Capítulo 5

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La noche era fría y tenebrosa, no había ascendido la luna aún y cuando Naria me guió al patio para mi baño me sentí desfallecer nuevamente.

No había comido mucho la verdad, apenas algo de fruta en la mañana, así que tomé unas uvas que iba comiendo en el camino a pesar de tener mi estómago revuelto.

Naria se encargó de lavar mi cabello mientras me mi cuerpo estaba bajo el agua, quería desaparecer justo en ese momento pero ya lo había intentado, mis poderes de viento no funcionaban.

Quizás de esto hablaba Naria al decir que mis poderes se descontrolarían, apenas podía hacer florecer una flor, y apenas porque en cuanto dejaba de mirarla se marchitaba.

Justo como yo lo haré cuando ese ser me toque.

Cuando mi cuerpo fue seco y las prendas puestas sobre mi cuerpo la noté llorar, -Solo no te resistas ¿si?. Obedece- asentí mientras mis lágrimas volvían a caer.

Mis lágrimas brillaban en blanco perlado bajo la luz de la luna, Naria me guió hasta el tercer piso, los pasillos estaban repletos de ellos. Estos salían en la noche de sus cuartos y agradecí el hecho de que la fuente en la que se me mandó a bañarme sea cerrada a todo lo demás, aunque aún está el problema de que los amos pueden vernos, me pregunto a qué hora se bañan las demás.

Los vampiros me miraban de una manera que me hacía estremecer, todo aquí me daba pavor, noté a algunas de las chicas caminar con la cabeza gacha hacia el salón del segundo piso, serían elegidas.

Yo en cambio fui guiada hasta la puerta del despiadado ser que si tuviera la facultad humana para odiar lo haría.

Tampoco puedo amar como lo hacen ellos, solo cuidar y crear, dar vida.

-Tranquila- dijo Naria por último antes de dejarme tras la puerta.

Levanté las manos para tocar y esta temblaba como una hoja en medio de una ventisca. La puerta fue abierta poco después.

Notaba a dos vampíros observarme desde el pasillo con morbo y lujuria. Estos llevaron su vista a la pared en cuanto el más pálido abrió la puerta.

-Pasa- dijo este y mantuve mi mirada gacha por lo intimidante de la suya, no llevaba camisa y su pantalón estaba abierto dejando ver mucha piel.

-Qué no se me moleste- escuché como rugió de mala gana.

Mi cuerpo se movía de un lado al otro por los temblores que el miedo me generaba.

-Aprenderás sobre reglas- ahogué un chillido al sentirlo frente a mi, solo veía sus pies descalzos, no me atrevía a mirar esos rojos y macabros ojos. -¡DEJA DE TEMBLAR MALDICIÓN! Que exasperante eres- su voz no hacía más que hacerme flaquear.

Tomó mi cabello y me hizo levantar la cabeza hasta mirarlo a los ojos, dolía. Dolía demasiado. -Tomaras un baño cada día cuando el sol se encuentre en su punto más alto- haló mi cabello con más fuerza -¿Entendiste?- asentí como pude y con la energía y movilidad que su agarre me permitía. -Lo harás bajo mi vista- me llevó hasta la ventana donde estaba su escritorio -Desde aquí voy a observarte y tu tomarás tu baño frente a mi sin que tenga que dominarte. ¡¿Entendiste?!- volví a asentir, para este punto mis mejillas estaban repletas de lágrimas.

Me lazó al suelo y luego volvió a tomarme del cabello para hacerme mirarlo desde el suelo. -Vendrás aquí para mi baño, vendrás aquí cuando me alimente y vendrás aquí para asear el lugar- volví a asentir, solo quería que me soltara.

Lo vi reír. -Cuidaras de mi mascota también- una malévola sonrisa se dibujó en su rostro.

Haló mi cabello hasta hacerme levantar y luego de mover una pieza de metal en su pared se abrió una puerta secreta. -Cada día vendrás aquí antes de tu baño, traerás la carne que te de y lo alimentaras- decía contra mi oído, -Te quedarás hasta que mastique todo, ¿serás buena? Umm ¿o debo castigarte?- negué -Con palabras

-Seré buena- dije evitando sollozar.

Cuando las escaleras que teníamos minutos enteros bajando al fin dejaron ver el suelo noté que eran unas barracas aún más malolientes que en las que me encontraba.

Había una sombra negra y enorme en una de las celdas y no habían puertas, parecía que el lugar por el que bajamos era la única entrada y salida.

-Perrito- llamó y la sombra se movió para luego comenzar a gruñir, habían un lobo frente a nosotros, enorme.

Era negro y tenía los ojos amarillos, parecía ser un alpha y me tensé. -Es el último de su clase- se jactó quien lo tenía preso. Lo observé mejor, no era solo un lobo, era un cambia formas, lo creíamos extintos.

Luego de que el lobo fijara su vista en nosotros este puso sus ojos en rojo y lo dominó para hacerlo cambiar a humano, iba completamente desnudo por lo que cerré mis ojos.

Comenzó a gritar con enojo contra su captor, cosa que no lo hizo siquiera inmutarse. Luego me arrastró fuera del lugar.

-Una vez al día bajarás allá, no harás nada que no te mande- asentí

Lo vi morderse el labio mientras me miraba con esos ojos al rojo vivo pero no emitía algún mandato.

Me obligaría a desnudarme nuevamente, me tocaría.

-Casi lo olvido- dijo con rudeza. -Cubrirás tu cuerpo con las ropas que te envié- dijo refiriéndose a los vestidos que había mandado, eran muy abrigados, llevaban a mi cuello, cubrían todo mi brazo y alcanzaban a mis tobillos, uno de ellos llevaba puesto. -Hay de ti si veo que alguien se acerca para hablarte o lo haces tú, solo puedes hablar con la vieja de la cocina- asentí -Largo

A pesar de su mandato no me podía mover, estaba temblando en mi lugar y si daba un paso sentía que podía caer. -¿Esperas algo más?- negué -Habla- sus ojos al rojo vivo me hicieron abrir mi boca.

-Pensé q...que... yo, yo pensé que- los sollozos no se hicieron esperar.

-Absurda sería la palabra para definirte- dijo con desdén -Largo de aquí.

No esperé más y salí de su cuarto, cuando lo hice ya no había nadie más fuera, los pasillos estaban desolados.

Como el alma de ese ser.




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