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- ¿También los sientes?

- Si - Abrió sus ojos - ¿Volvemos? - Lo miro sería -

- Ya hemos investigado suficiente, dejemos que el resto trabaje - Se acercó a un árbol -

Aún no había soltado la cadena Shiho por lo que la arrastró hasta el árbol donde él se sentó, ella lo siguió confundida.

- Tenemos que recopilar información.

- Ya lo hicimos, ahora quiero descansar - Cerró su ojo -

- Pero no es momento de descansar - Soltó molesta -

- Shiho - Ella se quedó quieta al escuchar su nombre en los labios de él - Fue suficiente para ti

La peliceleste no sabía que responderle, a pesar de ser un bruto la mayor parte del tiempo, el la cuidaba de una manera totalmente extraña para el tipo de relación que tenían, y eso la ponía incómoda, durante el mes y medio que estuvo en el Sunny se ignoraban la mayor parte del tiempo, solo interactuaban cuando estaban en el nido de cuervo, y básicamente era para pelearse.

No le gustaba la idea de quedarse sola junto a él, le ponía los nervios de punta, no podía olvidar lo que había pasado hace tan solo unas horas atrás, la manera en que la tocó, y disfruto cada parte de su cuerpo, como ella se dejó desarmar por él, y como en el fondo deseaba ser tocada así siempre.

- Siéntate - Le ordenó tranquilo aún sin abrir su ojo -

Su cuerpo se movió en automático, se sentó a su lado con bastante distancia de por medio, y se dedicó a observar el cielo, tenía que distraer su mente de él, no era el momento para pensar en ese tipo de cosas.

- Gracias - Susurro apenas -

Le avergonzaba admitir que él tenía razón en que ya estaba agotada de tener que revivir su pasado constantemente, cerró sus ojos y recostó su cabeza en el árbol, confiaba en los equipos de Sanji y Robin, los cuatro eran muwigaras inteligentes y hábiles, seguro obtendrían información importante.

- Demonios mujer eres sofocante - Se levantó frustrado -

¿Había perdido la cabeza? Miro confundida al peliverde ¿Qué le pasaba ahora? Ella solo le había dado las gracias, no entendía su reacción.

- ¿Cuál es tu problema Roronoa? - Frunció su ceño -

- Tu - La miro molesto -

- ¿Otra vez con lo mismo? Pareces disco rayado - Rodó sus ojos cansada -

Él se quitó la túnica y se la arrojó a la mujer con fuerza, está se lo quitó de encima y lo miro molesta.

- ¿Es necesario?

- No puedo descansar contigo así - Le dio la espalda -

Ella estaba con la boca abierta, por un lado, le aliviaba no ser la única en seguir afectada, y por el otro, le divertía ver al espadachín incómodo por ella, dejó la túnica en el suelo, se levantó y caminó hasta él.

- No te atrevas - Soltó al sentirla cerca -

- ¿Qué no me atreva a qué? - Comentó inocente para molestarlo -

- Mujer no me tientes - Apretó su mandíbula al sentir las manos de ella sobre sus brazos -

- ¿Te tiento Roronoa? -

Su voz suave y aterciopelada causó estragos en el cuerpo del espadachín, no entendía de dónde había salido está confianza por parte de ella, y no estaba seguro de si podría contenerse más tiempo.

Ella pasó sus manos por debajo de los brazos de él y rodeó su pecho, apoyó su cabeza en su gran espalda y se quedó allí abrazando al peliverde, no podía explicar bien que la llevó a actuar de esa forma, pero aquel lugar se sentía cómodo y seguro, quería quedarse allí tranquila por un momento.

Zoro tomó las manos de ellas y las quitó de su cuerpo, la peliceleste sintió una pequeña amargura en su interior, pero duró pocos segundos, porque con rapidez él se dio la vuelta y la abrazo, al tener su cabeza apoyada en su pecho podía escuchar su agitado corazón, y era probable que él sintiera el de ella.

Si en su espalda se sentía cómoda, en su pecho se sentía protegida, el calor de su cuerpo, el subir y bajar de su pecho al respirar y sus alocados latidos la mantenían en un trance, deseaba quedarse en esa posición por toda la noche.

Ya no pensaba en nada más, eso la tenía tranquila y cómoda, ni siquiera los nervios de estar tan cerca de él, podían con la necesidad de mantenerse allí, abrió sus ojos y lentamente subió sus manos por los brazos de él, pasó por sus hombros y acarició con dulzura su cuello, se puso de puntillas y acercó su rostro al de él.

Zoro no comprendía qué estaba pasando con él, de donde estaba saliendo este nuevo personaje que se estaba apoderando de su cuerpo, había quedado en shock cuando ella lo abrazó por la espalda, sintió la necesidad inmediata de rodearla con sus brazos.

Estaba avergonzado del latir desbocado de su corazón, pero ella se veía tan tranquila en su pecho que no podía moverse ni un centímetro, le gustaba esa sensación de paz entre ellos, era algo tan ajeno, pero todo se volvió más extraño cuando ella lo miró fijamente y comenzó a acariciar su cuerpo con dulzura.

No sabía cómo manejar esos sentimientos ¿Cómo se actúa cuando te tratan de esta forma? ¿Desde cuándo la mujer se había convertido en esta persona tan dulce y tranquila? Tenía que admitir que le gustaba tanto esta versión como la fiera guerrera que era, pero ¿Qué debía hacer con esto?

Ella se estaba acercando con claras intenciones de besarlo, él sabía que pasaría luego de eso, no podría controlarse, la deseaba demasiado, y se sentía un débil por eso, le había dicho que no se volvería a repetir lo de hace unas horas, pero aquí estaba ansioso por que ella lo besara para poder tomarla con locura.

Porque deseaba besar cada parte de su cuerpo, recorrer con sus manos cada curva y monte, hundirse en ella con fuerza hasta que sus cuerpos no pudiesen con tanto, quería que ella le suplicara por más, necesitaba volver a verla correrse gracias a él.

Liberados - Roronoa ZoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora