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Salieron de la habitación en silencio, desde que se habían levantado de la cama no emitieron ninguna palabra, ambos estaban absortos en sus pensamientos.

Ella se sentía culpable, estaba en ese lugar rodeada de personas que se encontraban allí en contra de su voluntad, pero había disfrutado cada segundo junto a Zoro.

Él no podía entender cómo había caído bajo las tentaciones de Shiho, él no era como el cocinero pervertido, siempre se mantenía en control, tenía otros métodos para satisfacer su lado primitivo.

Guiándola, cadena en mano, subió por las escaleras a la primera planta y camino por el pasillo en dirección contraria por dónde habían entrado, su misión era descubrir algo con lo que podrían liberar a las personas.

El pasillo acababa con una escalera que llevaba al segundo piso, Zoro volteo a ver a la peliceleste y está le asintió, subieron las escaleras.

La planta superior era totalmente diferente a la subterránea, está era mucho más iluminada, y no tenía habitaciones, solo varios sofás y divanes por todo el lugar.

Los hombres y mujeres en túnicas, estaban sentados en el inmobiliario, conversando tranquilamente mientras las personas en cadenas se encontraban de rodillas en el piso.

Ambos observaron el lugar y divisaron a una persona que destacaba más que el resto al tener al menos seis esclavos con él.

Zoro se acercó al sillón desocupado más cercano al tipo y se sentó, Shiho imitó al resto de los esclavos y se arrodilló frente al peliverde.

- ¿En cuánto me la venderías? - El hombre miró seriamente a Zoro -

- No la vendo - Soltó sin mirarlo siquiera-

- Si la hubiera visto en la tienda me la quedo - Se rio y uso la espalda de uno de sus esclavos para apoyar sus pies -

- ¿No tienes suficientes? - Lo volteo a ver-

- Deberías comprar una más, una vez que te das cuenta que dos son mejor que una, no pararás de comprar más.

- Puede ser - Observó cómo las luces comenzaron a bajar de intensidad -

- Mi parte favorita - Se alegró el tipo -

Shiho se acomodó en el suelo y se sentó de costado a los pies de Zoro, quería observar bien a lo que se refería el hombre, por la escalera del tercer piso comenzaron a bajar varios esclavos sin dueño.

La mayoría venían con bandejas con comida y trago, el collar en sus cuellos eran diferentes al del resto, no necesitaban cadena, eran los mismos que usaban con los esclavos de los dragones.

Los que no traían bandejas, comenzaron a pasearse bailando al ritmo de la música que sonaba de fondo, tenían trajes más estrafalarios y sensuales que los esclavos normales.

Zoro recibió el sake y dejó pasar la bandeja con comida, unas mujeres comenzaron a bailar cerca de él, pero estaba más concentrado en beber, Shiho observó a los demás esclavos.

Abrió sus ojos conmocionada, algunos estaban siendo obligados a realizar felaciones en público mientras sus dueños comían o bebían, poco a poco el ambiente fue cambiando por uno más oscuro.

Algunos gemidos se comenzaron a escuchar por el salón, los dueños dejaban que otros tocaran a sus esclavos y viceversa, Shiho trago en seco, no quería que nadie la tocará.

Levantó su cabeza para mirar aterrada a Zoro, este le devolvió seriamente la mirada y se levantó, suspiro aliviada y se paró detrás de él.

El tipo de al lado se acercó a ella y la tomó por la cintura, sintió que iba a vomitar cuando esté acercó su rostro a su cuello, Zoro tiró de su cadena y la acercó con brusquedad a su pecho.

- No me gusta compartir - Lo miro molesto -

- Este es el lugar para compartir - Le sonrió con burla -

- Por eso me voy.

Empujo sutilmente a Shiho delante de él y está comenzó a caminar para salir del lugar, si creía que el subterráneo era asqueroso, el segundo piso no estaba muy lejos.

Salieron del edificio y Zoro nuevamente retomó la marcha dejándola a ella atrás, ese debía ser uno de los tantos edificios sexuales de la ciudad, en algún otro debían vender personas y quizás que más escondía la isla.

La brisa fresca de la noche golpeó suavemente su rostro y ella cerró los ojos, estaba agradecida de estar viva y libre, pero no podía dejar de sentir que quizá no lograría salvar a estas personas.

Observó a dónde estaban, frunció el ceño molesta, se habían alejado de la ciudad, pero se encontraba frente a la playa y no en el lugar donde se estaban ocultando.

- Eres un bruto - Se ganó al lado de él -

- Está isla parece un laberinto - Se quejó molesto -

- No, el problema eres tu - Agarró su cadena y se dio la vuelta tirando de él -

El la siguió en silencio, de tanto en tanto se le iba la mirada a su trasero, aún tenía roja su piel dónde él la había azotado, trago duro, no sabía en qué se estaba metiendo, pero cuando el tipo se acercó a ella, quiso rebanarlo de inmediato, y no lo hizo por qué ella estaba en el medio.

Llegaron al lugar que estaban usando de refugio y ella se soltó el collar, sobó su cuello adolorida y se sentó en el suelo con las rodillas a la altura de su pecho.

- ¿Crees que lo lograremos? - Soltó mirando al suelo - Digo liberarlos

- No lo sé - Él se apoyó en la pared -

- Fisher Tiger incendio Mary Geoise para liberarnos - Apoyó su cabeza en las rodillas - No creo que esa sea una solución definitiva aquí

- Tal vez - Él se encogió de hombros-

Ella lo observó un rato en silencio, agradeció que el lugar estuviera sumergido en la oscuridad de la noche con solo la luz de luna como una leve iluminación, porque sentía el rostro caliente al recordar lo que hizo con él hace unas horas atrás.

- No se volverá a repetir - Soltó el de la nada -

- ¿Qué? - Esperaba que no le estuviera leyendo la mente -

- Tu sabes, lo que pasó en el edificio - La miro seriamente -

- Yo no comencé - De pronto sintió que debía defenderse -

Él iba a responder, pero guardó silencio al sentir a sus nakamas aproximarse, lo mejor era dejar el tema hasta ahí, no volvería a caer en la tentación, tenía prioridades y metas, y en ninguna de esas estaba estar con alguien de esa manera.

Liberados - Roronoa ZoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora