Capítulo 11

671 66 4
                                    

Me bajo unas cuantas calles antes del autobús y cuando estaba casi frente del edificio

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me bajo unas cuantas calles antes del autobús y cuando estaba casi frente del edificio. Me detengo, porque veo a Drew y a su novia abriendo y cerrando los labios de manera frenética, al tiempo que gesticulan con demasiado dramatismo.
 
Parecen tener una pequeña discusión.
 
—¡No puedo creer que seas tan idiota! solo piensas es tu estúpido trabajo —dice molesta —cuando se trata de nosotros nada te importa lo más mínimo.
 
Me escondo detrás de un árbol para contemplar mejor la escena. No es el mejor escondite, pero la discusión está tan acalorada que no creo que noten mi presencia.
 
—Claro que si me importas, eres mi novia —le dice soltando aire cansado.
 
—¿Así? —se cruza de brazos —¿Cuántas veces lo repites para convencerte tú mismo?
 
La situación se me hace más familiar de lo que debería, tal vez por mi momento anoche con Jeff. Me molesta un poco que haya desaparecido de nuevo como siempre. No me ha vuelto a escribir y «clarooo» ya le acabo el desespero por hablar conmigo, lo cual me alivia y me enoja de la misma manera.
 
—Ya es tarde. Debo irme, pero quiero que en mi ausencia medites muy seriamente si quieres seguir adelante con esto. —dice abriendo la puerta del coche —no quiero nada a medias, estoy segura que nadie merece eso.
 
Comienzo a sentirme mal por ella y por todas las personas que han pasado por ese sentimiento, donde intentas darlo todo, porque crees que esa persona es tu complemento y a un así parece, que una parte de la naranja no encaja o simplemente, no es suficiente.
 
—Lo sé amor —le da un beso —suerte.

Entra al auto aliviada y luego le sonríe como si no hubiera pasado nada. Él se queda mirando unos minutos hasta que su auto desaparece completamente y veo el momento perfecto para salir de aquí y no me descubra.
 
Salgo con sigilo detrás del árbol y al darse la vuelta para girarse, quedamos justo en frente del otro. «Juro por Dios que no lo hice a propósito, ¿o acaso tengo cara de saber de física?»
 
Yo solo me limito a sonreír apretando los dientes.
 
—Hola —decimos al unísono.
 
Por unos segundos, me pierdo completamente en sus ojos azules que si no estuviera consciente, creería que me encuentro de frente a unas olas caóticas que ondean en el océano, a causa de las mareas altas. Cuando mis ojos enfocan por fin su rostro por completo, una sensación extraña y familiar escuece dentro de mi, como si quisiera por todo los medios recordarme algo, pero me aparto de él confundida y me percato que su rostro sigue serio, sin expresión.
 
—¿Y si entramos? —me dice.
 
—Si, está haciendo frío aquí fuera.
 
Se gira y yo camino detrás de él dentro del edificio. Cuando estamos frente su puerta, saca una llave y abre la puerta del departamento.
 
—¿Te traigo un café? —le ofrezco al entrar.
 
—No tienes porqué.
 
—¿Cómo te gusta? —digo en camino a la cocina, pero me detengo de repente en la puerta de la cocina —el café.
 
Al ver que no dice nada, me sumerjo a la cocina ignorando su expresión de pocos amigos. Tomo la taza de la cafetera para servirle y lo veo cruzar el umbral de la puerta.
 
—Te dije que no tienes porqué molestarte.

Intenta mediar conmigo para quitarme la jarra de las manos, pero en ese momento nuestras manos se tocan. Nos quedamos mirando por unos minutos hasta que le sonrío dulcemente y aprovecho la oportunidad para quitarle la jarra y por más que quiera, su expresión no se suaviza.
 
—¿Acaso nunca sonríes? —le pregunto.
 
—¿Que te hace pensar eso?
 
Yo río.
 
—Creo que necesitas un espejo —levanto una ceja.
 
—Pues yo creo que tu gastas demasiado tiempo en uno.
 
Yo abro la boca sin creer en que momento comenzamos está pelea de niños.
 
—¿Sabes? —le sirvo el café —soy una personas que usa todo su a favor y creo, que eso suena más como un halago.
 
—¿De verdad usas todo a tu favor?
 
Me escruta sin apartar los ojos de mi, paso saliva por la tensión que generó el momento. Él solo me mira como si quisiera descifrar algo dentro de mi y yo como acto de defensa, juego con mi cabello mientras fuerzo una sonrisa.
 
Suspiro nerviosa y trato de actuar normal, buscando una taza de café.
 
—¿Cómo te gusta el café? —le pregunto en un tono más agresivo del que pretendía.
 
—Con doble de azúcar.
 
Se sienta apoyado sus codos en la isla de la cocina y yo solo me limito a revolver el azúcar
Al terminar, dejo la taza frente a él y sin decir una palabra más, desaparezco de la cocina.
 
Subo a la habitación de Lian y al darme cuenta que sigue dormida, me siento en su cama con la mirada perdida. Me levanto lentamente al notar el post-it que está enganchado en el espejo, me acerco y lo leo con el miedo que sea como uno de esos escritos.

Bajo la superficie [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora