CAPITULO 3

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ANNE

Susurros.

¿Esas eran risas? ¿Eran de... un hombre?

Me levanté de golpe, mis oídos eran sensibles al dormir que cualquier estruendo podría arrebatarme la cita con Morfeo, encendí la lámpara que se encontraba al lado de mi cama, fue entonces que logré ver a mi compañera de cuarto acompañada de alguien en su casa.

La indignación me golpeó porque, en primera, ¿Dónde quedaba mi privacidad? Se suponía que no invitar a nadie a la habitación era una de las reglas de oro. Pero me morí la lengua con frustración porque nada podía hacer, las reglas no aplicaban para mí.

—¿Podrían al menos ir a otra parte? Necesito dormir—Casi les supliqué.

Ella no contestó nada, continuó besuqueándose con su amigo, ignoraron que la luz los dejaba al descubierto.

—Creo que había quedado acordado el hecho de que las reglas no aplicaban para mí. Esta es mi habitación y puedo hacer lo que quiera, si tanto anhelas tener tu privacidad vete a otra parte—Lorena espetó de mala gana.

—Tranquila, no tienes por qué ser así, es más deberíamos invitarla a dormir con nosotros quizá así se pueda divertir también—sugirió su acompañante con pelos de zanahoria.

Tragué saliva, nerviosa por aquella sugerencia del chico. Le tenía pavor a cualquier insinuación sexual, estaba cien por ciento segura de que a eso se refería.

—Tienes razón,—ella lo apoyó—, esta sería una buena idea para comenzar una relación de roomies ¿Qué te parece Emma?

—Mi nombre es Anne,—le corregí lo más amable que podía. Mi yo exasperada era peligrosa—. No es necesario que me den una bienvenida. Mejor seguiré durmiendo y ustedes en lo suyo.

Apagué la luz y me enrollé de nuevo en mi sitio como capullo. No pensaba seguir en una plática que no me llevaría a nada. Eran unos tontos con los que solo gastaría mi tiempo y paciencia.

Segundos después, cuando el sueño parecía arribar mi ser, sentí que unas manos se pasaban por mi cuerpo, me destapé rápidamente y noté que ese par estaban cada uno en los extremos de mi cama.

—¿Se les ofrece algo?—exigí saber, ya no había tanta cordialidad en mi voz.

No hubo respuesta de ninguno.

Sentí las manos del pelirrojo deslizarse en la forma de mi cara mientras que Lorena estaba tratando de tocar mis muslos por encima de la cobija.

—¿Qué tratan de hacer?—pregunté alejando el brazo del pelirrojo de un manotazo de mi cara, me senté.

—Oh vamos, no seas así de amargada. Sólo estamos integrándote en nuestro juego, ¿No te gusta?—La mujer hizo un puchero.

Preferí no decir nada, quedarme callada fue una opción para ver si con eso se aburrían de ser ignorados y regresaban a sus asuntos en su cama.

Cuando pensé que se iban a ir, Lorena me tomó los brazos por encima de la cabeza mientras que su acompañante trataba de bajarme los pantalones de dormir. La cobija que me cubría encima salió volando en medio del forcejeo.

—No, por favor basta, déjenme en paz. No quiero—sollocé, era la primera vez que alguien trataba de tocarme así, en contra de mi voluntad. No era una grata sensación—. No los molestaré más, vayan a su cama y hagan lo que quieran, no les diré nada. Sólo quiero dormir.—volví a pedir mientras, en esfuerzos inútiles trataba de zafarme del agarre de ese par.

Comencé a llorar cargada de frustración.

Realmente no tenía mucho por hacer, ellos eran dos y yo, me llevaban ventaja. Aunque trataba de defenderme, seguían tocándome por todos lados. Pero de milagro, Lorena me soltó un instante para quitarse la blusa,y él por su parte, bajó la guardia por un momento de desprenderme de mis pantalones al verme más tranquila,  aproveché para levantarme de la cama y salir corriendo fuera de la habitación.

TÚ ME ROMPISTE PRIMERO [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora