23| Flores amarillas

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Dos personas se encontraban mirando fijamente; la mayor de estas portaba una capa oscura, que cubría la mayor parte de su cuerpo, sólo dejando ver una parte de su rostro, donde arriba de la ceja izquierda se apreciaba un número en romano, no muy v...

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Dos personas se encontraban mirando fijamente; la mayor de estas portaba una capa oscura, que cubría la mayor parte de su cuerpo, sólo dejando ver una parte de su rostro, donde arriba de la ceja izquierda se apreciaba un número en romano, no muy visible para la otra; la segunda persona vestía un kimono corto de color rojo, que era amarrado por una cinta blanca que acompañaba con unas botas ninja hasta la rodilla, portando además una bandana ninja en su frente.

Ambos dieron simultáneamente unos pasos hacia sí, cortando la poca distancia que los lograba separar. Unos ojos rojos brillaron con una intensa luz, iluminando parte de aquel bosque; en cambio, la parte contraria era al revés.

—Tanto tiempo sin vernos, hermanita.




𖣘𖣘𖣘

—Toc toc —dijo cierto peli plata antes de abrir la manija de la puerta y entrar a la habitación, encontrándose con una Uchiha recién despierta—. ¿Cómo amaneciste?

—Bien. ¿Y tú? —respondió entre bostezos.

—También, me alegra. ¿Aún duele? —preguntó señalando con la vista su brazo vendado.

—No duele.

—Bien, eso es bueno. Tienes visitas —anunció antes de hacerse a un lado para que dos personas aparecieran: Boruto y Mitsuki—. Los dejo solos —informó antes de irse.

—¿Cómo estás, Akame-san? —soltó la pregunta el segundo de estos—. Boruto nos dijo que por su culpa te lastimaste, entonces venimos a verte. Shikadai e Inojin también venían pero a mitad del camino les llegó una misión.

—No hacía falta soltar tanta información —bufó.

A la azabache le pareció un tanto chistosa la expresión de su amigo, soltando una pequeña risa.

—No hay de qué preocuparse —respondió —¿Oh? —musitó con el ceño fruncido observando un bulto que sostenía el rubio entre sus manos, mas no preguntó nada.

—Boruto, ¿no ibas a hacer algo? —interrogó el de cabellos celestes fingiendo inocencia.

—¿Yo?

—¿Hay otro Boruto aquí?

La peli negra no dejaba de fruncir el ceño cuando el Uzumaki dio unos pasos al frente, apareciendo a unos escasos centímetros delante suyo.

—Yo... bueno. Ehhh, venía a, tú sabes, yo q-quería —tartamudeaba con los cachetes colorados.

—Tranquilo —trató de aliviar el nerviosismo de este—, dilo con calma.

Su hija| La última Uchiha nacidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora