CAPÍTULO 10

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Tres meses después


ANNE

Desde que tuve mi primer encuentro con Dorian nuestra relación cambió para bien, bueno, al menos ya no me ignora todo el tiempo y cuando le pregunto cosas me responde de la mejor manera posible.

Pasamos más tiempo en nuestra habitación, gracias a que convivimos más mi ruso mejoró tanto que ya podía realizar conversaciones con él, leves pero era un gran avance; mirábamos películas juntos, las de terror en especial, teníamos algo en común: el romance no era nuestro género favorito.

Dorian ya no parecía tan amargado, aunque el hecho de que haga cosas a propósito para enojarme no me sigue gustando.

— Dorian, ¿Podrías ayudarme a alcanzar el libro que está ahí?— pedí señalando el mueble.

— Sí— respondió mientras que sin ponerse de puntillas ni pararse encima de una silla bajó el libro.

— Gracias— hice un ademán de querer agarrarlo pero lo alzó para que no lo tomara.

— Si lo tocas es tuyo— sonrió de forma burlona mientras sacudía el libro en el aire.

Sabía que no iba a bajarlo si le hacía pucheros ni nada por el estilo, así que no me quedó más remedio que ponerme de puntillas para tratar de tomar el libro, pero Dorian me llevaba casi veinte centímetros de diferencia. Me parecía difícil pero no imposible así que hasta comencé a dar saltitos tratando de cogerlo pero no lograba nada.

Dorian se estaba divirtiendo demasiado conmigo, cosa que me estaba comenzando a frustrar así que mi única solución fue morderle el brazo.

Sí,por muy infantil que eso fuera, me resultó porque eso hizo que bajara su brazo dándome la oportunidad de arrebatárselo.

Eres un hurón salvaje, Anne, muy salvaje— se quejó mientras hacía una mueca de dolor.

Te lo merecías.

¿No vas a curarme el brazo o algo así?— preguntó.

No te mordí taaaan fuerte.

— Lo dices porque no fuiste tú a la que agredieron, pero, podrías compensarlo, mi dolor se calmará con algo que sólo tú puedes darme.

No entiendo— lo miré confusa, es que yo no era tan buena descifrando indirectas.

Desde que te dije sobre curarme el brazo era una indirecta— dijo con obviedad.

Indirecta ¿De qué?—  Dorian volteó los ojos, lo estaba desesperando de nuevo.

Quiero que me beses.

¿Que si volvimos a tener encuentros como esos?

La verdad es que sí. Desde esa vez prácticamente todos los días se repetía de la misma manera, sólo tocándonos y con eso bastaba. Los besos los dejábamos en secreto, de alguna u otra forma estábamos bien así, sin muestras en público de ese tipo.

TÚ ME ROMPISTE PRIMERO [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora