Capítulo 5

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Jugué apartando los mechones de mi cabello con resoplidos mientras me llevaba. Llegamos a la lancha antes de lo pensado y en ningún momento me bajó o habló.

Soltaba unas cuantas maldiciones que me provocaban risas pero nada más.

Cuando llegamos al castillo estaba todo en penumbras. De hecho algunas veces las luces no podían encenderse ya que el cableado era muy antiguo y solía dañarse a menudo. Supongo que mañana Namjoon nos pedirá no salir de las habitaciones mientras los que vienen a repararlas están aquí.

Este era obvio, nos condujo por el castillo sin tropezar, pues los vampiros ven bastante bien en la oscuridad.

Caminó un poco más hasta que alcancé a escuchar cómo cerraba una puerta de golpe.

Mi cuerpo fue lanzado sobre la acolchonada cama de golpe.

-Ve a darte un baño-  dijo este.

-No veo nada- no era mi cuarto. Olía a él.

Era la primera vez que esperaba para tomarme, puede que sea porque tenga aún reciente el toque de alguien más o por algo más.

Aunque...
Aquella vez me besó justo después de mi beso con Minho.

Salió de la habitación dando un portazo. Supongo que buscaría algo, o conociéndolo era probable que me dejara encerrada sin más.

Espero que sea lo primero, recordé las velas que Jenny suele poner en las habitaciones para estos casos y busqué entre los cajones algunas.

Encontré unas y los fósforos que solía dejar también y encendí una de ellas.

Una tenía una base, pero la otra no, así que la asenté en una de más mesas de madera que se encontraban al lado de las ventanas, cerré estas para que el viento no la apagara y corrí las cortinas.

Tomé la otra entre mis manos y me metí al baño.

Este tenía una bañera que deseaba probar, pero conociéndolo como lo hago puede que me saque del baño sin estar lista. Así que encendí el agua y me bañé con prisas.

El jabón olía a cerezos, aún recuerdo cuanto aborrecía ese olor cuando lo conocí. Ahora suspiro con solo olerlo.

Sequé mi cuerpo con una toalla y decidí esperar por el. Luego decidí que sería lindo envolverme con su olor.

Me acerqué a su closet y encontré una camiseta blanca que amaba verle, tenía impregnado su olor. Me la coloqué quedando esta por debajo de mi trasero.

Dejé la vela restante en la mesa cerca de la puerta y me recosté sobre la cama. Tardaba.

La puerta fue abierta.

-¿Para que encendiste eso?

-Es más romántico.- dije con fingida inocencia. -Si yo tuve que darme un baño tú debes hacer lo mismo.- dije cuando lo vi quitarse su camisa y venir a mi como si fuera un leon.

-¿Crees que me importa?

-No vas a tocarme entonces

-¿Crees que puedes impedir eso?- dijo ladino, continuaba desnudándose. Su camisa cedió y su pantalón y bóxers abandonaron su cuerpo en apenas unos movimientos.

-Tengo mi poder- me burlé -Y ahora se que puedo neutralizar el tuyo si no miro esos lindos ojos de colores.

-Otra cosa de la que eres responsable- dijo con la mandíbula apretada.

Lo vi adentrarse al baño entre bufidos y el agua de la regadera se escuchó poco después. Sonreí victoriosa.

Mañana pasando el rato con las chicas y les contaría con lujos y detalles todo lo de esta noche.

Cerré los ojos un momento encontrándome extasiada con su olor, con el entorno que lo rodea, poco después salió de la ducha.

Las gotas de agua caían por sobre su cuerpo, su largo cabello negro estaba húmedo y goteante contra su nuca y cuello, veía su torso firme ser tocado por el agua y escurrí por el.

Tomé asiento en la cama en espera a que se aproximara, pero lo vi alejarse e ir hacia la puerta. Regresó poco después con unas cadenas en las manos a la vez que dejaba unas llaves en la misma mesa.

Lo vi reír ladino.

Estas tenían grilletes y lo vi colocarlas en mis manos. Las sostuvo de la pared de ladrillos cuál contenía una barra de metal.

Se dirigió a mis pies, tomó uno de ellos y lo ató a uno de los soporte de la cama, hizo lo mismo con el otro dejándome abierta de piernas.

-¿Cuántas veces paseó su lengua por aquí?- tocó mi entrepierna, negué. La verdad es que no sabía. -Digamos que veinte.

Mi cuerpo fue girado abruptamente, quedando así mis brazos enredados entre sí, era incómodo por él como quedaron mis piernas pero se movió para colocar las cadenas para que las piernas quedaran igualmente abiertas. No mentiría, sabía que estaba enojado, su rostro desencajado lo decía. Pero me excitaba esto. Quería hacer esto justo ahora.

Lo sentí pasear toda su mano por mi entrepierna y sentí una sonora cachetada que me sacó un grito de dolor.

-Cuenta

-U..uno- mis ojos se habían cristalizado, repitió su golpe con la misma fuerza y chillé -D..dos dos- las lágrimas habían tocado mis mejillas.

-Iremos más rápido- dijo entre risas. Me golpeó con aún más fuerza

-Tres- para este punto mi entrepierna escocia. Ardía , dolía. Pero sentía como gotas salían de mí y bajaban hasta la tela para mojarla. -Ahhh. C..uatro- los golpes no paraban, pero ahora quería que continuara.

Cuando el número veinte llegó este se había colado tras de mí y la última fue aún más dolorosa, con más picor, con más fuerza. El golpe me hizo desplazar y gemir por lo alto.

-¿Que aprendimos hoy florecita?- no respondí -La primera lección es: nadie tocará lo que es mío.





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