La tarde había pasado a ser noche hace unas horas atrás, ella estaba ansiosa quería terminar con esto luego, necesitaba saber salir de ese lugar pronto, era más difícil de lo que creía llevar a cabo este plan.
Por momentos era golpeada con la brutalidad de sus recuerdos, sentía como si fuera pateada en el estómago y perdía el aire por completo, debía parar para tomar profundas respiraciones, no quería defraudar a nadie.
- Ya van como cinco ataques de pánico, al siguiente te juro que nos regresamos al barco - Soltó serio sin mirarla siquiera-
- Piérdete - Rodó los ojos frustrada consigo misma -
Grito y saltó a recibir un azote desde atrás, Zoro volteo a verla de inmediato, ella estaba roja de rabia y mordiéndose los labios para no llorar, su trasero ardía, eso no había sido un azote con una mano, podía reconocer el escozor del cuero con los ojos cerrados, le habían dado un latigazo.
- ¡Respeta a tu amo! - Le gritó con cólera un tipo con túnica -
Zoro llevó su mano a sus katanas dispuesto a rebanar al tipo, pero solo una mirada de Shiho bastó para hacerlo retroceder.
- Maldita escoria - Volvió a levantar su látigo el tipo - ¡Discúlpate con tu amo!
Antes de que el látigo volviera a azotar a la peliceleste, Zoro tiró de su cadena y la atrajo hacia él, ella se arrodilló y pegó su frente en el piso.
- Lo lamento señor - Soltó sumisa -
- Que no se vuelva a repetir - Volvió a tirar de su cadena para levantarla -
- ¿Es nueva? - El tipo le preguntó tranquilamente como si fuese normal comprar gente -
- Algo así - Respondió incómodo -
- La mía igual, la llevaré a estrenar, acompáñame - Sonrió -
- Bien.
Tanto Zoro como Shiho, caminaron en silencio, el único que hablaba era el tipo que no para de decir atrocidades de todas las esclavas que tenía, y que esta última le había dado más problemas de lo normal.
Llegaron hasta un edificio que en la entrada tenía varios guardias, ambos pasaron pagando la cantidad de berries que solicitaban para entrar, y una mujer vestida con kimono se acercó hasta ellos.
- ¿Castigo o premio? - Los miro sonriente-
- Ambos venimos por castigo - Se río el hombre -
- Bien, síganme.
La mujer los guío por el edificio hasta el subterráneo, Shiho quería vomitar al ver lo que pasaba dentro del lugar, eran varias habitaciones con cortinas por puertas, podía escuchar los gritos de dolor mezclados con los de placer.
Esto iba mucho más allá de sus capacidades de actuación, sus piernas de pronto se sintieron como gelatina.
- Por aquí señor - La mujer le indicó una habitación desocupada al hombre -
- Recuérdale quien es su dueño - Le guiño el ojo Zoro y cerró la cortina -
- Su habitación es la siguiente, señor.
Ambos miraron la habitación contigua a la del hombre, Zoro entró al lugar arrastrando consigo a Shiho, cerró la cortina y observó con detalle el sitio.
Había una cama, los doseles de esta tenían cadenas, y en la pared había varios artículos de castigo colgados. Shiho volteo asustada al sentir los gritos de la habitación de al lado, el tipo ya había comenzado a castigar a la chica que lo acompañaba.
Zoro se acercó a ella, pero de manera involuntaria se alejó de él de un salto, su cuerpo estaba temblando, de pronto se sentía como la Shiho de doce años, que le cubría los oídos a Momo para que no escuchará como los dragones se divertían con las esclavas.
Instintivamente tocó su marca, la había cubierto con maquillaje para que no la vieran las personas y la devolvieran con los dragones, quizá cuanto tiempo llevan estás personas privadas de su libertad, si seis años fueron suficientes para marcarla a ella, no quería ni imaginar lo que debían estar pasando ellos.
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Liberados - Roronoa Zoro
FanfictionNo se puede escapar del pasado, tampoco se puede borrar, así que no le ha quedado otra opción que seguir su vida valorando cada día nuevo. Trataba de vivir una vida con bajo perfil, tranquila a pesar de hacerse a la mar, todo hasta que se encontró...