Capítulo 6

217 47 20
                                    


-Madai- su llamado me sacó de mi ensoñación. -Ya es hora.- asentí como pude.

Se me había pedido preparar el baño y ahora debía ir allá.

El día era caluroso y con las nuevas ropas que se me exigía usar apenas respiraba con normalidad, sudaba también.

Más aún subiendo el agua para el baño.

Agua caliente como si un vampiro tuviera sensibilidad al frío. Absurdo.

Esa mañana me había alimentado con algo de pan y algo de aderezo hecho con frutas que encontré con Naria más temprano.

Se supone que debía alimentarme de la carne que estos nos mandaban traer con los humanos que le servían, pero no podía si quiera verla sin vomitar, ¿como sería capaz de alimentar a aquel cambia forma?

Tomé una bocanada de aire antes de tocar y me adentré poco después. Mi vista iba a los pies -Levántala, no volveré a repetirlo.- lo hice a pesar de sentirme estremecer.

Su piel estaba al descubierto totalmente, se adentró al agua y lo vi cerrar los ojos para luego recostar su cabeza contra la pared de la tina.

-Para no gustarte mírame lo haces mucho- mi sudor aumentó, en efecto lo miraba. Pero ¿como lo sabía?

Lo vi llevar su mano por su cuello lechoso y humedecer lo y mi calor aumentó, esta ropa no ayudaba. -Acércate- mis temblores aumentaron, no quería hacer algo más que lo hiciera dañarme.

Lo vi tender su mano invitándome a entrar y sentí el frío recorrer mi sistema. -Jabón. ¿Porque mierda debo repetir todo contigo?

Jabón, me perdía jabón

Lo entregué y este comenzó a frotar su cuerpo con el, trataba de mirar cualquier otra cosa, algún punto fijo en el que me crea mirarlo cuando en realidad no lo haga. Pero es que...

No podía despegar la vista de el, lo mismo que tenía de macabro y malvado lo tenía de atractivo.

Alejé esas ideas de mi cabeza y esperé a que terminara su baño. Lo vi ponerse de pie y me acerqué a la bañera para tender su toalla, acabé tropezando y mi cuerpo cayendo de lleno a la bañadera empapando toda mi ropa.

Lo oí suspirar de manera cansada y cuando levante la mirada, este tenia la suya puesta en mí con el rojo vivo de sus ojos amenazante.

Parecía un tigre a punto de cazar

Su vista se paseó por todo mi cuerpo y lo vi apretar la mandíbula, estaba enojado. ¿Que sería de mi?

Luego lo vi reír

-¿No podías esperar no es así?- sus colmillos salieron a la luz. -Quítate la ropa

Mi cuerpo no se movía por el terror aún cuando mi mente lo exigía, parecía que en cualquier momento se lanzaría sobre mí para atacarme y no podía hacer nada.

Escuché como la puerta fue tocada, era tocada fuerte mente -¡¿QUE?!- lo escuché gritar mientras su mirada se mantenía puesta en mi.

-Lo esperan en el gran Salon amo- se escuchó tras la puerta.

Este respondió con un corto Um, aún sin moverse. Lo vi encajar sus colmillos en la comisura de sus labios hasta hacerlo sangrar para luego lamer la sangre derramada.

Salió del agua y me arrastró con el desde mi muñeca, sentí el frío de sus manos tocarme y volví a temblar.

La toalla había quedado empapada al igual que yo, este se vistió y no me moví en espera de que me ordenara o gritara.

Cuando estuvo listo y aún con su cabello mojado me arrastró fuera del cuarto y bajó las escaleras con migo a rastras.

Me empujó hasta la puerta de la cocina haciéndome caer frente a ella y se marchó luego de eso.

Mis rodillas habían amortiguado el golpe siendo raspadas en el momento, cuando me adentré al lugar Naria no estaba, por lo que me dirigí al cuarto que compartíamos, debía cambiarme de ropa.

También debía esperar el llamado de ese ser para alimentar al pobre cambia forma que tenía preso.

Había curado mis heridas y puesto a secar el vestido, el que vestía en ese momento era igual menté caluroso e incómodo, no entiendo el porque yo debía vestir así cuando las demás lo hacían diferente.

Aunque he de admitir que con estas ropas no me miran con el morbo que acostumbraban.

Luego de algunas horas fui llamada por Naria, este siempre me mandaba a llamar con ella, nadie más en la casa me hablaba y según ordenó no podía hacerlo yo tampoco con alguien.

Me entregó la carne en un recipiente cubierto, era cruda y aún estilaba la sangre del pobre animal, tuve que contenerme para no vomitar lo poco que había comido justo en ese momento.

Cuando toqué la puerta este se encontraba sentado frente a su escritorio con un montón de pápeles, señaló la puerta secreta sin decir algo y me dispuse a bajar al lugar.

En más de una ocasión perdí el equilibrio al tratar de bajar con más prisa para terminar con esto de una vez por todas.

Cuando alcancé el último escalón un brutal gruñido se escuchó. Me tensé y no me moví durante todo el rato que esos amenazantes ojos amarillos estaban sobre mi.

Parecía que en cualquier momento moriría por lo delgado que estaba.

El enorme lobo de pelaje negro opaco por supongo el encierro me miraba como su enemigo, me miraba con hambre.

Como su comida





.

DominioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora