CAPÍTULO 13

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«A veces la verdad en lugar de ser liberadora es dolorosa».
               Anne Miller

ANNE

—¿Cómo les fue?, ¿Qué tal Rusia, Annie?— escuché preguntar a Leo.

—Me encantó. Las calles, la Plaza Roja, las tiendas, las personas, todo fue tan increíble.— suspiré recordando—No sabes lo que sintió jugar en la nieve, ya sabes, en México no en todas partes nieva y yo jamás había visto la nieve. Aproveché que estaba ahí para hacer un muñeco...

—Su muñeco de nieve—interrumpió Dorian con una sonrisa burlona—qué bueno que esos niños le hicieron un favor a las personas que pasaban por ahí, estaba horrible.

—¿Qué dijiste del Señor Polar?—pregunté ofendida.

—Dije que tu muñeco de nieve estaba ho-rri-ble— Repitió el rubio con simpleza.

—No te comportes infantil Dori Toki—le advertí.

—¿Cómo decís que lo llamaste?—cuestionó Alex tratando de aguantar la risa.

—Dori Toki—repetí comenzando a sonreír al ver que Dorian estaba poniéndose rojo de la vergüenza.

—Dori Toki, me gusta ese apodo— comentó Carlos que acababa de acercarse al comedor para unirse a nosotros.

—Al que vuelva a escuchar llamándome así juro que lo voy a golpear— amenazó el rubio frunciendo el ceño.

—Qué agresivo eres Dori Toki— le digo.

—Tú no digas nada, cállate — espetó irritado.

—No— luego de haber dicho eso me gané una mirada de coraje por parte de Dorian.

Alex, Leo, Carlos y yo comenzamos a decir al unísono “Dori Toki” en varias ocasiones para molestar al rubio, el cual después de darnos unas miradas asesinas se alejó para ir a sentarse solo a uno de los sofás.

Dejamos de reír por la actitud que había tomado Dorian cuando Daniel entró con bolsas de comida para todos.

Era el momento de felicidad por el que todos esperábamos.

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Después de comer, Dorian y yo nos despedimos para ir a nuestra habitación. Los dos seguíamos cansados por el día anterior, habíamos caminado muchísimo recorriendo varios lugares— y haciendo cosas que es mejor no volver a contar, pero vaya que sí recordaba.

—¿Cómo te sientes? — preguntó el rubio mirándome de reojo mientras caminábamos hacia la habitación.

—Bien, ¿Y tú?, ¿Todo bien? — no sé porqué estaba incómoda estando a solas con él.

—Sí, supongo…estoy agotado.

—Yo también lo estoy, caminamos mucho— comenté y Dorian me regaló una sonrisa cansada.

Al llegar a la habitación, me acosté dispuesta a dormir. Dorian por el contrario, tenía otras cosas que hacer porque comenzó a buscar ropa en su vestidor con la intención de cambiarse.

TÚ ME ROMPISTE PRIMERO [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora