01| Konohagakure

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Era una noche pesada; seguía de luto, pero aquellos tipos no la dejaban descansar su última noche antes de partir

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Era una noche pesada; seguía de luto, pero aquellos tipos no la dejaban descansar su última noche antes de partir. Había estado cansada las últimas tres semanas, quería relajarse y olvidar lo sucedido, cuando de pronto aparecieron tres sujetos en la posada donde hospedaba. Rápido tomó su espada y una tela donde tenía su ropa, abrió la ventana y salió corriendo, siendo perseguida por esos ninjas.

Entre las calles de aquel pueblo donde pasó esas tres semanas, transitaba un hombre alto con ojos y cabello azabache, cansado por no dormir bien por cuatro días. Antes de llegar a la posada donde descansaría, vio correr a una joven con algo en una tela; sin embargo, no fue eso lo que captó su atención en ella, sino el color peculiar de sus ojos: un rojo inmenso. No podía ser posible lo que pensó, ya no había nadie con ese distintivo color de ojos más que él y su hija. Detrás de la chica salieron tres hombres, por lo que su deducción final fue que todo lo que vio había sido producto al insomnio, y que aquella niña robó algo, motivo de que la persiguieran.

Por otro lado, esa pequeña niña llamada Akame, salió del pueblo con esos ninjas por detrás. Ella sin duda no era cruel, por lo que no les hizo nada a esos tipos, más que ponerlos en un genjutsu. Sería rápido, a lo mucho que estarían ahí sería un día, no más.

Suspiró algo cansada. De su bolso de tela sacó un mapa que indicaba su próximo destino: Konohagakure. Volvió a meter el papel en su bolso, para emprender más cómoda el viaje. Caminó por cuatro horas sin parar, hasta que su cuerpo le pidió con urgencia un descanso; sobre un árbol colocó su bolsita, y se recostó en ella como si fuera una almohada. A la mañana siguiente, retomó su camino, no paró de caminar, avanzó sin detenerse siquiera a tomar agua. Al segundo día su cuerpo ya le exigía comida; pero, Akame parecía no querer parar, faltaban menos de 20 kilómetros para llegar.

El no alimentarse, tomar agua, y el calor que hacía, causó que cuando esta chica azabache llegara a su destino cayera.

𖣘𖣘𖣘

Despertó en shock, y volteó a su lados. No conocía quien estaba frente a ella, lo único que sabía era estar dentro de una habitación de hospital.

—Hola, pequeña —saludó un hombre rubio y con ojos azules.

—Hola —contestó seria, distante.

—¿Sabes qué haces en Konoha? —cuestionó amable.

—Yo...

Antes de responder, apareció un hombre con una máscara por la ventana. No le era desconocida esa máscara, ya las había visto muchas veces en los pueblos que visitaba.

—Hokage-sama. Uchiha Sasuke envió una carta, dice que es urgente.

Ante lo dicho, el rubio voltea. —Me temo que esta charla se tiene que posponer, volveré lo más rápido. Tú descansa —anunció antes de retirarse.

Su hija| La última Uchiha nacidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora