Capítulo 4

214 52 13
                                    


-Naria- llamé. -¿Dónde llevaron las demás?- quise saber.

-Están en el Harem, no les permiten salir. Solo las sacan cuando tienen invitados dispuestos a acostarse con ellas.- dijo con pesar.

-¿Porque eso de esperar un año para llevarme?- quise saber pues no sabía mucho sobre las intimidades. Además de que debía irme de aquí antes de ese año, antes de que me tocara de nuevo.

-La magia de una Ninfa es volátil una vez intima por así decirlo, he ahí que no tiene control y acaba cediendo a sus instintos y matando a su compañero aún así no lo deseé. Con la virtud es aún más problemático pues podría generar un descontrol masivo.

-Pero yo no dañaría a nadie- negué

-Lo se, pero es mejor si ellos no lo sepan. Lo único que evita que te toquen durante ese año es eso. ¿Sabes el origen de la orquídea de sangre?- negué.

Se supone que las Ninfas debíamos tener conocimiento de cada planta sea terrestre o marina y de cada ser viviente, pero de la orquídea de sangre no sabemos prácticamente nada.

-Al inicio de las razas, cuando los vampiros decidieron enseñorearse sobre las demás, un humano y una Ninfa que habían sido arrasados bajo ese yugo decidieron crearla. La Ninfa aportó su magia y el hombre su sangre y odio, de ello nació una hermosa pero letal flor que al menos inicio pensaron no funcionaba pero que al paso de los años notaron cómo era la manera correcta que los ayudaría. Siendo la sangre del hombre la clave, la desendencia de este cargaría con todo y las Ninfas se encargaron de no dejar extinguir la flor, ahora solo los humanos la tienen pero se dice que si una Ninfa llega a obtenerla puede crear nuevos campos capaces de mantener lo más alejados posibles los vampiros pues esta a parte de matarlo la y como ya sabemos envenenarlos los hace repelerla.

-Entonces las muertes en la encrucijadas fueron culpa de las nuestras- dije con horror.

-Madai pequeña, el daño que hicieron estos fue mucho mayor. Los hombres lobo fueron exterminados por los vampiros, todos y cada uno, los duendes, unicornios incluso. ¿Que ser despreciable lastima a un ser con tanta luz como ellos?

-Pero generamos aún más muertes, eso es horrible.

-Salvamos muchas más

-¿Como es que sabes todo esto?

-Mi madre me contó, antes de llegar aquí- la vi llevar su vista a la ventana. -Llegaron los humanos- me tensé completa.

Me asomé por la ventana y noté a dos humanos siendo escoltados por otros dos de los que rondan por aquí, Naria me había dicho que estos hacían este tipo de cosas por dinero, los que serian comida parecían felices incluso, no parecían saber a lo que venían.

Y ahora era mi deber guiar a uno de ellos con ese ser malvado.

Noté que el humano que de acercó a mi era Justo el mismo que evitó que cayera al piso, volvió a mirarme de la misma manera y me encogí en mi lugar.

Sentí un toque en mi espalda, era Naria, me indicaba que caminara. Cuando salí de mi ensoñación los guié hasta el cuarto del Amo Min más joven, sentía los pasos tras de mi, su respiración en mi cuello cuando me detuve para tocar.

-Debe ser una delicia tocarte, ¿quieres divertirte un rato?- dijo este contra mi oído y las inevitables ganas de vomitar me invadieron por completo.

La puerta fue abierta abruptamente dejándonos helados en nuestro sitio.

-Esperaras tras la puerta- su vista estaba en mi, ambos humanos entraron con el, uno parecía aún no saber que sería comido y otro parecía feliz porque se le diera entrada para ver a uno de los suyos ser consumido.

Escuché un grito ahogado luego de eso y cubrí mis oídos mientras flexionaba mis rodillas para no escuchar.

Luego un grito aún más fuerte y desgarrador, uno que me hizo comenzar a temblar.

No podía levantarme, me sentía desmayar.

-Llévalo abajo- abrió este ser la puerta y noté como el hombre que había entrado tambaleaba por encontrarse débil, pero estaba vivo.

Naria me había comentado que estos mataban a quien les servían de alimento para no ser descubiertos, pero este estaba bien. Débil pero bien.

Cuando me puse de pie lancé un grito de horror al notar el cuerpo inerte de quien había traído al primero, la carne de su cara se había pegado completamente a sus huesos faciales, parecía sólo tener hueso y piel.

Sus ojos se notaban saltones, estaban abiertos aún.

Vi todo negro luego de eso.

....

Cuando desperté lo hice con un pañuelo frío sobre mi frente, estaba en el pequeño dormitorio que compartía con Naria, esta estaba a mi lado.

-Madai, que bueno que despertaste- se veía angustiada

-¿Cuanto llevo dormida?

-Toda la tarde y noche- mire por la ventana y en efecto parecía pronto al amanecer. -El amo pidió verte en cuanto despertaras- negué, no quería. -No lo pidió Madai, lo exigió. Debes ir.

-Acompáñame, por favor.

-Debes darte un baño antes de ir- abrí los ojos en demasía, -Lo siento Madai.






.



.

DominioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora