Capítulo 24

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Camino a pasos acelerados rumbo a la habitación de uno de los motores de mi vida. Mi corazón late a mil e intento calmarme internamente, porque después de tantas horas de angustia por fin puedo verlo.
 
Antes de cruzar la puerta mi pecho choca estrepitosamente con el de una persona y levanto la mirada para ver de quien se trata, pero antes que pueda distinguirlo, desaparece por los pasillos de una manera apresurada. No le doy importancia, porque lo que me interesa está acostado en una cama entre la vida y la muerte.
 
Cruzo la puerta sin más, pero al hacerlo, noto que algo no está bien.
 
Los pitidos que hace unos segundos se escuchaban irregulares, se va volviendo cada vez más continuos y descendentes, los cuales no inauguran buen presagio. En ese momento, es mi corazón el que se detiene poco a poco, mientras veo la línea del electrocardiograma decaer junto a mis esperanzas.
 
Pierdo la noción del tiempo cuando unos brazos son los que me separan de la escena, al momento que los doctores entran a la habitación y yo no se que hacer, mi respiración me comienza a pesar, mi corazón late a un ritmo desbocado y creo que voy a entrar en un trance cuando logran sacarme de la habitación.
 
En la vida he sufrido y he llorado tantas veces, pero mi espíritu siempre se mantuvo fuerte porque sabía que todo algún día iba a mejorar, pensé que podría construirme un mejor futuro, pero ahora solo quiero a mi papa, quiero que esté bien, porque si no lo logra, yo nunca lo estaré.
 
—Erica —escucho la voz de Drew en algún lugar de la sala, pero trato de ignorarlo, solo quiero ver a mi padre.
 
Por el cristal veo como preparan todo el equipo de eletrochock y el hombre detrás de mi intenta sacarme de la escena, pero yo me rehúso a perder a mi papá de vista. El doctor se pasa la mano por la frente y prueba el aparato que llega al contacto con el pecho de mi padre, que produce una sacudida de su cuerpo, pero aun así no reacciona y las lágrimas no tardan en brotar por mis ojos como torrencial.
 
Él me pega a su pecho mientras los doctores siguen intentado traerlo a la vida y cuando veo las esperanzas pérdidas, pego mi cara en su hombro, desconectándome de la escena por completo. No quiero ver como mi padre da su último respiro, mientras los cimientos que antes me había encargado en construir, se desmoronan poco a poco.
 
—Erica —su voz en medio del caos suena como seda —todo está bien.
 
Me hundo en mis propias lágrimas, pero es persiste hasta que levanta mi rostro y logra que lo mire a los ojos aún desorientada.
 
—No te cierres, tu padre está bien.
 
No le doy crédito a lo que dice y se hace a un lado para que pueda ver como los doctores se dispersan y él esta justo ahí, sin una sabana cubriendo su rostro y en ese momento, mi audición se activa, para escuchar los pitidos de sus signos vitales. 
 
Las horas después de ese momentos, pasan  lento y llenas de angustia, porque aunque mi padre esté con vida, todavía existe un riego. Drew se va por la mañana y luego vino Hayden a brindarme un poco de apoyo
 
En todo el día no he podido quitar mi rostro constipado, me siento enferma y abatida, pero no he querido moverme ningún segundo, porque sino pienso que lo pierdo y perderlos a él, sería perderme a mí.
 
—Deberías descansar un poco Erica —me dice Allister —no creo conveniente que te enfermes tu también.
 
—Yo estoy bien, no te preocupes.
 
Me lanza una mirada incrédula, sabe que no estoy bien.
 
—Lian se la pasa preguntando por ti todo el día y cuando llego, me pregunta si estás bien y como sigue su padre.
 
Eso me hace sonreír, aunque todavía me pesa hacerlo.
 
—Todo va a salir bien —me pone una mano en el hombro —yo me encargaré que así sea.
 
Yo asiento con la cabeza y le susurro un gracias antes que se vaya.
 
Sigo en el mismo haciendo por largas horas y le doy gracias a Andy por mantener a mi madre en casa, no quiero que se enteré de lo que pasó  hoy. Al cabo de un rato, veo a Drew cruzar el pasillo con una bolsa de comida en las manos.
—¿Estás bien?
 
Asiento.
 
—Acabo de hablar con el director del hospital y no han podido ver quien fue la persona que salió de la habitación de tu padre. —Lo miro a los ojos —es sospechoso, porque las cámaras no estuvieron funcionando cuando pasó.
 
Doy un suspiro frustrada, es justo lo que me suponía y estoy cansada de eso. No sé quien esta haciendo esto, pero quiero que paré, ya note que es capaz de acabar con la vida de alguien que quiero con tal de verme sufrir y eso no está jodidamente bien.
 
—Estoy cansada, no quiero que estás cosas sigan pasando. Creo que la persona que hace esto está llegando muy lejos.
 
—No te preocupes Erica, yo me encargaré.
 
—¿Cómo?
 
Lo miro a la cara con todo el cansancio y la frustración de estos días, reflejado en mi rostro.
 
—Tengo un plan.
 
Al cabo de unos días la salud de mi padre sigue estable y va mejorando de una manera satisfactorias. He ido a visitarlo durante unos minutos y eso también mejora mi estado.
 
Después de unos días le dan de alta y lo llevamos a la casa.
 
 —¿Cómo se siente el hombre más fuerte del mundo? —le digo al sentarme en su cama —a veces te crees un superhéroe que puede cargar con todo, pero hasta los héroes más poderosos se caen y yo no puedo permitir que mi Superman se vuelva a caer.
 
—Estoy bien mi pequeña heroína, solo fue una pequeña caída cariño —dice con ironía.
 
—¡Claro! a la próxima vez avísame cuando sea una gran caída para estar preparada —tomo aire para ahora hablar enserio —no pienso decirte nada acerca del porque no nos contaste lo del trabajo, pero creo que ya es hora de jubilarte y no está en discusión.
 
—No puedes quedarte con toda la carga de este anciano, tienes que seguir luchando por tus sueños. —me mira a los ojos —todas las noche evocó la cara de esa pequeña niña el día que nos querían sacar  de nuestra casa, como te paraste firme frente al montón de sujetos grandes que querían llevarse nuestras cosas. Tenías solo seis años, cariño y a partir de ese momento, sabias que tu sueño seria defender personas, no creas que seré el causante que lo abandones.
 
—No estoy abandonado nada, solo lo estoy postergando. Además, todas las personas exitosas tienen una historia de sacrifico detrás —me río —y nunca será un sacrifico el tratar de compensarles todo lo que me dieron, créeme que ahora no soy una niña y tengo todo bajo control.
 
Él me mira con el cansancio reflejado en sus ojos y sé que es la hora de darlo todo por ellos.
 
—Cariño...
 
—Es mi turno papi.
 
Me acuesto a su lado como en los viejos tiempos y enciendo el televisor para ver uno de los programas que nos unían como familia. La pantalla trasmite un combate donde sale uno de nuestros luchadores favoritos, el sabroso Roman Reigns.
 
Cuando se queda profundamente dormido, lo dejo descansar y salgo de su habitación. Al poco tiempo mi madre me dice que Drew me está esperando en la sala y no tardo en bajar.
 
—Necesito que me acompañes a un lugar.
 
—¿A donde?
 
—Ya lo sabrás.
 
Miro a mi madre sin saber que decir y se encoge de hombro, mientras me susurra «Ve tranquila, todo va estar bien» Le hago caso y salgo de casa seguida de Drew.
 
Cuando entramos a su camioneta comienza a conducir rumbo al centro de la ciudad, no hemos cruzado palabra en todo el trayecto y solo volteo a mirarlo aturdida, cuando se detiene frente al edificio del FBI.
 
El baja y le da la vuelta al auto, para abrirme la puerta, pero yo me quedo en mi asiento observando el gran edificio que no inaugura nada bueno.
 
—¿Confías en mi? —me dice y me ofrece su mano.
 
No digo un palabra, pero la acepto y dejo que me ayude a salir de su camioneta.
 
Caminamos dentro uno al lado del otro y me quedo observo todo a mi alrededor, solo esperando el momento para que el me ponga las esposas, pero seguimos el recorrido y no lo hace, no sé que está esperando.
 
Vislumbro a las personas que levantan la mirada al vernos pasar, con un montón de carpetas encima de su escritorio, mientras que otros se mueven de su ordenador a los archivos.
 
—Por aquí.
 
Me guía rumbo al ascensor y no puedo pasar por alto que pone su mano detrás de mi cintura, para que siga sus pasos. No perdemos tiempo y entramos al despacho, donde yace una señora de color que rodea los cincuenta, detrás del escritorio.
 
Se levanta y me ofrece una sonrisa, que no resulta ser tan amable, sino que intimida, pero intento mantenerme serena.
 
—Buenos días Érica, ¿cómo estás?
 
Miro a Drew buscando una repuesta, como el por qué sabe mi nombre y para saber de una vez por toda que hago aquí, pero él solo se limita a observarla y me molesta porque se que me está ignorando adrede.
 
—Bien —la miro a los ojos —¿cómo sabe mi nombre?
 
—Érica Jones, estás en el FBI. Si por algo nos conocen es por siempre estar informados.
 
En mi rostro resplandece mi aire de incrédula.
 
—En que me metí ahora —susurro para mi misma.
 
—Por favor siéntese —dice Carter
 
—Estoy bien así.
 
—Érica siéntate, por favor.
 
Lo dice con tanta autoridad que no le dan ganas de replicar y lo hago.
 
—¿Qué hago aquí? —tomo valentía —yo no quiero problemas, se exactamente porque estoy aquí y le aseguro que nada de lo que piensa es cierto, solo soy una simple bailarina para Earl. No estoy al tanto de nada referente a sus negocios y ni me interesa, solo hable con Drew porque...
 
—...quieres saber que pasó con tu amiga —me interrumpe —lo sabemos todo. También sabemos que no solo eres una simple bailarina, saliste por mucho tiempo con su hijo.
 
—Si, tomo malas decisiones.
 
Ella me observa como tratando de descifrar mi actitud y tratar atraparme antes de siquiera poder decir una mentira. Ahora que lo pienso, a veces Drew hace esa mirada, pero debo admitir que la suya es mucho más sutil, casi imperceptible.
 
—Tienes deudas con él y no puedes negar que antes de hacerlo, sabias perfectamente donde te metías y que no es un lugar del cual puedes salir fácilmente.
 
—Lo sé perfectamente —digo acercando mi cuerpo a su escritorio —he hecho tonterías, pero  no creo que tengan derecho a cuestionarme. Solo díganme que va a pasar conmigo, ¿me van a meter en prisión? ¿servicio comunitario?
 
—Nada de eso Érica. Queremos que trabajes para nosotros.
 
En ese momento, los ojos se me quieren salir de  órbita, mientras intento procesar la información que acaba de salir de sus labios demasiados secos.
 
—¡Oh, lo siento! Como ya deben saberlo ¡porque son el puto Dios en la tierra que lo saben todo! tengo suficientes empleos por ahora.
 
Mis palabras salen con dureza y sin nada de compasión, porque no sé que teatro sea este, no quiero pertenecer a el y no quiero saber nada acerca del sujeto a mi lado, el cual pensé que podría confiar.
 
—Quiero que nos ayudes con el caso, Erica — se levanta de su escritorio —sabemos que Earl y Jeff confían mucho en ti, quiero que saques toda la información que puedas, para que nos ayudes a atraparlo.
 
—No soy una traidora.
 
¡Joder si lo soy! Lo fui desde el momento que le dije a Drew.
 
—¿Qué te planteas en un futuro? —me esta probando —¿te ves bailando por siempre en su club? o peor aún, ¿te visualizas al lado de Jeff? Porque creo que  si fuiste donde Drew en busca de ayuda, es porque quieres salir bien librada de esto. Además, te ofrecemos una pasantía en el momento que quieras, en la Fiscalía. Se que sueñas con ser abogada —me mira directamente a los ojos —no creo que puedas rechazar esto.
 
Intento contener mi emoción al escuchar que ¡Trabajaré para el FBI!  Me visualizo con los ajustados trajes de espías y me encanta, pero debo mantener la calma, que en mi rostro no se note ningún ápice de emoción.
 
Esa oferta es muy tentadora, es uno de los sueños húmedos de cualquier estudiante de derecho, pero algo me dice que no debo aceptarla con facilidad, ya entendí que los caminos fáciles nunca lo son.
 
¡Ah, lo que sea!
 
—Acepto, ¿que debo hacer?
 
—Fue muy fácil —comenta Carter —¿segura que quieres hacerlo? porque al hacerlo debes tener toda tu lealtad hacia nosotros.
 
—Mi lealtad está con ustedes— digo mirando a Drew —quiero ayudar a mi amiga como de lugar, si aún sigue con vida.
 
Me levanto queriendo salir de este lugar lo más pronto posible, pero antes de cruzar la puerta logró escuchar cuando Carter le dice a Drew que debe comenzar a entrenarme y una parte de mi se siente flotando en una nube de algodón de azúcar.
 
Salimos de la central de nuevo a su auto y ahora con mejor humor me volteo emocionada.
 
 —¿Ahora soy una espía?
 
—No es ese el término exactamente, pero si quieres verlo de esa manera,  no puedo objetar nada.
 
—¿Me darán una pasantía en la Fiscalía?
 
—Es una compensación por colaborarnos —se voltea a verme serio —¿estas segura de hacer esto?
 
Me quedo sopesando la idea ahora con más calma, intentado ver los pros y lo contra, pero la emoción no me permite sentirme preocupa.
 
—Estoy muy segura Drew, puedo hacer esto.
 
Asiente y dirige de nuevo la mirada a la carretera, luego me repone con un tono más serio.
 
—No lo puedes comentar con nadie, por el bien de la misión —me mira — creo que puedo confiar en ti.
 
De nuevo siento esa horrible sensación, la cual me ha perseguido toda mi vida y me hace ver como la persona menos confiable del mundo, ahora es mucho más delicado, porque se trata de un caso del FBI.

...
Nota de autor: este capítulo es largo en compensación a mis notorios retrasos, creo que subiré otro capítulo del jueves al viernes, estén atentos.

Gracias por seguir leyendo a las personitas que han decidido quedarse a continuar está historia, no he estado muy enfocada en ella últimamente.

El papá de Erica no murió, pero este es un recordatorio para que valoren a sus padres, que no son para siempre. Tal vez a veces ellos nos dejan heridas que no son fáciles de sanar, pero ellos no tuvieron un manual para ser buenos padres, lindo comienzo de semana.

Besos;3

Bajo la superficie [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora