CAPÍTULO 28

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LOCOS HASTA LA MÉDULA

Los tres subimos a toda prisa hacia la planta de arriba para coger los bolsos y las espadas. Paris nos ofreció unas nuevas capas para poder simular nuestra presencia y nos guio a la puerta de atrás para no ser vistos.

Al parecer, los vecinos descubrieron el incidente un poco después de nosotros marcharnos, quizás por el escándalo que los ruidos de la escopeta produjeron. Por lo tanto, no tan solo llamaron a la guardia mundana, sino que algunos soldados del reino de mi padre fueron a echar una mano por si fuéramos nosotros. Y en efecto, éramos nosotros.

Antes de despedirnos de Paris, ésta me agarró del brazo para dedicarme una señal de cuidado en el camino.

-Recuerda Leyla, no siempre los ojos brillan de la misma forma ante las mismas personas. Hasta el corazón más puro puede sentirse débil ante las personas equivocadas.

Dicho eso, Kilian me empujó para continuar corriendo. No entendí en absoluto lo que Paris intentó transmitirme, pero viendo lo visto nuestras circunstancias, no me paré en seco para examinar con cauteloso cuidado su mensaje. Lo reservaría en la mente, y llegado el momento lo estudiaría, porque está claro que algo quería decirme de forma indirecta que no me había dicho antes.

Llegamos al pegaso, nos montamos observando como el sonido de decenas de caballos alrededor se aproximaban. Kilian ordenó al pegaso que trotase antes de despegar, para coger carrerilla y al menos despistar a la guardia real. Así, nos sumergimos en las profundidades de un valle hasta que minutos después, comenzamos a recorrer los cielos.

-¿Ves algo? -preguntó Kilian.

Eché un vistazo alrededor, todo parecía calmado.

-No. Les hemos despistado.

De nuevo, el silencio calmó los cielos. Seguía sin comprender el motivo de Kilian para haberse molestado conmigo, aunque sabía que no era el momento indicado para reprocharle mis pensamientos.

Un par de horas de vuelo, alcancé tierra a la vista, y señalé con el dedo para que aterrizara en cuanto pudiera. El aterrizaje fue leve y sencillo, pero un agudizo dolor recorrió mi espalda al reconocer que no tenía ni idea de en qué reino nos encontrábamos. Miré a Kilian esperando respuestas, quien se encontraba muy centrado en alimentar al pegaso.

-¿Alguna idea? -le insistí.

-No lo sé. Has sido tú quien ha querido aterrizar.

Me quedé boquiabierta. ¿Así que con esas teníamos? Me crucé de brazos y con fuertes pasos, me coloqué justo delante de él para bloquear su acción. Al instante, noté como se le tensó el cuello al marcarse sus venas.

-¿Se puede saber qué te pasa conmigo? -le reproché enfurecida.

-No me pasa nada. -intentó esquivarme, pero de nuevo me coloqué en medio.

-¿¡Ah sí!? Pues yo diría que tu cara de irritación ha ido empeorando desde esta mañana. -esperé respuesta, pero sus ojos seguían tan serenos que comenzaba a sacarme de mis casillas. -¡Reacciona! ¡Te estoy hablando! Te juro que no te entiendo.

-No pretendas hacerlo. -sonó más cortante que nunca.

Comenzó a andar junto al pegaso dejándome con las palabras en la punta de la lengua. Cuando recapacité, corrí para alcanzar su paso y estar a su ritmo.

-¿En serio? ¿Eso vas a hacer? ¿Ignorarme? Pues ayer no hacías lo mismo cuando llegaste a la habitación para besarme.

Kilian paró en seco, me cogió bruscamente de los hombros haciéndome retroceder hasta chocar con un tronco.

Eclipse de Sol [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora