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Se sentía impotente porque por más que quisiera defender a todas las personas privadas de libertad de la ciudad, y en especial a Momo, su corazón no la dejaba mover ni un solo músculo contra Satoru. Era una cobarde por darle esa tarea al peliverde, pero no podía hacer nada al respecto, sabía que en aquel hombre ya no quedaba ni un rastro de su hermano mayor.

Zoro sonrió complacido de que le haya dado la tarea de batallar contra Satoru, desenvainó sus katanas, colocó una en su boca, y arremetió sin dudarlo contra Satoru, ella retrocedió varios pasos y se apoyó contra la pared.

Su cuerpo entero temblaba de frustración y dolor, en su cabeza aún no encontraba la razón para las atrocidades que su hermano estaba cometiendo, le era imposible creer que había esclavizado a personas solo para que ella llegará a salvarlos.

¿Qué clase de mente retorcida hacia eso?

Satoru era rápido esquivando los perfectos ataques del espadachín, y tenía un impresionante Haki de armadura, lograba detener a mano desnuda el impacto de las katanas, pero ella había visto en acción a Zoro contra el mono de la isla anterior, incluso había escuchado muchísimas cosas de él, sabía que tenía una técnica poderosa y un récord casi perfecto de batallas ganadas.

Se abrazó a sí misma tratando de contener los pequeños espasmos de su cuerpo, sentía el sudor frío perlar su piel, Momo debía estar en el edificio, tenía que ir por ella, su cabeza y corazón ya no le permitían seguir observando a Zoro y Satoru pelear.

Le costó salir de la habitación, no solo porque no quería dejarlos solos, sino que su cuerpo se sentía levemente pesado, frunció el ceño confundida, probablemente el veneno aún le seguía haciendo efecto, aspiró una gran cantidad de aire y retomó su búsqueda, debía hallar a Momo lo antes posible, tenía que verificar que fuese su hermanita y sacarla de esa isla cuánto antes.

Había algo que no cuadraba, aquella niña no le generaba el amor que tuvo por su pequeña rubia, y estaba completamente segura de que ya no había salvación para Momo cuando la dejó en Marie Geoise, su pequeño cuerpo había dejado de luchar, no podía estar tan equivocada con eso.

Avanzaba apoyando sus manos en las paredes para no perder el equilibrio y caer, se sentía mareada y bastante cansada, tenía que hacer un gran esfuerzo para mantener su vista enfocada, observo los cuadros, frunció su ceño confundida, había varias pinturas colgadas en las paredes de la gran mansión, pero las que más llamaron su atención fueron dos, una donde estaba segura que era ella, era una ilustración donde prácticamente la santificaban, parecía un ser adorado e inalcanzable. Se acercó al cuadro y recorrió con la yema de sus dedos el acrílico, Satoru había perdido la cabeza por completo, jamás demostró nada más que su amor como hermana por él ¿En qué momento del camino se había deformado ese sentimiento? ¿Fue por dejarlo en Marie Geoise? ¿Por no encontrarlo antes? ¿Si no se hubiera demorado trece años en dar con él, hubiese sido diferente? Tantas preguntas golpearon su mente de pronto que se sintió incluso aún más mareada.

Paso al siguiente cuadro y lo observó con los ojos llenos de lágrimas, esta era lo que anhelo cada día sin ellos a su lado, crecer juntos en libertad, vivir como una familia de hermanos, desarrollar su vida lejos de los dragones celestiales, que Momo siguiera con vida y disfrutara su niñez con la tranquilidad que merecía, educarse, alimentarse y jugar con otros niños de su edad, no siendo una esclava desde tan pequeña, pero jamás se imaginó enamorarse de Satoru y formar una familia con él de esa forma, Momo y él eran sus hermanos, pero en el cuadro los mostraba como los padres de ella.

Siguió su camino no podía perder tiempo en tratar de entender la mente de su hermano, debía encontrar a Momo y averiguar qué pasaba con ella, caminó como pudo hasta la gran puerta de entrada del edificio y salió de este, afuera había demasiado polvo en el aire, pero reinaba un silencio casi total, adecuo su vista al sol y observo las figuras que estaban unos metros más allá, en el lugar donde hasta hace poco estaba la estatua tallada en mármol de ella, se encontraba Luffy sentado mirando el edificio con una mano apoyada bajo su mentón, a su lado estaban Nami y Usopp quienes al verla salir del lugar corriendo a su lado para ayudarla.

- ¿Estás bien Shiho-chin? - La ayudó a caminar el moreno -

- Sí, tengo que encontrar a Momo - Siguió caminando -

La colorina y el tirador se miraron entre sí, asustados por la condición de la peliceleste, estaba bastante lastimada, caminaba tambaleante y temblaba demasiado, Usopp retiró su mano de la cintura de mujer al notar la humedad en su palma, observó sorprendido la sangre correr entre sus dedos, volvió a sujetar a Shiho rápidamente al sentirla tropezar.

Luffy se acercó a ellos sonriente, él sabía que Zoro lo lograría, jamás dudo de su amigo, se colgó del cuello de la peliceleste y esta le sonrió levemente, pero intentó retomar su camino, el capitán de los Mugiwaras frunció su ceño y miró las puertas del edificio detrás de ella confundido.

- ¿Y Zoro?

- Sigue adentro - Débilmente intento quitar las manos del castaño de su cuello - Yo tengo que ir por Momo.

- Shiho-chin no deberías seguir...- Nami la miro inquieta -

- No la puedo dejar de nuevo - Soltó frustrada, tratando aun de quitar los brazos de Luffy -

Tosió fuertemente ahogándose con su propia sangre, miró asustada al castaño, sentía su cuerpo cada vez más pesado y agotado, sabía claramente que no estaba bien, el veneno y los daños internos causaron graves problemas, pero no quería caer aún, necesitaba recuperar a su hermana, sonrió aliviada al ver a Sanji y Robin llegar con una Momo luchando por ser liberada estaba atada de manos con una cuerda e iba en brazos del cocinero, pateando con fuerza, al menos ya estaba cerca de ella, confiaba que los Mugiwaras no la dejarían ir.

- Momo-chin.

Soltó apenas en un hilo antes de caer inconsciente sobre el hombro del Mugiwara, este la recibió confuso, la tomó en brazos y se la entregó a Usopp, este la tomó con cuidado, tanto Sanji como Robin llegaron rápidamente hasta ellos.

- Llévenla con Chopper - Observó el edificio detrás de ellos -

- Si.

- No se llevarán a mi mamá a ningún lado - Gritó con rabia la rubia, moviéndose violentamente para librarse del rubio -

Liberados - Roronoa ZoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora