No sabía ni cómo o porqué; pero, ahí estaba él frente a la puerta de su departamento, casi forzándola a salir.—Boruto, son las seis de la mañana, claro que no voy a salir contigo —respondió la
peli negra vestida en pijama.—¡Te mostraré la ciudad, ttabasa!
—Más tarde —contestó cerrando la puerta para volverse a dormir.
Era domingo, día de descanso no solo en la academia sino también de sus entrenamientos individuales, tenía que apreciar ese tiempo para dormir.
Por otro lado, el Uzumaki se quedó avergonzado frente a aquella puerta, se sentó, y ahí tomó una postura para dormir un rato más. Akame aún no se había ido a la cama, por lo que sintió el chakra del rubio aún el la puerta. Dudó si dejarlo entrar, al final, lo hizo y el de ojos celestes durmió por más tiempo en el sofá.
La azabache a las nueve fue a despertar a Boruto, ya podría mostrarle mejor Konohagakure.—Boruto —habló moviendo el cuerpo del chico.
—Aka-chan —susurró este dándose una vuelta para acomodarse mejor. Siguió durmiendo.
Una diminuta sonrisa esbozó el rostro pálido de la peli negra. Salió por las compras de su semana dejando ahí al chico que iba a hablarle a todos los días, dormido.
No tardó mucho en terminar de comprar lo necesario para ella, y en una hora ya estaba de regreso a casa, eso hasta pasar por una florería. Se guió por un olor, un aroma muy delicioso provocaba que se acercara a estar más cerca de este.
—Buenos días, pequeña —saludó amable una mujer de cabellera rubia.
—Buenos días —correspondió.
—Veo que te gustaron mucho esas, son flores sumire —comentó.
Un ligero sonrojo apareció en las mejillas de la azabache. —Son muy bonitas. Compraré unas para plantarlas.
—Claro, ¿sabes cómo plantar? —cuestionó empaquetándole unas cuantas semillas.
—La verdad no.
—Mi hijo te ayudará, también con esas bolsas que tienes atrás —sonrió—. Son 8 ryōs. ¡Inojin! —gritó a su hijo.
La menor pagó. —No es necesario que me ayude.
—No te preocupes, él te ayudará.
—¿A quién voy a ayudar? —preguntó un chico físicamente igual a su madre en versión masculina. —Akame-chan —susurró.
—¿La conoces? —expresó un poco sorprendida. Observó con detenimiento a su hijo, una sonrisa de medio lado apareció—. Ayúdale a llevar las bolsas, y explica cómo se deben de plantar —indicó antes de que pudiese responder a su pregunta.
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Su hija| La última Uchiha nacida
FanfictionLa vida es sencilla; todos los que nacemos estamos destinados al mismo camino: La muerte. Las personas solemos estar en cambios constantes, en los que entramos en distintas etapas y vamos cambiando según las circunstancias. A tan sólo doce años...