CAPÍTULO 35

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« Quien con monstruos lucha, que se cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti».

Friedrich Nietzsche


ANNE

—Creo que tenías razón—arrugué la nariz—… se veía mejor a la izquierda.

—Si no te amara no te soportaría más en la casa— Dorian hizo su gesto favorito: fruncirme el ceño.

—Nuestra casa mi amor— le recordé.

—Es cierto, mi amor— remarcó el «mi amor» y sonrió de lado.

—¡Basta Dorian!

—¿Ahora qué hice pequeño Hurón? — se acercó a mí y me tomó de la cintura para atraerme hacia él.

—Nada a propósito— admití desviando mis ojos a su boca—… es que solo por existir me dan ganas de besarte la cara y…

—¿Y? —volvió a darme una sonrisa ladina.

—Y nada, vamos a terminar de remodelar la casa para que podamos cenar— quité su mano de mi cintura para alejarlo.

Suspiró exasperado, pero me siguió hacia el otro lado de la casa—la cocina—.

Observé detenidamente el lugar, la remodeladora de interiores había dejado todo como le había indicado pero soy la persona más insegura, así que ahora viendo todo hecho me daba cuenta que hacían falta cosas. Muchas cosas.

—Me hubiese gustado un color blanco en lugar del beige— declaré y me giré a ver a mi ojitos favoritos que tenía apoyada la cadera en la isla y me miraba aburrido.

—Tú escogiste ese color desde el principio— enarcó una ceja.

—Ya sé, pero… me arrepiento, se vale hacerlo en esta vida.

—¿Pero tres veces en un mes?

—B-bueno, es que las veces pasadas también quedó mal— alegué y me crucé de brazos.

Negó con la cabeza como si yo no tuviera remedio.

—Ven acá— extendió los brazos.

—No quiero.

—¿No quieres?, ¿Segura? — dijo con voz seductora.

Tonto Dorian, ¿Por qué yo sí tengo debilidades contigo y tú no conmigo?

—Te odio— solté y obedientemente me acerqué a abrazarlo.

Levanté mi rostro para mirarle la cara.

—¿Estaría bien que volviéramos a hacerle cambios a la casa…por cuarta vez en el mes? — pregunté avergonzada.

—Anne, tú puedes hacer los cambios que quieras, también es tu casa— besó mi frente y sonreí.

—P-pero, es que para eso gastas mucho dinero y…

—El dinero no es problema y lo sabes.

—Es tu dinero, no el mío— le recordé.

—Es nuestro…recuerda que eso dice nuestra acta de matrimonio.

Me separé de él y le pinché una mejilla con el dedo.

—Esa acta de matrimonio de la feria no cuenta Dorian.

—Vale, entonces… ¿No nos hemos casado? —se pasó el dedo pulgar por el labio inferior y me desconcentró un momento.

TÚ ME ROMPISTE PRIMERO [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora