Capítulo 2

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El olor a pan caliente se impregna en toda la cocina junto al exquisito aroma de todas mis mañanas: café hirviendo, huevos revueltos y tostadas. Aunque debo admitir que con el tiempo se han ido extinguiendo cada vez más los alimentos.

Mi padre está frente de mí leyendo el periódico con una barba de tres días, luce un poco cansado debido al peso de los años y el trabajo duro encima. En cuanto a mi madre, aparece detrás de mí poniendo el desayuno en la mesa, por tristeza a causa de su enfermedad, tuvo que dejar su trabajo y dedicarse tiempo completo al cuidado de la casa.

—Para que tomes fuerza en tu primer día de trabajo, cariño.

Me da un dulce beso en la frente y se sienta a comer con nosotros. Tenemos la vieja rutina de desayunar y cenar los tres juntos en la mesa, como la familia unida que somos.

Yo nunca he sido muy devota a la religión, pero de igual manera acompaño a mis padres. Apoyo mis manos una con la otra sobre mi pecho, para agradecer por nuestros alimentos.

Ellos son lo más importante para mí en el mundo, dieron sus vidas por ofrecerme hasta lo que no necesitaba solo por verme feliz. Yo debo trabajar duro para compensar todo el sacrificio.

Me sabe mal mentirles, sobre todo porque nuestra familia está hecha a base de amor, unión y confianza. Ellos siempre han sido muy comprensivos conmigo y aunque saben que no soy una perita en dulce, no creo que les agrade saber cómo me gano la vida en los últimos meses.

—¿Qué te paso en la frente cariño? —pregunta mi madre.

Me atragantó con el pan.

Se estaba tardando en notarlo, ella es muy observadora.

—Me golpeé.

—¿Con qué? Parece como si te hubieras caído, mírate esos moretones en el brazo. ¿No me digas que sigues columpiándote en el parque con Andy como si tuvieran nueve años?

«¿Cómo le explico a mi madre que no me estaba columpiando precisamente en un parque?»

—Sí, madre —trató de no reírme.

Le escribo un mensaje rápido a Andy, para que pase por mí antes que mi mamá comience a hacerme demasiadas preguntas que me dejen en evidencia.

—Déjala mujer, debe estar nerviosa por su primer día de trabajo.

—Y muy nerviosa, ya sabes que debo darle muy buena impresión a Allister y a... ¿Cómo es su nombre?

—Sloane, sabes su nombre perfectamente.

Me hago la tonta y en eso suena el claxon que indica que ya es hora de irme. Me apresuro a levantarme mientras meto una tostada en mi boca.

Me despido de mis padres dándole dos besos efusivos en la mejilla.

—Cariño —me llama mi padre —apareció el cuerpo de una chica por el río Potomac. Por favor cuídate mucho.

Me recorre un escalofrío por todo el cuerpo al escuchar eso, la realidad del fatídico final de algunas chicas es algo que nos afecta a todos, de igual modo, trato de recobrar la compostura y como buena hija, les aseguro que me cuidaré. Al dejarlo un poco más tranquilos, salgo de casa.

—¡No llegues nunca! —le regaño —si mi mamá hubiera durado más tiempo mirándome de ese modo, te aseguro que acabaría descubriendo mis más oscuros secretos.

—¿Así de cool es tu madre? —levanta una ceja, curioso —creo que debí haber llegado más tarde.

—Idiota —suspiro —¿cuánto crees que dure en este empleo?

Bajo la superficie [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora