CAPÍTULO 40

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ENEMIGOS CON UN MISMO PROPÓSITO

Durante toda la noche estuve pensando ideas. A mi padre le gustaba el espectáculo, no por otra cosa había aceptado el matrimonio. A través de esa unión conseguiría limpiar su nombre y por supuesto se libraría de la carga de su hija. Por lo tanto, iba a actuar todo lo contrario a lo que realmente haría. ¿Quiere ver a su hija dominada por un semidios? Pues así lo vería.

Tan solo ver las cosas marchar lo harían relajarse, y entonces, es cuando yo ataco. Era sencillo, o esa pensé, tan solo tenía que soportar al maldito Enzo durante unos días y fingir la mejor de mis sonrisas. Era buena mintiendo.

A la mañana siguiente, elegí el mejor de mis vestidos, uno de color malva y con la ayuda de algunas damas, trenzaron mi cabello. Después, bajé junto con mi hermana para dar la bienvenida a los invitados, con quien seguramente sentiría nauseas internas que debía ocultar.

-¿Estás bien Leyla? Te ves... diferente. -susurró Cyra en mi derecha mientras esperábamos en la puerta principal a que la carroza aterrizase.

-Estoy perfectamente. -sonreí a medias.

Los reyes del Reino Naturaleza saludaron primero y detrás de ellos, caminaba con soltura los odiosos Enzo y Claire. Me fijé detenidamente en lo que se suponía que sería mi "futuro esposo". Debía admitirlo, era apuesto, desde sus facciones de la barbilla definidas hasta su cabello de color azabache con las típicas tonalidades verdes. Pero eso no justificaba la maldad que transmitían sus ojos en el instante que chocaron con los míos.

Éste, seguramente por orden de su padre, se colocó en frente de mí para hacerme una reverencia, que yo al igual imité por orden de Keane.

-Nunca había sentido tanto odio hacia ti. -me susurró en bajito sin que nadie nos oyese.

-El sentimiento vuelve a ser mutuo. -le lancé una mirada asesina.

En cuanto nos regresamos a una compostura recta, fingimos una sonrisa con la aprobación de nuestros padres y entramos en el palacio. Las dos familias se dirigieron al comedor donde disfrutamos de un agradable almuerzo. En su mayoría, las conversaciones las lideraron los Dioses, aunque a menudo Keane y Enzo participaban como futuros herederos. Hasta entonces no me había replanteado que ese matrimonio me convertía en aliada del Reino de la Naturaleza. Eso iba de mal en peor.

A mí me tocó en frente de Enzo, y los cuchillos me gritaban que fueran lanzados contra él. En el fondo él también lo pensaba, debido a las miradas furtivas que nos lanzábamos mutuamente. Una vez terminado el almuerzo más incómodo de mi vida, mi padre se levantó para dar fin.

-Ha sido un rato agradable. Mañana celebraremos el baile donde anunciaremos el compromiso. Hasta entonces, esperamos que disfrutéis de las divinidades de nuestro reino. -les dijo a Carlett y Heshal.

Todos nos comenzábamos a levantar de la mesa. Yo intenté el viejo juego de escabullirme por la puerta sin ser vista, hasta que mi padre me llamó en voz alta en medio de mi táctica.

-Leyla, ¿por qué no acompañas a Enzo a su habitación?

De espaldas, maldecí y noté lo tenso que estaba mi barbilla. Suspiré, y me di la vuelta con una radiante sonrisa.

-Por supuesto.

Lo busqué con la mirada, y éste camino detrás de mí. El trayecto sin padres, solo con guardias fue lo más relajante del día, ni una sola palabra.

Su habitación no estaba tan lejos de la mía, supongo que lo habría hecho aposta. Le señalé con la mano y me di la vuelta para regresar a la mía. Lo habría logrado, de no ser que me interrumpió en el camino.

Eclipse de Sol [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora