Eclipse de Sol [Terminada]

CAPÍTULO 33

SI NO TE PORTAS BIEN, LA BESTIA TE COMERÁ

Finalmente, aparcamos la barca en la costa del Reino de la Oscuridad. No perdimos más tiempo y nos adentramos en una selva con inmensos árboles de algunos metros de altura. En casi todos los reinos eran típicos los bosques y junglas, pero este era más peculiar. No había ni un solo ápice de vida o ruido, salvo el que hacíamos nosotros mismos al caminar. Además, la oscuridad y neblina del reino tampoco ayudaban a orientarse, por lo que continuamente teníamos que estar pendientes de no tropezar con las raíces de los árboles.

Suspiré, algo de allí no encajaba. Me sentía extraña, fuera de lugar quizás. Desde que tuve la visión tenía un constante dolor en la espalda que no cesaba con las veces anteriores, sino que se convirtió en permanente y tuve que lidiar con ello. En cierto modo, me sentía calmada y aterrada a la vez. Me aterraba lo desconocido.

Me coloqué delante de Kilian para cubrir más terreno. Supongo que él tuvo la misma desconfianza que yo, ya que agarramos los mangos de nuestras espadas para estar preparados ante cualquier peligro. Llegó un periodo de tiempo, que incluso me calmé por la falta de ruido. Tuve la idea de entablar algo de conversación con él para disipar la incomodidad en el ambiente, y no me refería por el hecho de estar en ese reino, sino lo que había entre nosotros. Pero supe que me diría algo parecido como que no es el momento o que cerrase la boca, así que ni me molesté.

Todo recaía en esa última misión, por muy segura que me quería hacer aparentar, si no funcionaba, habría fallado no solo a Emery sino a mí misma. Tenía que funcionar. Tenía que ser Holbek el culpable.

De pronto, los gritos de unos soldados se aproximaban a nosotros y sus pasos se oían cada vez más y más cerca. Miré a Kilian buscando auxilio. Él levantó el pulgar hacia los labios indicándome tranquilidad, por lo que asentí y levanté las cejas preguntando si tenía algún plan. Giró la cabeza a los lados, y por último hacia arriba. Entonces, anticipé su idea y por muy arriesgada que me pareciera, era la única solución.

Primero me ayudó a mi a subir al árbol, y luego siguió él. Me resultaba difícil escalarlo por el hecho de que el tronco era escurridizo y tenía que hacerlo en tiempo rápido antes de que la tropa llegara. Quizás me confié demasiado porque al llegar a una rama donde tenía la intención de sentarme, resbalé el pie y de no ser por la ayuda de Kilian desde abajo, habría caído con un fuerte impacto.

Ambos nos sentamos e intentamos quedarnos lo más quietos posible. En tierra, los soldados llegaron armando gran jaleo. Si no conté mal, eran cinco justos. Debieron recibir la señal del Reino de la Locura y seguirnos la pista desde que embarcamos con el barco hasta la orilla. O sea, mi padre estaba más cerca de lo que yo pensaba.

-No deben estar muy lejos. -dijo uno de ellos que reconocí familiar. Era el capitán Joek. -Vosotros dos ocupad el este y el norte, el resto iremos por el oeste y sur.

Y si la situación no podía ser peor, a mi lado se arrastraba mi fiel enemiga, una serpiente. Tenía pánico al reptil desde que era pequeña y una de ellas me mordió, desde entonces, no podía ni mirarlas. Mucho menos tenerla centímetros de distancia casi rozándome. Y sin querer, solo por reflejo, pegué un gritito.

Kilian fue lo suficientemente rápido para taparme la boca con su mano y echarme para atrás para juntarme hacia él. No me alejó demasiado de la serpiente ya que yo seguía temblando con su presencia.

-¿Habéis oído algo? -dijo uno de los soldados.

El resto también palideció de miedo.

-Capitán, ¿y si son las bestias?

-No podemos retirarnos. El Rey nos matará si no volvemos con la princesa. Ceñiros al plan, y tened cuidado.

El grupo se dispersó, y cuando estuvieron lo suficientemente lejos, Kilian me liberó la boca.