Capítulo 7

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El irritante cantar de los pájaros produce que me despierte, cuando se posa en el árbol que está frente a mi ventana y por el frío matutino sé que es demasiado temprano para mi gusto

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El irritante cantar de los pájaros produce que me despierte, cuando se posa en el árbol que está frente a mi ventana y por el frío matutino sé que es demasiado temprano para mi gusto. La cabeza me comienza a doler y no solo por la posible resaca después de anoche, sino como si hubiese dormido en alguna superficie dura, abro los ojos y veo el techo por encima de mí.

«Joder, me duele todo. Dormí en el piso»

Me levanto y me tiro a la cama, pero por más que cierre los ojos e intente conciliar el sueño, sé que es demasiado tarde.

Me levanto al baño molesta y al entrar a ducharme dejó que el agua se lleve todo lo de la noche anterior, qué para mi gran desgracia, recuerdo todo a la perfección.

Estando en el lavabo me tomo mi tiempo al mirarme frente el espejo y mis ojeras son más que evidente. Agarro mi cepillo y la crema dental con la intención de echarle, pero al exprimirla noto que ya no sale nada. Busco otra y ya no hay más

—Carajo.

Voy un poco malhumorada a la habitación en busca de una tijera.

Ahora que mi cabeza está solo un poco más clara, comienzo a pensar que haré con Jeff y su regreso, eso sin duda cambia un poco mis planes. «¡Lo detesto!»

Nunca he sido de las personas que cuando terminan con sus ex, comienza a tenerle un odio profundo. No hasta este momento, ninguno me interesaba realmente, pero con Jeff todo es distinto. Junto a él compartí demasiadas cosas, que su solo regreso acarrea tantas cosas.

Me cambio tratando de desviar cualquier pensamiento negativo. «No voy a permitir que también dañe este día, nunca les doy ese lujo a las personas». Empacó lo que necesito para el día de hoy y cuando todo queda listo en mi bolso, me coloco mis gafas de sol.

Bajo a la cocina donde sé que están mis padres.

—Buenos días cariño.

Le doy un beso a mis padres y saco un tazón para servirme cereales con leche. Mi madre me coloca un Ibuprofeno y un vaso de zumo de naranja y yo le sonrío agradecida.

—No te ves bien cariño, ¿a qué hora llegaste hoy?

—No estoy muy segura —contesto y me embuto una cuchara de cereal.

—¿Dormites de nuevo en el piso?

Volteo a mirarla incrédula.

—Tienes que enseñarme hacer eso —la miro realmente interesada.

—Son cosas que solo las madres pueden hacer y ya que no quieres ser madre...

—Entiendo el punto.

Continuo con mi delicioso cereal.

—Nos privaras a tu padre y a mí de ser los abuelos más caprichosos del mundo.

Bajo la superficie [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora