Capítulo 22

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Las chicas me convencieron de ir un rato a la casa, mientras mi madre sigue sin querer despegarse de él, aunque su salud no se lo permite. Entiendo también que ellos son eso, compañeros de vida, que se protegen uno al otro.
 
Abro la puerta de mi casa y dejo la llave en la mesita de la entrada, le hago un ademán a el rubio invitándolo a pasar. Él también luce un poco cansado y no sé ha querido despegar de mi en ningún instante, como si sintiera que me voy a desarmar en momento y si no lo hago, es solo porque me he obligado a ser fuerte, porque si no lo soy, el mundo me come viva.
 
—¿Quieres café? —le pregunto.
 
—No, tome mucho en el hospital —hago un leve asentimiento con la cabeza.
 
—me voy a bañar, si quieres puedes ir a tu casa un rato.
 
Observo su expresión y antes que pueda responder, siento que su simple mirada causa estragos en mi y la verdad es que no quiero que se vaya.
 
—Puedes usar mi baño si quieres, yo iré a la habitación de mis padres.
 
—No te molestes Erica.
 
—Por favor hazlo, es lo menos que puedo hacer por ti después de todo lo que me has apoyado aun en contra de mi voluntad.
 
No soy capaz de volverle a preguntar porque se toma tantas molestias conmigo, se que es muy amable, una virtud que no heredo de su hermana mayor.
 
Subo por las escaleras y él lo hace detrás de mi, entro a mi habitación y camina poco a poco dentro de ella, mientras inspecciona cada rincón con sus ojos oceánicos.
 
—Modesta lo sé, pero mi madre se encarga de mantenerla arreglada para mi —volteo a mirarlo mientras abro mi armario —no es que la obligue que lo haga, a ella le encanta el orden.
 
No sé  porque le digo estas cosas, es tan irrelevante.
 
—Es una linda habitación.
 
Asiento y me coloco de puntillas para tomar una toalla.
 
—¿Fuiste la reina de tu graduación? —dice algo impresionado al ver mi foto pegada al espejo —¿y porrista?
 
Yo sonrío y asiento entregándole la toalla, voy al baño corriendo para asegurarme que todo esta en orden, pongo un cepillo nuevo sobre el lavabo y aunque por un segundo consideré dejar mis tangas, las quito y las guardo en mi bolsillo.
 
—Todo esta en orden —regreso a la habitación —trataré de buscarte luego algo de mi padre.
 
—Esta bien.
 
—Voy a estar en la habitación del fondo, disfruta tu baño —con esas salgo de mi habitación.
 
Debo arreglar todas las cosas, para ver si encuentro una solución con respecto a mi padre, espero no durar toda la mañana, porque cuando regrese voy a usar mi arma mortal para que mi madre acceda descansar un rato, esa “as" bajo la manga, no es otra persona más que Andy.
 
Me deshago de toda mi ropa y entro al baño completamente desnuda, al estar bajo el agua dejo que se lleve toda la suciedad y lágrimas de las últimas horas.
 
Me lavo el cabello con mucho champú y me restrego las piernas, intentando obviar el hecho, que un hombre extremadamente sexy esta en mi ducha en este momento. Nunca traje a ningún chico a mi habitación por respeto a mis padres, aunque ahora no se siente como si les estuviera faltando.
 
Me enrollo en la toalla de mi madre y salgo a la habitación con toda la intención de cambiarme, pero luego lo noto, no traje ropa. Voy caminando al pasillo de puntillas y cuando estoy de frente a mi puerta, compruebo que el sonido de la ducha aun sigue sonando y entro.
 
Voy a la mesita de noche y con sigilo me coloco mi ropa interior, cuando acabo considero que tengo el tiempo justo para cambiarme antes que el salga de su ducha.
 
Tomo unos pantalones de mezclilla y una blusa negra sin mangas, volteo mi rostro para comprobar la puerta y me quito la toalla para echarme crema.
 
«Esta crema es tan humectante, creo que necesitaba esto luego de un día tan largo como fue el de ayer»
 
Tomo mi blusa y antes de poder dejarla caer sobre mis hombros, siento que la puerta del baño se abre y cuando doy la vuelta, aparece el rubio frente a mi, con la toalla que le queda muy pequeña alrededor de sus caderas, logrando de ese modo, que no pueda apartar mi ojos de su cuerpo perfectamente trabajado.
 
«Con que así luce un agente del FBI sin ropa»
 
El se queda parado en la puerta sin tampoco poder apartar sus ojos de mi cuerpo, aunque por su puesto, el ya me ha visto en condiciones parecidas y no puedo evitar sentirme realmente alagada cuando lo veo tragar grueso y termino de colocarme la blusa.
 
—Ya me has visto así antes —le sonrió y me acerco un poco a él, para colocar mi crema en la mesa.
 
—Si, pero creo que…
 
Me paro frente a él.
 
—Esta bien, no pasa nada ¿necesitas ropa?
 
Suspira pesadamente.
 
—Creo que tu igual.
 
Miro mis piernas desnudas y tiene razón, debería alejarme y colocarme algo, pero en vez de eso, me quedo frente de él observando su cuerpo con descaro, después levanto mi mirada a su rostro y me sorprende verle una sonrisa en el rostro igual de encantadora.
 
—Es usted muy sexy señor cazador.
 
—Debo cumplir estándares para poder proteger a mi reina.
 
Levanto intuitivamente mi mano para acariciar su rostro y él no parece  tener ninguna intención en quitarlo. Estando así, uno frente del otro, con escasa ropa, provoca que me muerda el labio inferior queriendo acabar con el espacio que nos separa.
 
—Hazlo —lo insto.
 
Él no pierde el tiempo, me toma el rostro y de un solo movimiento sostiene mis piernas y las coloca alrededor de su cintura. Me besa de una manera audaz llena de deseo, mientras me pega a la pared, yo sonrío entre los besos que me roban todo el aliento.
 
Enseguida siento la necesidad de ir más allá, lo beso con tanta fiereza  para apagar  fuego que llevo dentro, creo que me pierdo en el limbo cuando su mano libre se cuela debajo de mi blusa y con eso comienza a besar mi cuello, incitándome a querer más  de él, no me importa nada en este momento, solo quiero que… en el momento, de una manera abrupta, deja de besarme y solo se aparta de mi por completo cuando pongo mis  pies sobre el piso.
 
—Perdóname de nuevo Erica, no debí permitir que pasará  —me dice controladora su respiración —tengo novia y esto no esta bien.
 
—Lo sé, no te preocupes —suelto un suspiro pesado.
 
Porque aunque odio que se haya separado de mí en este momento, se que tiene la razón y no creo que él la deje por alguien como yo, soy la chica que la pasas bien por un rato y no quiero ser eso cuando lo miro a los ojos.
 
—Voy a tratar de buscarte algo.
 
Tomo mi pantalón y unos zapatos, salgo y me cambio en la habitación de mi padre. Le doy tres toques a mi puerta y antes que pueda abrir, le dejo la ropa sobre la mesita al lado de mi puerta y bajo las escaleras.
 
Salgo de mi casa y me subo al primer taxi que encuentro, tengo demasiadas cosas que hacer y aunque él es una linda distracción, no creo que sea justo todo esto, al menos para él.
 
Llego a la oficina y me gasto casi toda la mañana en ese lugar, pero me dicen que no pueden ayudarme en nada, porque resulta que a mi padre ya lo jubilaron y seguía trabajando de manera informal, ¿un hombre de edad trabajando sin ninguna protección?
 
—Pero si quiere puede contratar un abogado que apele en su caso.
 
—Gracias.
 
No creo que pueda contratar un abogado ahora, no tengo dinero, hubiera servido si aun fuera estudiante de derecho.
 
Llego al hospital y me encuentro que Andy se adelanto y convención a mi madre de descansar un rato, lo abrazo por eso y al cabo de unos minutos me llama Hayden para decirme que no puede venir, pero junto a su hermana me envía todo el apoyo que pueden, al ayudarme con mi mamá.
 
—Todo estará bien, pequeña Dove —me dice Andy.
 
No me sorprende que el me diga de ese modo, porque el fue quien me coloco ese apodo y luego me sugirió que me llamara de esa manera en el club, decía que me muevo en el aire como una pequeña paloma en libertad.
 
—Gracias Andy.
 
Al cabo de un rato, aparece Allister frente a mis nosotros y es quien nos da buenas noticias, al decirme que mi padre ya esta en un cuarto y debemos esperar que se le pasen los efectos de la anestesia.
 
Me llama aparte para comentarme algo.
 
—¿Dónde está Drew?
 
—No sé, me llevo a mi casa y luego… luego se fue.
 
Asiente no muy convencido, pero me sonríe.
 
—Me enteré de la situación de ustedes y como amigo de la familia te digo que no tienen porque preocuparse por eso, tampoco hay necesidad de trasladarlo a otro hospital.
 
—Allister yo…
 
—No tienes porque preocuparte por eso Erica, si casi falto que el viajero del tiempo moviera una silla, para ser parte de tu familia —dice eso y se va dejándome con la boca abierta.
 
—¡Espera! ¿Dijo lo que creo que acaba de decir? —me pregunta Andy a mi espalda.
 
—No lo sé…

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Bajo la superficie [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora