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Observo el horizonte aún no había ninguna novedad sobre alguna isla próxima, observó su Log Pose, ella hubiera elegido la aguja más calma, pero el capitán pese a todas las quejas decidió ir en dirección a la aguja que más se movía.

Habían pasado dos semanas desde que dejaron la última isla, su cuerpo ya estaba recuperado al cien por ciento, Chopper es un excelente doctor, ahora estaba pescando junto a él y Usopp, el moreno la tenía partiéndose de la risa con todas las historias que le estaba contando, se sentía relajada a su lado, eran un par muy cómico y agradable.

- Shiho-san.

Se secó una lágrima por tanto reír y observó al renito, este la estaba mirando atento, era un ser adorable, ella le sonrió y acarició su cabecita.

- ¿Qué pasó Doc? - El reno se sonrojo y quito de un manotazo su mano -

- ¿Te quedarás con nosotros?

Él la estaba mirando esperanzado, la peliceleste volvió su vista al frente y se quedó mirando el mar en calma, esa pregunta se había pasado por su cabeza en incontables ocasiones, le gustaba mucho estar rodeada de ellos, con todos tenía una dinámica diferente y le encantaba, pero también estaban las promesas que hizo hace mucho tiempo atrás.

Se había hecho a la mar con un propósito, y aunque quisiera quedarse con los Mugiwaras sus planes y los de ellas no cuadraban para nada, suspiró melancólica, le devolvió la mirada al renito que la seguía mirando expectante.

- ¡Atrape uno! - Grito efusivo Usopp -

Chopper salto a ayudar a su amigo, ella volteo a verlos justo cuando el moreno le lanzaba una mirada de comprensión, le sonrió agradecida y se alejó de ellos, era mejor distraer al doctor, Usopp podía ser muy infantil a veces, pero era alguien con una capacidad impresionante para percibir las cosas, además, de ser una persona brillante.

Llegó hasta donde estaban Robin y Nami, ambas estaban tomando sol en la cubierta, la morena estaba leyendo un libro y Nami el periódico, ella se quitó la polera para quedar en bikini, se recostó sobre el pasto, tapo sus ojos con su brazo y se dedicó a descansar.

- Pero qué afortunados somos al tener tanta belleza en el barco.

Sonrió al escuchar al rubio llegar, podía apostar todo su dinero a que estaba bailando con corazones en sus ojos, era un enamorado empedernido, un caballero total, y aunque a Nami le molestaba, a ella le parecía divertido y tierno, siempre estaba preocupado de ellas, de que comieran bien y se hidrataran correctamente.

- Les traje unos bocadillos para mantener esos hermosos cuerpos.

Apoyó sus codos en el suelo y se semi levanto para poder observar al cocinero, traía una bandeja con mini brochetas de fruta, recibió la comida que le estaba ofreciendo Sanji y se lo metió a la boca con gusto, extrañaría la comida del rubio, era lejos lo mejor que había comido en toda su vida.

- Oi Sanji yo también quiero - Llego gritando Luffy -

El rubio comenzó una pelea con su capitán por la comida, ella siguió comiéndose sus brochetas en silencio mientras disfrutaba del show gratuito, sintió a Brook sentarse a su lado y volteo para verlo.

- ¿Quieres té, Shiho-san? - Le ofreció una taza -

Ella asintió con una brocheta en la boca, mientras le ofrecía la que tenía en la mano, le parecía un intercambio justo, el esqueleto se rio y aceptó la comida, ambos continuaron en silencio viendo como el rubio se peleaba con el Mugiwara, ella se terminó de tomar su té tranquilamente, le entrego la taza a Brook y se levantó.

Subió hasta el nido de cuervo, sabía que encontraría al peliverde allí, no parecía salir de ese lugar, pensó que lo pillaría entrenando, pero estaba durmiendo plácidamente, se acercó a él debatiendo mentalmente qué hacer, si dejarlo tranquilo o molestarlo, se acuclillo frente a él, lo observo un momento en completo silencio, cuando se relajaba podía apreciar lo joven que era, y más de cerca podía confirmar que era guapo, aunque eso nunca lo dudo si tan solo no fuera un idiota andante. Sus pensamientos intrusivos ganaron, paso con suavidad la punta de su índice por la cicatriz sobre su ojo izquierdo, el espadachín gruño molesto, pero no abrió su ojo.

- ¿Qué quieres mujer? - Soltó grave -

- Nada - Ni se inmutó, solo sentó en flor de loto frente a él -

- ¿Vienes solo a molestar? - Seguía con sus ojos cerrados, pero tenía una cara de disgusto visible-

- Si - Paso la punta de su cabello por su rostro - ¿Cómo obtuviste la cicatriz en tu ojo?

- Qué te importa.

- Buen punto ¿Quieres pelear?

- ¿Estás aburrida? - Por fin abrió su ojo para observarla molesto -

- Un poco - Apoyó su mentón en la palma de su mano -

- No estoy para divertirte - Se levantó y pasó por al lado de ella -

- Tenías toda la pinta - Ella también se puso de pie - No estás haciendo nada, te reto a que no puedes soportar mi peso haciendo flexiones - Volteo a verlo entretenida -

- Obviamente puedo, pesas menos que un gato - Se cruzó de brazos observándola arrogante -

- Compruébalo - Sonrió emocionada -

El peliverde bufó cansado, pero no sé opuso más, bajo hasta el suelo para comenzar a hacer flexiones, la mujer se subió a su espalda y este siguió como si nada, ella poco a poco fue aumentando el peso en su ropa, podía notar que le estaba costando cada vez más soportar su peso, pero como todo un cabezota, no dijo nada y continuó ejercitando como si nada.

El peliverde bufó cansado, pero no sé opuso más, bajo hasta el suelo para comenzar a hacer flexiones, la mujer se subió a su espalda y este siguió como si nada, ella poco a poco fue aumentando el peso en su ropa, podía notar que le estaba costando...

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- Eres una tramposa - Soltó con la mandíbula apretada -

- Y tu un terco - De un salto bajó de él mientras volvía su ropa a su peso normal - Obviamente gane esta vez.

Le guiño un ojo divertida y se fue rápidamente del nido de cuervo, apenas quedó solo, se dejó caer al piso agotado, la maldita mujer ocupó su fruta del diablo para pesar toneladas, era una estafadora después de todo, no podía confiar en su buena moral, aun así no pudo evitar sonreír levemente, aún no podía la descifrar al cien por ciento, pero había algo que lo hacía pensar en ella constantemente, estaba seguro que era porque si seguía entrenando como lo estaba haciendo hasta ahora, llegaría a ser una digna contrincante, intuía que no se quedaría con ellos, pero podría haber sido una buena compañera a la hora de la gran batalla final.

Liberados - Roronoa ZoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora