Capítulo 9

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Jeff

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Jeff

Escucho el irritante sonido de mi móvil y estiro mi brazo a la mesita de noche, con la única intención de apagarlo.

«No necesito ninguna jodida alarma personal»

Al notar que el sonido no desiste, me levanto molesto a buscarlo. Me froto los ojos y todo es un desastre, con la ropa de ayer tirada en el piso y botellas que pateo,  para levantar el vestido dorado, que está encima de mis pantalones.

Encuentro el móvil en los bolsillos y veo que me marca un número privado, lo cuelgo. Se perfectamente quién es.

Iba a tirarme de nuevo en la cama, pero el maldito aparato sigue insistiendo y me pone de mal humor, porque sé que no me va a dejar descansar hasta joderme la mañana, así como me jodió la vida.

Lo bloqueo como lo he hechos con cada uno de sus tantos números y me visto mientras me arrepiento de haber vuelto, luego recuerdo porque razón lo hice y lo repito como mantra.

Observo a la morena tirada en mi cama, balbuceando entre sueño; yo solo puedo suspirar cansado.

«No puede ser que siga haciendo esta misma mierda»

Me voy al baño a lavarme los dientes y cuando regreso, está sentada en la cama con la sabana alrededor de su cuerpo.

—¿Te vas? —sonríe con picardía —¿ahora soy una de esas chicas que botas luego de follarte?

La ignoro buscando lo que necesito.

—A Erica le hacías esto también, ¿no?—volteo a verla molesto —muchas veces la escuche quejarse de como la abandonabas como una de tus putas.

«¡Erica y su bocaza! ¡nunca se puede callar nada!»

—¿No te cansas de hablar tanto de ella? —embozo una sonrisa —es casi como si le tuvieras envidia. ¿Y tu te consideras una de mis…? —Dejo la palabra en el aire.

—Imbécil —se levanta molesta.

—Aunque pensándolo bien, a Erica no es a la única que le tienes ese patético sentimiento de rivalidad. ¿Cómo se llamaba la otra chica de la que tanto te quejas? ¿Haile? —me río.

Me mira con furia, sabe que es cierto aunque no lo quiera admitir. Ella  disfraza sus inseguridades con una pobre máscara de confianza.

—Cierra la puerta cuando te vayas —le digo antes de salir.

Entro a mi auto y conduzco a la casa de Earl Wilson, el hombre que se supone que debo llamar padre, pero no estoy seguro de como llamar a una escoria con esa.

Bajo la superficie [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora