39| Navidad

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Dos personas se encontraban de frente, ambas dieron unos pasos para quedar a menos de un metro de distancia

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Dos personas se encontraban de frente, ambas dieron unos pasos para quedar a menos de un metro de distancia.

—¿Por qué haces esto? ¿Qué te hace odiarme tanto, Shigeru?

La expresión facial del mayor, mostraba interés por la pregunta.

—¿De verdad no sabes? —interrogó sarcástico.

—¿Es por lo mismo que Sarada? Si es algo así yo no tengo la culpa, todos somos distintos con cualidades distintas. No hay porque llegar a una batalla de sangre si lo podemos solucionar con palabras.

—JAJAJAJA. Eres de igual que ingenua que papá, es por eso que te pareces tanto a él —burló.

—Dime una cosa, ¿por qué nos dejaste? Éramos una familia, ¡y un día desapareciste sin dejar rastro! —reclamó molesta, indignada, pero también triste—. ¿Sabes cuántas noches esperábamos tu llegada? ¿Cuántos días te buscamos? Hasta que entendimos que jamás regresarías cuando te vimos muy tranquilo en un pueblo —confesó soltando una lágrima.

—Éramos una familia, ajá.

—Pues sí. Siempre nos llevamos bien, ¿qué te hizo cambiar? ¡¿Qué no recuerdas la promesa que me hiciste?!

Aquel grito venía acompañado de un mar de lágrimas que salían de los ojos oscuros de la menor.

Mientras que la mirada del mayor bajó recordando aquello.

Flashback

Shigeru's pov

Estaba frente a una tumba. No sabía lo que era o lo que significaba, pero se asociaba con la palabra "muerte". Akame estaba abrazando al trozo de cemento, papá miraba con dolor a la tumba. Papá me había explicado que mamá no regresaría nunca más, y comprendí que la muerte era no volver con tu familia.

Tampoco sabía que habían causas de muerte, así que sólo pensaba que mamá había muerto porque ya no quería regresar con nosotros, y causó en mí un sentimiento de abandono que jamás debió estar. Odiaba a mamá porque nos había dejado solos, más porque todo pasó en la navidad. Se suponía que esa fecha la pasaríamos reunidos con la gente de la pequeña ciudad donde vivíamos, pero ella se había ido.

A veces, cuando papá salía a buscar comida, Akame lloraba conmigo porque extrañaba a mamá. Ambos, dos niños, solos que nos teníamos a nosotros mismos y a nadie más que a papá cuando estaba con ella y conmigo.

—No te preocupes, Akame-chan. Estoy aquí contigo y siempre estaremos juntos —le dije en pose de superhéroe.

Quería hacerla reír, después de todo, era mi adorada hermana menor.

—¿Lo prometes? —me cuestionó tallándose sus ojitos llorosos. Había extendido su pequeño dedo meñique.

—Lo prometo.

Su hija| La última Uchiha nacidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora