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El olor de la deliciosa comida de Sanji fue quien la despertó ese día, se sentó en la cama y se estiró, luego de bañarse se había tirado en la cama inmediatamente, necesitaba desconectarse con urgencia de la realidad, y agradeció no haber tenido algún sueño o pesadilla, ese día había sido suficientemente agotador a nivel mental.

Los Mugiwaras ya estaban sentados en la barra desayunando, todos excepto Zoro quien seguía durmiendo en su cama, ella se levantó y se acercó al resto, ya sabía la dinámica de ellos, apenas servían las comidas debías comer o Luffy no te dejaría ni una migaja.

Apenas se sentó en la barra, Sanji le acercó un plato de comida, ella le sonrió levemente y comenzó a comer su desayuno en silencio, los demás estaban comentando lo terrible que era la ciudad, Usopp y Nami eran los más asustados, Robin asentía de vez en cuando seriamente.

- Descubrimos muchos lugares que de día funcionan como tiendas normales y durante la noche venden esclavos - Exclamó aterrada Nami -

- Esta isla da miedo - El moreno se aferró a la navegante asustado -

- Usan a las personas como juguetes - Comentó Robin sería -

- No digas cosas, así como si nada - El moreno la reprendió -

El rubio dejó la barra y se acercó a la cama de Zoro, levantó su pierna dispuesto a patearlo, pero al momento de bajarla y casi rozar su cabeza, el espadachín levantó su brazo y lo detuvo aún con sus ojos cerrados.

- A comer marino estúpido - Volvió a su lugar en la barra -

El espadachín se levantó de la cama y desperezándose se acercó a comer junto al resto, la peliceleste se metió lo que le quedaba de comida en la boca y se levantó de un salto.

- Iré a dar una vuelta a la ciudad - Gritó con la boca llena antes de salir del lugar -

Necesita un poco de distancia, trataría de no estar en el mismo lugar que él a menos que sea estrictamente necesario, él lograba ocupar más espacio en su mente que las cosas que realmente importaban en ese momento, y quería mantenerse limpia de Zoro por un momento.

Camino por las calles de la ciudad observando todo atentamente, era pasado medio día, las personas estaban realizando su vida como si nada pasara en la noche, no sabía si ellos no estaban al tanto o simplemente fingían no enterarse, sea como sea era impactante ver el cambio.

Se dedicó a estafar y robar a cuánto pirata se le atravesó en el camino, usó sus técnicas infalibles con cada uno, y consiguió tanto dinero que Nami podría perder la razón, entró a un restaurant y se encontró con el capitán de los Mugiwara s sentado comiendo. Lo miró incrédula, se acercó a él y tomó asiento a su lado, él la miró sonriente y se tragó un pedazo de carne de un bocado.

- Shoshi - Exclamó feliz - ¿Cómo les fue?

- Es Shiho - Rodó sus ojos - ¿No sabes lo que significa discreción? - Lo miro con una ceja levantada -

- Aburridaaaa - Musito mientras seguía comiendo -

- Tenemos que ir con los demás - Se acomodó en la silla mientras lo veía comer - A Sanji-kun no le gustara que hayas comido en otro lado - Sonrió de costado -

- No le digas Shoshi - Soltó con la boca llena -

- Entonces apúrate y vamos.

- Shi Shi - Comenzó a comer más rápido con el ceño fruncido -

- No te muevas de aquí - Se levantó y lo apuntó seriamente - Iré a trabajar.

- ¿Qué? - Escupió algo de comida de su boca mientras la miraba confundido -

Ella lo ignoró y se alejó de la mesa para acercarse a un grupo de hombres que estaba jugando cartas, adquirió su postura seductora y coqueta, les sonrió ampliamente y se dispuso a robarles hasta el último berries sin que se dieran cuenta siquiera, mientras lograba recaudar dinero, miraba de tanto en tanto a que Luffy se mantuviera en su lugar.

Una vez que quedaron sin dinero del cual apropiarse, se despidió de ellos, tomó a Luffy de la oreja, pagó la cuenta y se fue con el capitán de los Mugiwaras quejándose por el dolor del tirón.

- Shoshi - Soltó sobándose la oreja - Duele.

- Deja de hacer que gaste dinero innecesario - Comenzó a caminar en dirección al refugio -

- Suenas como Nami - La siguió con un puchero -

- Es porque Nami-chin sabe de lo que habla.

- Tss - Se cruzó de brazos - Yo soy el capitán

- No el mío

- ¿Cómo? Eres mi nakama

- Nunca acepte ser parte de tu tripulación - Siguió caminando tranquila-

- Pero tienes que estar en mi tripulación eres genial Shoshi

Ella volteo para verlo, el capitán de los Mugiwaras la estaba mirando con el ceño fruncido, la peliceleste suspiró exageradamente y se acercó a él.

- En el tiempo que compartí con ustedes descubrí que quizá no es tan bueno estar sola en el mar, pero su estilo de vida es muy diferente al mío, yo soy una simple estafadora - Tomó la mano del moreno - Estoy agradecida de que me acogieran en su barco y me cuidarán, estoy en deuda con ustedes porque me están ayudando ahora, pero tengo una meta que debo cumplir y no sé si podría ser parte de tu tripulación.

- Ya eres mi nakama Shiho - Le sonrió -

Le dio un leve apretón a su mano y se alejó, Shiho lo miró con la boca ligeramente abierta, primero; él no estaba interesado en sus miedos u objeciones, él ya la consideraba parte de sus nakamas y segundo; había pronunciado bien su nombre por primera vez, eso les daba más peso a sus palabras.

¿Que tenía que ver ella en los Mugiwaras? No tenía grandes habilidades, a bordo del barco no era de gran ayuda, quizá en batalla era una buena aliada, pero no era algo en lo que se considerara ni siquiera a la par con ellos, además, le gustaba mantener una vida relativamente tranquila.

Por otra parte, estaba el problema con el peliverde, sabía que había tensión, la había sentido desde el minuto uno, su aura casi la pone de rodillas, le gustaba pelear con él y molestarlo al punto de hacerlo enfadar, no lo quería admitir, pero se excito aquella vez que tuvo tu katana en su cuello, era una estúpida al pretender que podría evitarlo.

Aunque pusiera mil kilómetros de distancia, seguirá dominando en sus pensamientos, más ahora, que le dio tantos buenos recuerdos para revivir una y otra vez, sintió la cara caliente al pensar en él devorando su cuerpo, sacudió su cabeza tratando de alejar esas imágenes.

Claramente no podría vivir con él en el mismo barco, se conocía a sí misma lo suficiente para entender que ella podría querer más de lo que él estaba dispuesto a dar, y no se refería a una relación, ella quería que la tomara todos los días a cada minuto, y él no lo haría porque es mejor privarse del placer y fingir que no pasa nada, que afrontar la realidad.

Liberados - Roronoa ZoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora