«Cuando el ser humano por fin le hace caso a su sexto sentido, quizá ya es demasiado tarde para prevenir la desgracia»
—Anne Miller
ANNELlevaba más de una semana yendo a mis clases con el Doctor Adams. Todo ha marchado tan bien que ni yo me lo creo, después de tantas desgracias algo bueno estaba resultando.
Las clases me han ayudado mucho para mejorar en otros aspectos de mi carrera, y si todo sale bien, la próxima semana empiezo mis clases formales.
He estado siguiendo el mismo hábito todos los días: Despertarme temprano, salir a correr, pedir el desayuno a mi habitación, estudiar lo que aprendí el día anterior, prepararme para mis clases, terminar la clase e ir a cenar a algún lugar rápido— sí, volví a mi mal hábito de solo comer dos veces—.
Lo raro de todo ha sido que siempre me encuentro a Sebastián cuando salgo de mis clases...y bueno, voy a cenar con él. No he podido decirle que no. He tratado de excusarme pero tiene algo que me hace aceptar. O tal vez es su forma de hacerme cambiar de opinión llevándome la contraria y haciéndome desconfiar de lo que yo misma digo.
Eso sí, hasta ahora no he dejado que venga a mi departamento, principalmente porque no soy tan confiada al momento de mostrarle a alguien más mi hogar, mi lugar sagrado. Nunca fui de esas personas que invitan a cualquiera a su casa, de hecho, cuando estudiaba en mi antigua universidad y dejaban trabajos por equipo no pedía que el trabajo se hiciera en mi casa; prefería mil veces viajar al lugar que me dijeran. Ésta vez no iba a ser la excepción— menos si vivía sola—.
He estado durmiendo sola diez días, y no es fácil para mí hacerlo sin la compañía de Dorian.
Pienso en él todos los días antes de dormir, cuando veo alguna película que vimos juntos, cuando me despierto y no escucho los latidos de su corazón en mi oído, cuando desayuno o cuando… estoy sola todo el día.
Él es el pensamiento que más acompaña mis días.
Estaba enamorada de él, lo he sabido desde la primera vez que lo besé.
No es normal extrañarlo y anhelar que esté conmigo, a esta dependencia es a la que le tenía miedo cuando no quería buscar ni encontrar el amor; pero lo terminé encontrando sin buscarlo, y en la persona que menos me imaginé.
Hasta el día de hoy sigo preguntándome, ¿Qué vio de bueno en mí?
No creo que haya sido mi belleza, porque no suelen considerarme la más atractiva— siempre he resaltado por ser buena en matemáticas—, la más graciosa, la más talentosa o la más sociable.
Era muy distinta a cualquiera de las mujeres con las que él seguramente se involucraba. Ni siquiera soy digna de presumir por algo más que no sea mi poca inteligencia.
Dorian era el hombre más guapo que había visto, además de talentoso e inteligente. Estoy completamente segura de que él se merece más que lo que yo soy, pero a pesar de eso...me eligió a mí.
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Esta había sido mi última clase con el doctor Adams. Lo iba a extrañar. Parecía un hombre serio y aburrido, pero no lo era en realidad; me contaba anécdotas de sus inicios como corredor de bolsa, sobre sus hijos y sobre su esposa— la que conocí un día que llegué tarde y ella se encontraba charlando con él en el salón, era una señora rubia muy agradable—.
Bueno, tal vez y sí soy un poco exagerada al decir que lo iba a extrañar porque no se iba del todo de mi vida… me iba a impartir una materia del semestre— derecho fiscal—, aunque no iba a ser lo mismo porque ya no habría la misma cercanía, sino estaría él y yo… y más de treinta alumnos de por medio.
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TÚ ME ROMPISTE PRIMERO [EN EDICIÓN]
Teen Fiction[TERMINADA] En la vida de Anne Miller, tener una pareja no era precisamente un deseo más allá que una simple ilusión de saber qué se sentiría dar un beso por primera vez o enamorarse perdidamente de alguien como lo describían sus libros favoritos. P...