19| Una noche lluviosa

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Akame

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Akame


Papá realizó el desayuno como siempre. No me importaba lo que hiciera si sabía que de él venía la comida, cualquier platillo que preparada eran mis favoritos.

Me encontraba frente suyo. Me sonrió y seguido empezamos a comer.

Habían pasado unas seis semanas desde que nos encontramos en aquel pueblito, mismo tiempo desde que había descubierto lo que mi padre escondía: unas pastillas que alargaban la vida. Entonces supe que él tarde o temprano partiría, y el hecho que sería muy pronto me aterraba todas las noches sin falta, muchas pesadillas que incluso despierta aparecían constantemente.

También noté que él escribía muchas cosas en pergaminos que después sellaba, según yo, en sí mismo.

Terminamos de comer y recogí los platos para lavarlos en un río que estaba cerca. Al terminar, vi que él guardaba un sobre en mi mochila, tenía ganas de verlo pero sería muy obvio.

—Ya terminaste —me sonrió al notar mi presencia—. Entrenemos —sugirió.

Asentí devolviendo el gesto.

—Ya sabes que hacer primero: estira tu cuerpo.

Obedecí. La primera parte era sencilla: correr dos kilómetros e ir saltando cada veinte metros. No tardé nada, por lo que rápido estaba de regreso con él. Me entregó dos kunais, algo oxidados, pero cumplían con su propósito.

—El kunai debe llegar hasta ese árbol —comunicó señalando a la planta.

Este se encontraba a unos cincuenta y cinco metros de distancia, y entre ellos se cruzaban más árboles y pinos.

Tomé el artefacto y cerré los ojos, de un movimiento veloz los abrí y lancé sutilmente este a mi objetivo, dando en el lugar indicado. Sonreí victoriosa y volteé a verlo, mi padre también sonreía.

Se acercó y revolvió mi cabello. —Lo hiciste genial, digna de tu clan —expresó con orgullo.

—Lo sé.

Rió. —Ahora hazlo con los ojos cerrados, a ese pino que vez allá —dijo señalando uno aún más lejos—, tiene que pasar sobre aquel arbusto.

Al principio me puse nerviosa, pues esta vez, mi objetivo era aún más lejos, y con más árboles atravesados en mi caminos.

Fruncí el ceño decidida, soy una Uchiha, esto es fácil.

Y lo hice, hice lo que me pidió papá. Se volvió a mí con la misma sonrisa. —Creo que ya no hay nada que te pueda enseñar con respecto al tiro al blanco.

—¿En serio? Mm. ¿Ya no me enseñarás nada?

Negó con su cabeza. —No dije que ya no te entrenaría. Te he enseñado todo lo que sé, incluso no estás a nada de controlar el Shunshin no jutsu.

Su hija| La última Uchiha nacidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora