperté ya lo tenía dentro nuevamente.

Salió de mi al momento en que pronunció el número veinte dejándome con los espasmos a flor de piel. Toda yo estaba sensible.

-Lección tres: tú eres mía.

Tomó asiento sobre la cama y me haló sobre el, mi adormecido cuerpo quedó ahorcadas sobre el suyo aún duro. Me hizo sentarme en su ereccion.

-Hazlo bien- dijo sentándome por completo en el. Mis movimientos eran lentos pues sentía que en cualquier momento acabaría desmayada. No faltó mucho para que se desesperara y me moviera el mismo. Resonaba algún golpe en mi trasero de vez en cuando pero no lo sentía. No lograba sentir siquiera mi piel.

Mi interior se contrajo con fuerza y me sentí explotar.

-Te amo

Cerré los ojos para dejarme ir al fin pero sentí mi cuerpo ser apartado como si quemara.

La lejanía del suyo me  hizo sentir frío de pronto. Noté varias enredaderas en su cuello, en su torso. Sus piernas. Miré mi cuerpo y salían de mi.

Salían de mi.

-Ohh por la magia. Lo siento. Lo siento tanto- no respondía. -Yoongi por favor perdón.- lo vi colocarse el pantalón. -P...perdón por favor. Por favor. Yo no quería, lo hice sin saber lo juro por todo lo mágico.

-¿Porque mierda debes echar esto a perder con sentimientos absurdos?- me congelé en mi lugar, no había sido por mis enredaderas.

Era por lo que había dicho.

-¿Todo esto es porque te dije que te amo?

-No me amas. Esa mierda no existe, ¿me amas? ¿Me amas dices? ¿Desde cuando? ¿Cuando te halaba el cabello o gritaba? ¿Cuando te golpeaba? ¿Cuando te dominaba?- las lágrimas en mis ojos se habían hecho presente. Dolía, dolía mucho la forma en la que me veía. -Tu estupida cabeza no está diseñada para entenderlo, pero ni los vampiros, ni las Ninfas pueden amar. Ustedes nacen para ser poseídas, nada más.

-¡Te odio!- grité con dolor. Pero no lo odiaba, odiaba el no poder dejar de amarlo aún con lo que me decía.

Salió de la habitación dando un portazo y llevando su camisa abierta sobre su torso. Me había rechazado. Me había dejado y sabía que no volvería, que no se disculparía cuando recapacitara.

Me removí con enojo en las cadenas y no hice más que lastimar mis magulladas muñecas.

Ya no solo dolía mi cuerpo, mi pecho dolía aún más. Lloré por minutos enteros antes de caer en la inconsciencia.









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