CAPÍTULO 14

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DANIEL

Annie ya había tenido suficiente por hoy. Entendí que necesitaba su espacio para pensar sobre todo lo que había pasado, así que la dejé sola en su habitación.

Caminé hacia el cuarto en el que nos reuníamos, esperaba no encontrarme con Dorian porque iba a ser difícil mentirle si me preguntaba sobre Annie. Aunque dudo que lo haga, él jamás preguntaría por alguna mujer a menos que...

No, iba a ser una broma pensar que él iba a preguntar por ella. Siempre que obtenía lo que quería era fácil despedirse sin un adiós. Pero no podía criticarlo, porque yo también soy así. Tener sexo sin compromiso—estando los dos de acuerdo en ello—era mejor que meterse en una relación formal, sufrir no es precisamente lo que siempre se quiere de ella pero es lo que se obtiene la mayoría de las veces.

Aunque pensando en Annie, no me pareció la forma en la que Dorian manejó esto, ella no se lo merecía. No merecía sentirse culpable por haber creído que él le iba a corresponder ese amor que ella le tiene, es imposible que eso sea recíproco algún día.

Cuando entré a la habitación miré por todas partes y no había nadie—hoy estaba de suerte—.

Fui directo a la habitación con la intención de dormirme, la mañana había sido complicada para mí, de por sí mi vida entera lo era. Me acosté en la cama y mi cansancio me venció porque ni siquiera me di cuenta de que me quedé profundamente dormido.

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Me desperté porque escuché ruidos en la sala, volteé a mirar la hora en el reloj de mesa que se encontraba a mi lado, eran las 3:53 a.m.

Salí a revisar quien andaba por ahí, tal vez era Leonardo, siempre venía aquí en las noches por algo para comer.

Para mo sorpresa no era Leonardo sino Dorian quien se encontraba sentado en uno de los sofás moviendo el pie con impaciencia mientras se tocaba el puente de la nariz. Eso no era algo común en él. Cuando él hacía eso era porque se encontraba preocupado, pero ¿De qué?

Me acerqué a él cautelosamente, no me iba a decir algo bueno, estaba seguro.

—¿Qué haces aquí?—cuestioné directamente a lo que él levantó la mirada hacía mí, pero no contestó.

Me senté en el otro sofá quedando enfrente de él, seguía sin decir palabra alguna, sólo abría y cerraba la boca entre ratos como queriendo decir algo pero no podía.

—Dorian, ¿Qué te pasa?, ¿Pasó algo?—pregunté de nuevo con un poco más de calma, eso de una u otra manera siempre lograba que él se abriera a mí.

—¿No has visto a la Hurón?—desvió la mirada con algo de incomodidad por lo que había preguntado.

No respondí al instante y me dediqué a analizar su rostro el cual demostraba que no había dormido en toda la noche, ¿acaso era porque estaba esperándola?. Tal vez eso era, pero aún así era raro que estuviera haciéndolo, ¿Porqué con ella?. No creo que sea porque la quiera, si la quisiera no se hubiese tirado a la primera que se encontrara, ¿O es que lo hizo porque se dio cuenta de que estaba sintiendo algo por Annie?

—¿La has visto o no?—dijo con insistencia.

—No la he visto Dorian—me acomodé en el respaldo del sillón con indiferencia—Sólo la vi esta mañana. ¿No está en tu recámara?

—No, no la he visto en todo el día. Ya son casi las cuatro y ella no aparece, jamás había actuado así—comentó desconcertado.

—¿Porqué te importa que no esté?

—Por nada en especial, es sólo que es tan distraída que...

Suspiré negando con la cabeza—No te diré qué pienso al respecto, pero si tanto te importa deja que las cosas fluyan, dile la verdad, estoy seguro que ella lo va a entender.

TÚ ME ROMPISTE PRIMERO [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora