VERDAD COMO ALETHEIA
A la mañana siguiente, me desperté con un vaso de leche fresca y un trozo de pan que agradecí como nunca. Jamás hubiese llegado a pensar que iba a echar de menos la comida de palacio. Después, salí de la cabaña, y me senté apoyando la espalda en un tronco mientras Kilian partía leña.
La pierna me dolía cada vez más, solo que no dije nada sabiendo que solo preocuparía más a Kilian de lo que ya estaba. Él estaba frustrado, se notaba en el modo en el que partía los troncos de leña cada vez con más furia. No sabía si era la impotencia de que los medicamentos no funcionaban o que estábamos sin ayuda ninguna en medio de un bosque. Pero claramente, estaba angustiado.
El pecho de Kilian subía y bajaba sin parar, parecía explotar. Sin pensarlo dos veces, me levanté como pude y me acerqué a él. Así, le quité el hacha de las manos, la tiré al suelo y le abracé. Supongo que fue mi modo de agradecerle todo y transmitirle relajación. Al principio, le pilló por sorpresa, pero al cabo de los segundos sus manos rodearon mi cintura.
-Todo saldrá bien. Lo prometo. -le susurré al oído.
Poco después, nos separamos y parecía estar más calmado.
-Quiero ir al pozo de la verdad. Es mejor ahora que más tarde.
Kilian asintió.
-Coge las cosas. Voy a por Fatum. -dijo refiriéndose al pegaso al cual habíamos bautizado con ese nombre.
Fatum en latín significaba "destino". Lo pensamos de esa manera, todo era cuestión del destino, el hecho de que él hubiese aparecido en el momento que más lo necesitábamos, era cosa del destino. Quizás mi propio encuentro con Kilian también fue acción del destino.
Entré a la cabaña, agarré la túnica y amarré el cinturón con la espada. Al salir, Kilian me ayudó para montarme en el pegaso. No iríamos volando, puesto que los guardias podrían vigilar los cielos, pero por lo menos no me vería obligada a andar.
Unos cuantos minutos después, la acumulación de robles comenzó a dispersarse y llegamos a nuestro destino. Frente a nosotros, un templo de piedras grisáceas se levantaba a grandes altitudes. En el gran portón principal, dos mujeres con capucha parecían vigilar la entrada.
Kilian y yo nos miramos temerarios. Sin esperar más, dejamos al pegaso escondido y nos dirigimos a la puerta. Una vez llegado, las dos mujeres pusieron su atención en nosotros.
-¿Qué queréis? Hijos de desconocidos. -nos miró con desconfianza una de ellas.
-Venimos. -me aclaré la garganta obteniendo la aprobación de Kilian para que continuara. -Vengo al pozo de la verdad.
-¿Quieres ver a Madre Aletheia?
Arqueé una ceja confundida. Pero puesto que no nos lo habían negado, asentí con la cabeza al instante. Las dos mujeres entraron al templo, dejándonos a solas, así que esperamos. No sabía quién era Madre Aletheia, pero esperaba que pudiera ayudarme. Tras una larga espera, las dos mujeres regresaron, y detrás de ellas, una mujer de baja estatura y una complexión robusta, se posicionó en frente de mí.
-¿Me reclamaban? -su voz era mucho más desconfiada que la de las otras dos mujeres.
-Sí, esperaba que me pudiese ayudar en un asunto. -le confesé.
-¿Y de qué asunto se trata?
-Esto... me gustaría conocer la verdad, una verdad.
-Y... ¿por qué crees que debería ayudarte yo? -me cuestionó la mujer.
Las palabras se me trabaron. Aquella situación me comenzaba a poner nerviosa. Fuera como fuera tenía que convencer a Madre Aletheia.
-Porque me ocultan no solo una verdad. Sino que las mentiras han vivido a lo largo de mi vida y quiero empezar a conocer todo acerca de mi pasado.
-Si es como así lo desee princesa Leyla, le serviré en su asunto.
Abrí los ojos perpleja. No era posible. No entendía cómo podía haberme reconocido, pero luego caí en cuenta que se trataba de una monja de la verdad, y que, por lo tanto, no podía mentirle sobre mi persona. La mujer se dio la vuelta, pero antes de que pudiera entrar, una de las guardianas gritó.
-¡No!
Me giré asustada. Kilian, detrás de mí, estaba tan desconcertado como yo. Madre Aletheia se dirigió hacia Kilian.
-No. Tú debes marchar lejos de este lugar lleno de luz y claridad. -le amenazó con seriedad.
-¿Es en serio? -protestó Kilian a la defensiva. -Voy con ella. No pienso dejarla sola.
Al instante, las guardianas sacaron unos puñales señalando a Kilian. Así, le agarré la mano para calmarle.
-Estaré bien. Te lo prometo. ¿Confías en mí?
-En ti sí. -se acercó y me susurró al oído. -Pero en estas viejas taradas no.
Reí. Mientras Kilian daba vuelta atrás con un rostro de advertencia, yo seguí a Madre Aletheia por el pasillo del tiempo mientras me preguntaba por qué no habría dejado pasar a Kilian. Y luego, recordé las palabras de Claire: "Solo el alma pura que realmente necesité saber la verdad será digna de conocerla".
Al final de la estancia, llegamos a un círculo central con una gran bóveda en su techo y las figuras de todos los dioses en cada una de las columnas. En el suelo, había un mosaico del mapa de las once islas del orden, y en el centro, una fuente de grandes dimensiones.
-Allí, todas las respuestas. -indicó Aletheia.
Si era sincera, no me fiaba nada sobre ella. Tragué saliva y cojeando me acerqué a la fuente, donde solo había agua cristalina moviéndose de un lado a otro.
-¿Qué tengo que hacer? -le pregunté.
-Posesiones, fuera. Armas, fuera. Solo debes entrar y tumbarte. Entonces, la verdad aparecerá ante ti.
La miré con recelo. Si no era entonces, no sería nunca. Dejé mi túnica en el suelo junto con la espada y me descalcé las botas. Quería pensar que no era veneno, pero en esos tiempos, me podría esperar cualquier cosa. El agua cristalina estaba fresca, en comparación con las altas temperaturas que alcanzaba mi piel debido a la infección. Entonces, me senté dejando que el agua me recubriera todo el cuerpo y busqué la presencia de Aletheia buscando respuestas. Sin embargo, no estaba. Había desaparecido, y yo estaba sola.
Observé detenidamente el agua. Estaba nerviosa, ni siquiera sabía si eso iba a funcionar. Así que, me tumbé por completo. Desde esa visión, se veía con mejor claridad la bóveda. Se trataba de una pintura antigua de un Dios. Sorprendentemente, no era ninguno de los dioses de las once islas. ¿Quién sería?
Cerré los ojos angustiada, esperando que la verdad apareciese.
Y lo hizo.
Me sumergí en un profundo sueño dejando que la incertidumbre desapareciera de mí.
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Eclipse de Sol [Terminada]
FantasíaEl Pentágono del Equilibrio era un conjunto de islas reinadas por diferentes dioses con el objetivo de conseguir el orden. No obstante, en el reino de Luz, la muerte de la heredera al trono genera revuelo en la ciudad. Leyla se ve obligada a buscar...