CAPÍTULO 37

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«Ellos eran dos piezas que encajaban a la perfección, pero no eran del mismo rompecabezas».

-Mario Benedetti.


ANNE

¿Qué debía decir o sentir?

¿Mentiría solo para no herirlo?

¿Estaba haciendo lo correcto al estar con él?

Daniel no me dejó respirar después de aquella confesión porque luego de haberla dicho, comenzó a besarme con tanto deseo que me tuve que agarrar de su camiseta para no caer hacia atrás.

La intensidad del beso era tolerable para mis hormonas, pero el tiempo que pasó haciéndolo no lo fue. Nuestras lenguas se rozaban y danzaban al mismo instante como si estuvieran conectadas y saben qué hacer o cuándo hacerlo; ese sonido que se producía entre las lamidas y las chupadas de nuestro beso creaba ruido dentro del ambiente, eran los sonidos de nuestros besos húmedos.

La respiración nos faltaba pero solo entre momentos nos despejamos para tomar aire y seguir otra vez.

El calor dentro del lugar estaba incrementando a medida que nosotros nos besábamos. Esa sensación en el cuerpo ya la conocía muy bien. Esto es algo que debería parar, no era justo que por una calentura fuera a cometer un...

Daniel dejó mi boca para besar mi mandíbula y luego seguir hasta más abajo. Una vez ahí, besó, mordió y chupó la curva de mi cuello. Un suspiro dejó mis labios y casi pude sentir una sonrisa de Daniel sobre mi piel cuando chupó esa zona de mi cuerpo y escuchó lo que esa acción me provocó.

Elevó una de sus manos a mi cintura y enterró los dedos para acercarme y pegarme más a él. De nuevo solté otro gemido. Volvió a besar mi boca con desenfreno y me sorprendió porque aquellos iban a un nivel que no te prometía solo dejarlos ahí.

No debo.

Esto no está bien.

Daniel es el mejor amigo de Dorian, no debería ser por mí que se arruine su amistad, no importa si él me...

Te hizo sufrir, además, él ya no siente nada por ti. Esto no le afectará.

Era verdad... Dorian lo dejó en claro, él ya no siente nada más que lástima por mí.

Seguí besando a Daniel mientras comenzaba a desabrocharle los botones de su camisa y quitársela para dejarlo sin ella. Él hizo lo mismo con la mía y cuando quedé en sujetador se alejó unos centímetros para observar mi vientre y mis pechos.

-Eres...perfecta-había un destello en su mirada al decirlo.

No pude evitar sonrojarme.

Por un momento pensé en todo lo que había pasado con Dorian...porque esto era distinto, muy distinto. Con Dorian tenía sexo cada vez que queríamos y lo disfrutaba, no lo negaré, pero también quería que me dijera cosas lindas cuando lo hiciéramos. Mi madre siempre me aconsejaba diciendo: «cuando un hombre pronuncia cosas tiernas en medio de la acción es porque no está teniendo sexo contigo, están haciendo el amor». Sí, era una opinión muy banal y anticuada, pero yo también lo creía.

TÚ ME ROMPISTE PRIMERO [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora