Bajo la superficie [BORRADOR]

Capítulo 17

— ¡Erica ayúdame! —escucho esa voz metida en mi cabeza.
 
Giro a todas las direcciones, intentado encontrar el proveniente de aquella voz, al hacerlo, no encuentro nada más que un montón de algas y arrecifes de coral, a mi alrededor. Frunzo el ceño al escuchar en distintivo sonido cada que giro y no tardo en darme cuenta que estoy bajo el agua, frunzo el ceño confundida y de nuevo escucho esa voz.
 
—Erica, no dejes que lo haga.
 
—¡¿Quién?!
 
Cuando grito, las burbujas de agua escapan de mi boca y la presión me estabiliza un poco y me hace hundir más, cuando logro mantener a flote, giro para intentar identificar quien me habla, pero no veo nada en medio de la oscuridad del océano.
 
Levanto la mirada y logro ver la escasa luz de la luna que ondea a través del agua.
 
—Ayúdame.
 
Su voz se escucha por todos lados y me tapo los oídos de manera intuitiva, un miedo profundo me avasalla e intento huir de aquella voz que me martiriza.
 
—¿Cómo puedo ayudarte? —logro decir.
 
— Salvándola.
 
—¿A quién?
 
Vislumbro una figura a la distancia, también intenta mantenerse a flote. En ese momento, mi pecho comienza a subir y bajar de manera desenfrenada, pero antes de poder captar quien es, la figura se desvanece.
 
—Dime a quien ¡POR FAVOR! — grito de nuevo —¡¿Donna?!
 
Sigo gritando desespera por más tiempo del que debería, pero su voz ya no se escucha, comienzo a sentir la agonía en mi pecho, con la esperanza que pueda ser ella, en ese momento, una lágrima escapa de mis ojos.
 
—Se que eres tú, solo dime donde estas...
 
Por más que intente, todo a mi alrededor sigue oscuro, ella ya no está.
 
Me incorporo de repente e intento tomar aire, mi garganta arde y comienzo a toser.
 
Miro a todos lados aturdida, pero no hay agua.
 
Los latidos de mi corazón se regulan , cuando noto que estoy en mi habitación, completamente oscura. Mi cabello y mis sábanas están húmedas, acusa del sudor que viene de mis entrañas.
 
Miro el espejo que está frente a mi cama y me repito “todo fue un sueño”
 
Me levanto de la cama, sin entender nada; se donde estoy, pero una parte de mi se siente a un en la pesadilla.
 
En medio de la soledad de mi habitación, unas lágrimas se resbalan por mi rostro y las dejo salir en silencio.
 
¿Pero por qué ahora?
 
Una lágrima reemplaza a otra, hasta que me encuentro llorando sola, en medio de la madrugada, sin encontrarle algún sentido a mi vida, como si hubiera hecho todo mal por un lago tiempo y apenas lo noto.
 
Lloro como niña pequeña, en una esquina de mi habitación, abrazo mis piernas con mis brazos, queriendo huir de todo, siéndome más miserable que nunca y amortiguo el sonido de mi sollozos con mi mano, para evitar que mis padres se despierten.
 
Recuerdo que ya no soy una niña que puede escapar de sus problemas y similar que no existieran, cuando debo hacerle frente. Estuve ignorándolo por demasiado tiempo,  sabiendo que quedarme callada significa dañar a muchas personas, me excusaba con la idea que el mundo estaba jodido y que yo no podría hacer nada.
Pero si puedo hacer algo, siempre se puede hace algo.
 
Mis emociones comienzan a jugarme en mi contra y recuerdo el beso de esta tarde, con él, mi respiración comienza a regularse y evoco el primer día que lo vi con ese traje espantoso, pero con personalidad, sonrío, pero siento vergüenza de mi.
 
¿Qué mierdas estoy pensando?
 
Me limpió las lágrimas, porque no puedo permitir que esto siga pasando, no soy el tipo de chica que merece ser salvada, he hecho cosas malas, soy tonta, cobarde y atraigo muchos problemas.
 
Me levanto del piso y me voy a la ducha, dejo que la presión de agua se lleve todo junto a mis pensamientos, porque después de esto debo seguir adelante, pero recordando cuando odio al miserable de Earl Wilson.
 
Me cubro con una gruesa toalla, para apaciguar el frío de la madrugada.
Se justamente lo que debo hacer, lo sé desde el momento que lo conocí.
 
Antes de salir de casa, dejo un mensaje y envió mi ubicación.