CAPÍTULO 4

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ANNE

¿Había escuchado bien? ¿Qué clase de propuesta era esa? ¿Compartir habitación con lindos ojitos azules?

Todos volteamos a ver muy sorprendidos al rubio mientras que este siguió hablando;

—¿Aceptas o no?—Exigió saber—. Solo estoy tratando de ser amable contigo pero si no quieres igual no me importa—dijo mientras se daba la vuelta dispuesto a irse.

—¡Espera! Sí quiero—casi lo dije de una manera exagerada, tanto que quise regresar el tiempo para pensar bien mi respuesta y no haber sonado así.

¿Me había escuchado tan urgida?

Ahora las miradas iban directas hacia mí, la de Daniel era la más confundida de todas, tenía razón en estarlo mi reacción no fue la mejor. Nadie se lo esperaba, ni yo, normalmente no soy así.

Mínimo finge que te atrae.

No, él no me atrae, es muy muy normal que mire demasido a alguien que me parece atractivo.

—Es decir, sí quiero, cualquier cosa es mejor que estar en mi antigua habitación—me corregí un tanto apenada por mi actitud pasada.

—Annie, no tienes porqué verte presionada para aceptar,—Daniel me dedicó una mirada reconfortante—, como dije, te puedes quedar aquí.—De nuevo miró al rubio, quién se encontraba con una expresión indiferente.

—No, no quiero que se quede aquí, es el único lugar donde me siento cómodo. No me gustaría venir y ver a una extraña paseándose por ahí—Dorian alegó—. Ya Daniel, mira, no te exaltes por esto, y tú, —me señaló con el dedo, mirándome fijamente—no te ilusiones con el hecho de que te ofrezca mi habitación a un día de tu llegada aquí, no tiene nada de especial. Si quisiera llevarte a la cama para pasar el rato te lo diría directamente—explicó fácilmente—no eres mi tipo, así que no hay de qué preocuparse. Serás como un hombre durmiendo bajo mi mismo techo.

Asentí con lentitud a modo de respuesta.

Sí, admitía que me quedé pensando en el «no eres mi tipo» más de la cuenta.

Nunca había sido de las que eran las más bonitas, siempre fui más como el término medio. No era fea pero tampoco de las que impresionaba con su belleza, así que no era de extrañarse que yo no podría gustarle un poco siquiera a un hombre como Dorian.

Espera, ¿Por qué me importaba lo que él pensaba de mí?

—Bien—Daniel suspiró—, si estás de acuerdo con compartir la habitación con Dorian no voy a llevarte la contraria. Lo importante es que te sientas cómoda—se dirigió a mí dándome una sonrisa más.

—Gracias igualmente por todo.

★——★

Seguí a Dorian hasta que llegamos a la que parecía ser la puerta de su habitación. Entramos y quedé mirando el lugar. Abrí mis ojos de más al percatarme de que la de él era otro nivel de lujo a comparación de la habitación donde iba a dormir inicialmente.

Todo parecía tan ordenado, habían muchas cosas muy necesarias como aquel estante de libros, la televisión, un escritorio, una computadora portátil, sillones que se sentían cómodos en los que te podías dormir si no querías hacerlo en la cama.

También noté algo importante: SÓLO HABÍA UNA CAMA.

¿En donde se supone que iba a dormir? ¿En el sofá?, ¿Será tan cruel de dejarme durmiendo en el suelo? Él tenía cara de ser capaz.

TÚ ME ROMPISTE PRIMERO [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora