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Habían pasado casi dos semanas desde su llegada al Sunny, Chopper había cuidado de manera impecable cada una de sus heridas, y solo le restaba descansar, pasaba sus noches en enfermería y durante el día tomaba el sol en la cubierta con las chicas.

Ahora que ya su cuerpo no dolía, quería volver a entrenar y ejercitarse, no podía darse el lujo de dejar pasar el tiempo y volverse débil, sabía que en el nido de cuervo tenían el gimnasio, así que se levanto temprano en la madrugada y subió hasta allí.

Observo el mar por las ventanas, desde esta altura se veía majestuoso, suspiro agradecida por otro día más con vida y libertad.

Comenzó su habitual rutina, a pesar de ser aun temprano sintió como alguien subía al nido también, se concentro en descubrir a quien la acompañaría, frunció el ceño al identificar que se trataba del espadachín.

- ¿Qué haces aquí? - Soltó seco desde la trampilla -

Ella pensó en ignorarlo, mientras continuaba su entrenamiento, el peliverde seguía esperando una respuesta de su parte.

- ¿Y? - Se acercó a ella -

- ¿Qué crees? - Rodó sus ojos -

- Este es mi lugar - Se cruzo de brazos -

Ella se levanto del suelo molesta, no le gustaba la actitud de este tipo ¿Quién se creía que era? El lugar era lo suficientemente grande como para que los dos pudieran entrenar sin molestarse.

- ¿Me darías permiso para respirar tu mismo aire? - Lo desafío -

- Tss - Gruño molesto y se acercó a las pesas -

Ella lo siguió de cerca y tocó las pesas para detenerlo, este la miro molesto.

- ¿Qué quieres?

Debía levantar un poco su mentón para poder mirarlo a los ojos, él la ponía de mal humor, pero algo la obligaba a no  dejarse pasar a llevar por un tipo tan arrogante cómo él.

- Nada - Sonrió inocente y volvió a dónde estaba ejercitándose -

El peliverde la siguió con la mirada en silencio, se notaba que estaba haciendo un esfuerzo por no saltar sobre ella y echarla a patadas del lugar.

...

Agarro sus pesas e hizo el intento de levantarlas, pero apenas las movió del suelo, frunció el ceño confundido, esas eran las pesas que siempre usaba, las había dejado allí en la noche, no le había añadido más peso ni nada por el estilo, observo sus brazos confundido, tampoco había lastimado sus músculos o tendones, no entendía porque ahora no las podía levantar.

Miro de reojo a la mujer, ella estaba haciendo flexiones mientras lo miraba con sorna, se estaba burlando de él por no poder levantar esas malditas pesas.

Volvió a intentarlo, está vez con más fuerza, logrando que estas se despegarán unos centímetros del suelo, las tiro al piso con rabia, escuchar la risa de la peliceleste solo estaba causando más irá en su interior.

- ¿De que te ríes pedazo de mierda? - Volteo a verla furioso -

Ella se levanto nuevamente del piso, se acercó a él, agarro la pesa y la levanto con una mano sin esfuerzo, la dejo en el piso y le guiño un ojo.

- Tienes que estar jodiendo - Volvió a agarrar las pesas -

Pero está vez no fue diferente a la anterior, a penas y logro levantarla unos centímetros más, volvió a lanzar con fuerza las pesas al piso, fue por una de sus katanas y volvió para colocar la punta filosa bajo el cuello de la mujer.

Ella lo miro fríamente pero con una sonrisa burlesca en el rostro.

- ¿Planeas degollarme? - Levanto una ceja retándolo -

- No vuelvas a tocar mis cosas basura, de vuelve mis pesas a la normalidad - Siseo molesto -

- No - Levanto su mentón y se acercó un poco más a él, logrando que la katana lastimara levemente su cuello -

- No juegues conmigo mujer - El se mantuvo impasible -

Ambos se retaron con la mirada a quien cedía primero, ninguno de los dos quería  darle la victoria al otro.

- ¿Pueden dejar de tirar las pesas? - El grito del Cyborg logro que ambos dieran un leve salto - ¿Qué le estás haciendo a la hermana Shiho-san?

Voltearon a ver a Franky quien estaba asomado por  la trampilla, los estaba mirando con el ceño fruncido.

- Nada - El espadachín se alejo para guardar su katana mientras murmuraba molesto contra la peliceleste-

- Okey, ustedes son suuuuuuuuper raros - Los miro extrañado mientras se iba - No destruyan el barco - Soltó mientras cerraba la trampilla -

La chica se acercó a las pesas y las devolvió a su peso normal, miro de reojo al peliverde, estaba apoyado en la pared con los brazos cruzados mientras la miraba con molestia.

- Seguiré entrenado aquí, así que acostúmbrate a mi presencia - Tomo otra de las pesas y la adecuo a lo que ella levantaba -

El se acercó nuevamente y tomo sus pesas, continuaron entrenando en silencio un buen rato.

- Fue una buena pelea - Soltó el espadachín de la nada -

Ella lo miro de reojo sin comprender a que venía eso.

- Tu y esos piratas - Gruño molesto por tener que explicarse -

- ¿Te refieres a cuando casi muero?

- No ibas a morir, les pateaste el trasero a todos ellos, sin usar el poder de tu fruta.

- Si lo usé, solo que no lo notaron - Dejo la pesa en el suelo - No me gusta que sepan que comí una fruta.

Recogió su cabello en una coleta alta, se alejo para recoger una toalla y secarse el sudor, estaba usando una de las poleras de Nami, por lo que en su espalda era visible la marca de los dragones celestiales.

- ¿A qué edad te capturaron?

- Hace treinta minutos me querías degollar y ahora quieres saber de mi vida ¿Quien te entiende Roronoa? - Volteo a verlo con los brazos cruzados -

- Vete a la mierda - Gruño y continuo con su entrenamiento -

- Fui vendida por mi madre cuando tenía cuatro años, escape de allí a los trece, he tenido que arreglármelas desde entonces, aprendí a robar y estafar para sobrevivir, asi comí la fruta del diablo Omo-sa Omo-sa, les había robado a unos piratas y pensé que era comida- Se acercó a la salida - Me gustan tus katanas pero no en mi cuello.

Dicho esto bajo por la trampilla dejando al peliverde solo en el nido de cuervo, se encontró inmediatamente con Nami que estaba regando sus árboles de mandarinas, Chopper estaba junto a ella ayudándole.

- Ya te ves mucho mejor Shiho-san - Le sonrió -

- Si me siento increíble, el doctor de este barco es excelente - Le sonrió al reno -

- Eso no me halaga nada estúpida - Comenzó su tierno baile -

Liberados - Roronoa ZoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora