ANNE
Alguien estaba sacudiéndome, «Hey, ya despiértate»escuchaba decir, pero mi sueño era más grande que mi disposición. Era domingo, ¿Quién estaba tan amargado de la vida como para despertarse tan temprano en domingo?—Vamos Anne, despiértate ya—Ordenó Dorian manteniendo su mal humor de siempre.
Aunque él era el que estaba hablándome, no me importaba en lo absoluto. Mi sueño era más grande que mis ganas de averiguar qué quería el de ojos azules.
Me acomodé mejor tapándome de pies a cabeza y acomodando unas almohadas en los costados de mi cabeza.
Dorian una vez más me sacudió tratando de quitarme las almohadas. Mientras forcejeábamos seguía diciendo: «ya despiértate».
—Ya tuve suficiente.—Me soltó—. Si no te quieres levantar es tu problema, pero espero que Daniel no me reclame el hecho de que su pequeña no vaya a almorzar con él, y ni hablar de Carlos, él que decía que eras una persona maravillosa, pero sinceramente ahora dudo que siga pensando lo mismo de ti cuando no te tomaste el tiempo para felicitarlo por su cumpleaños.
¿Cumpleaños?
Me destapé y me senté lo más rápido posible mientras que Dorian me daba una sonrisa triunfal al notar que con eso había llamado mi atención.
—En mi defensa, no lo sabía, de haberlo sabido hubiese estado despierta desde temprano—intenté defender, a paso lento y perezoso ponía un pie fuera de la cama.
—De todas formas, ya son las dos de la tarde. Eres una floja.—Criticó mis acciones reñeniéndome con una mirada desaprobatoria.
—¿Y qué tiene?
Suspiró con fastidio mientras se acercaba a mí y me tomaba del brazo para llevarme al cuarto de baño, me metió adentro y antes de que pudiera cuestionar me cerró la puerta en la cara.
—No saldrás de aquí hasta que no te des un baño—sentenció—. Y apresúrate porque ya perdí media hora contigo.
Terminé obedeciendo y me duché lo más rápido posible, al salir del baño Dorian ya estaba lo suficientemente impaciente y terminó por irse solo.
Su paciencia es de admirar.
★——★
Quince minutos después llegué al lugar donde siempre nos reuníamos y entré sin preguntar. Al primero que vi fue a Carlos sentado en uno de los sillones de la sala mirando un libro desinteresadamente, busqué por todo el lugar con la mirada y no había nadie más. Qué extraño. Deberían estar aquí.
Volví mi mirada hacia Carlos y este al sentir mi mirada alzó la vista y me sonrió.
—Hola, Ana bonita, ¿a qué debo vuestra agradable visita?—preguntó sin esperar una respuesta y siguió hablando—. Ven, siéntate conmigo y hazme compañía un rato.—Palmeó su lado izquierdo del sillón para que me sentara.
Me moví a su lado y le regalé una sonrisa de boca cerrada. No tenía ni idea de qué decir, tal vez lo mejor era desearle un feliz cumpleaños pero, ¿Sería bueno mencionarlo así porque sí sin traerle un regalo?
—¿En qué tanto piensas?—cuestionó y pausó un momento, analizando—¿Qué quieres decirm
—N-nada, ¿Y los demás?—Desvié el tema.
—No lo sé, son las personas más raras que conozco a veces están aquí, luego desparecen y así se la pasan, en especial Dorian.
—Opino lo mismo que tú, es un raro además de ser un amargado de lo peor—suspiré recordando todas las veces que trataba de hacerle preguntas y me respondía con alguna grosería.
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TÚ ME ROMPISTE PRIMERO [EN EDICIÓN]
Teen Fiction[TERMINADA] En la vida de Anne Miller, tener una pareja no era precisamente un deseo más allá que una simple ilusión de saber qué se sentiría dar un beso por primera vez o enamorarse perdidamente de alguien como lo describían sus libros favoritos. P...